Un Amor Poco Común #2

CAPÍTULO 1

—¿Emma por qué no me dijiste que tu hermano estaba aquí, en la ciudad?—le pregunté a través del teléfono, mientras salía del establecimiento

—Eh... Supuse que lo sabrías por el hecho de que, ¡ah sí!, él vive en San Francisco—solté un suspiro y gire los ojos aunque sé que ella no puede verme—Así que... ¿Te lo encontraste?—dijo ella con un tono de voz que conocía muy bien

—Sí, tu sobrina Alma vino a que le firmara su libro. Por cierto, ¿no es muy chica para leer?—pregunté curiosa

Escuché como Emma soltaba una carcajada al otro lado, mientras que yo alejaba el celular de mi oreja y lo veía de manera extraña. ¿Y a esta qué mosco le picó?

—Así que también te enteraste que tiene una hija—dijo y apuesto lo que sea que se encuentra sonriendo la muy maldita— te lo dije Almita, el mundo es redondo. En algún momento ustedes dos iban a encontrarse— soltó una pequeña risa—por cierto, respondiendo la pregunta sobre mi sobrina... sí, es muy pequeña para leer, pero Samuel y yo le estamos enseñando y bueno, a ella ya no le gustan los cuentos infantiles, bueno en realidad si, unos que otros de Disney, pero hasta ahí no más, luego le gustan todas las novelas de amor juvenil. Con Samuel tenemos que adaptar a veces las historias para ella, pero bueno—soltó un suspiro

—Ow, que linda es tu sobrina. Estoy segura de que salió a ti o a tu madre, por qué a él... ¡JA!—dije de manera burlesca— y si, sí, sé que me lo dijiste, tanto tú como Maya, pero joder, no pensé que fuera cierto. En fin, ¿quién diría que Samuel Jones estaría casado y con una hija, eh?

—No mi ciela, casado no, juntado. Los hermanos Jones no nos casamos—dijo Emma con superioridad

—Mejor ni te digo nada, porque aún no te he visto. Cuando te vea, seguiremos hablando de éste tema, que me tiene muy intrigada—Emma se rió

—Vale está bien, pero ven a verme eh. Porque hace tres días que has llegado a San Francisco, y ni luces has dado—ahora era yo quién reía

—Esta bien esposa mía, no me reclames por estar ocupada trabajando para ti y el bebé—dije dramática

—Es que tú, parece que ya no me amas, que ya no deseas formar una familia conmigo y tu hijo. Si ya no me amas, solo dímelo—dijo Emma siguiéndome el juego

—¿Qué no te amo? Ja. Te he aguantado por ocho años y más. Deja que llegue a casa y veas como no te amo—dije pervertidamente

—¡Diablos señorita!—soltó Emma de repente haciéndome estallar a carcajadas—¿por qué lo dices de forma tan brusca? ¿no ves que soy una delicada señorita?—dijo ofendida

—Ay sí, ¿cómo no?. Si te encanta que te dé—dije riendo

—Me encanta que me dé un hombre—se rió—creo que es demasiado obvio, con mis cinco meses de embarazo, ¿no crees?

—Diablos jovencita—me reí

—Es "diablos señorita" por la película "¿Dónde están las rubias?"—dijo Emma riendo

—Lo sé imbécil, pero yo no sigo las reglas. Así que de ahora en más, para mí será... Diablos jovencita. Bueno amor mio, debo irme que tengo un guapo prometido esperándome en mi casa—me reí

—Claro. Saluda a Peter de mi parte—dijo Emma

—Está bien. Y tú saluda a Héctor de parte mía. Por cierto, veo si esta tarde puedo pasar a verte ¿si? ¡Los amo!

—Esta bien. Te amamos más—dijo y colgó

Justo había llegado a mi casa, le pagué al taxista y bajé mientras soltaba un suspiro. Hace tanto tiempo que no volvía a mi ciudad. Literalmente, hace siete años que no volvía a San Francisco, ni siquiera de visita. Pero aquí estoy, de nuevo. Siento que retrocedí en el tiempo y he vuelto a ser la cría de dieciocho años que ha terminado con su primer amor y que a la vez, fue el chaval que más la ha decepcionado y lastimado, y que luego de eso se ha ido a España con el corazón destrozado para no volver más. Vaya, que resentida era. Al principio sí, no quería volver porque no quería encontrarme con Samuel. Eso duró, no sé, como dos años en los que pensé así. Luego me concentré en mi futuro, y, para desahogarme, para sacar todo lo que llevaba guardado durante dos años, decidí escribir mi primera novela. Mi primera novela sobre lo que fue mi primer amor. Mi primera novela, que se convirtió en un best seller, ¿quién lo diría, no? Pero bueno, al parecer mi primer amor también le ha roto el corazón a tantas personas y no sólo a mí, aunque claro, yo fui quién peor lo vivió y sufrió a eso. En fin, aquí me encontraba nuevamente, en San Francisco, dispuesta a quedarme y a sanar una herida que jamás ha sanado completamente del todo, que jamás se ha curado verdaderamente... Samuel Jones

—¿En qué piensas mi amor?—dijo Peter mientras me abrazaba por detrás del sofá y me daba un beso en el cuello

Me sorprendí, porque no sé en qué momento había entrado a la casa, ni en qué momento había llegado a la sala y me había sentado. Pero sobre todo, me sorprendí porque no lo había escuchado

Giré mi cabeza y le sonreí, para luego darle un corto beso en los labios

—En nada en especial. Solo en que no pensaba volver a estar aquí, en San Francisco—me reí

Peter rodeo el sofá y se sentó a mi lado abrazándome por los hombros

—Lo sé, ni yo pensé eso. ¿Pero sabes qué es lo más loco?—preguntó mientras me corría un mechón de cabello de mi cara

—¿Qué cosa?—le sonreí

—Que jamás llegué ni siquiera a imaginar, que aquella chica con la que alguna vez choqué en la calle, justo aquí, en San Francisco y que sobre todo, me pareció tan dulce y tan linda, ahora sería mi novia y futura esposa. Jamás llegué a imaginar, que años después te volvería a encontrar—lo miré alzando una ceja—está bien, me corrijo. Jamás llegué a imaginar, que años después te chocaría con mi vehículo allá en España, y que luego de eso, serías mi más grande amor




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