Un Amor Para Nada Común #3

CAPÍTULO 44

—¿De qué tenemos que hablar? —pregunté nerviosa por su seriedad.

¿Sabrá que le estuve ocultando lo de Jerónimo? No, no creo. Él lo sabía desde antes que yo. No tendría por qué enojarse.

En todo caso, si él se enoja por haberle ocultado, yo me enojaré porque él lo sabía desde antes que yo y no me dijo nada sobre este "pequeño" asunto.

Es más, ya me enojé porque no me contó lo que decía ese informe sobre Jero.

—De que desde el sábado, andas rara. —Noté que su seriedad, no es por enojo, sino por preocupación. Está preocupado. De repente sentí mi cuerpo relajarse al extremo y mis defensas irse—. ¿Está todo bien? ¿Estamos bien? ¿Hice algo que te molestó? ¿Sigues molesta?

A mi cabeza vino el recuerdo de lo sucedido el viernes. El por qué yo estaba enojada con él y que luego, no le dije que ya se me había pasado el enojo, porque me concentré mucho en Jero.

—No, no, está todo bien —respondí para luego sonreír, intentando calmarlo.

Pero no lo conseguí.

—¿Segura?

Lo único que sé me ocurrió hacer, fue sonreír y acercarme a él para abrazarlo.

—Muy segura —contesté con mi cabeza pegada a su pecho, escuchando a su corazón latir.

Es una melodía tan bella y tranquilizante.

Sé que aún no está del todo seguro, porque su cuerpo se mantiene tieso en su lugar. Rígido, sin saber que hacer.

Así que, agarre sus brazos y hice que me abrace.

Sentí todo su cuerpo relajarse a causa de eso y me apretujo un poco más fuerte.

—Pensé que seguías enojada conmigo por lo de Erik —confesó, para luego suspirar sobre mi cabello y sonreí.

Levanté mi cabeza para verlo, pero no me separé de él en ningún momento. Necesitaba tanto un abrazo suyo y no supe cómo pedírselo estos días.

—El sábado ya te había perdonado, pero luego ocurrió algo con Jero y me olvidé por completo de avisarte que ya podíamos volver hacer esto —mencioné, para luego ponerme en puntitas de pie y unir nuestros labios.

Lo escuché jadear a causa del contacto, para luego pegarme más a su cuerpo, si es posible.

Levanté mis manos de su pecho, hasta posicionarla atrás de su nuca y enrede mis dedos en sus rulos, para luego tirar levemente de ellos.

Nos separamos por falta de aire, no sin antes Thomas morder despacio mi labio inferior.

—Voy a decir lo más cursi que alguna vez te dije, pero extrañe demasiado tus besos —anunció uniendo nuestras frentes, aún con sus ojos cerrados y otorgandome una bella sonrisa.

Sonreí y bajé una mano hasta su mejilla y la acaricié, haciendo que él abra sus ojos, viéndome.

Note que aún, muy muy abajo de ellos, hay preocupación.

—Thomas, estamos bien —aseguré y él asintió con la cabeza, para después suspirar.

Depositó un beso en mi frente, para después agarrar mi mano y depositar un beso allí también.

—¿Qué pasó con Jerónimo? —preguntó pasando su brazo por mis hombros y guiándome hacia la casa.

—Después te cuento, ahora vamos adentro que muero de hambre. —Sentí su cuerpo sacudirse a causa de la risa—. Además, tengo una noticia para todos —anuncié llamando su atención.

—¿Qué cosa? —preguntó curioso.

Luego de entrar a la casa y que Thomas me ayude a sacarme el saco y lo cuelgue en el perchero por mí, lo vi a los ojos y suspiré.

—De acuerdo, te lo diré y espero que realmente no te enojes —empecé a decir, haciendo que él frunza el ceño.

—¿Qué hiciste, Alma?

Sonreí de manera inocente y lo vi cruzarse de brazos.

—Nada malo, pero... Fui con Annie y Ellie esta mañana para pedirles permiso para ir a San Francisco, sin ti —confesé de manera rápida.

Thomas me vio incrédulo, para luego bajar los brazos y verme un poco divertido.

—¿Eso es todo? —preguntó incrédulo de qué sea todo. Asentí con la cabeza y él rió, para luego tirar de mi y darme un casto beso—. No pasa nada Kopi, yo igual te iba a decir que si podías ir sola, porque tenía mucho trabajo, pero me daba miedo hablarte —rió por lo bajo ganándose mi atención.

—¿Por qué te daba miedo hablarme?

—Creí que estabas enojada y temí que, si te decía eso, te enojarias más conmigo —explicó haciendo un pequeño puchero con su labio inferior. Solté una pequeña risa y negué con la cabeza—. Bueno, dime, ¿qué te dijeron?

—Qué sí podíamos realizar ese viaje, pero con condiciones que ya las diré con los niños —respondí y él sonrió feliz.

Sin decir más, ambos empezamos a caminar hacia el comer, al saber que los niños ya estarían allí.

Nos sentamos y empezamos a comer.

Los niños nos contaron su mañana. Más que nada, Feli y Amira, Sophie Jero y Martina se quedaron en silencio.

—Chicos, les tenemos una noticia —anuncié llamando la atención de todos.

—¿Tendremos un hermanito? —preguntó Amira viéndonos con los ojos brillosos por la emoción.

Escuché a Thomas ahogarse y gire a verlo, notando que Guigui también lo mira preocupado, ya que Thom es quien le estaba dando de comer.

Volví a ver a Amira y le sonreí amable.

—No, no habrá más hermanitos, definitivamente —aseguré al verlos a todos en la mesa.

Seis hijos, suficiente.

Pude ver la desilusión en la cara de Amira y el alivio en la cara de Martina, haciendo que quiera reír.

—¿Entonces? —preguntó Feli curioso.

Vi a Thomas, quien pudo calmarse luego de beber de su vino y suspiró, haciendo que sonría divertida.

Definitivamente piensa igual que yo. No más hijos.

Lo vi agarrar el plato de comida de Guigui y ponerlo en la mesita de su sillita, para que él coma solo, cosa que me sorprendió, porque no le gusta que haga eso, ya que Guigui es de ensuciarse entero.

—¿Recuerdan que Emma se casa éste fin de semana? —pregunté a lo que ellos asintieron con la cabeza—. Pues le pregunté a Annie y a Ellie si podíamos ir a San Francisco y... ¡Dijeron que sí!

Vi a Feli festejar con Sophie y al escucharlo decir: voy a viajar, por primera vez en mi vida. Hizo que quiera ir a darle un abrazo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.