Un Amor Poco Común #2

CAPÍTULO 2

 —¿Qué sucede mi amor?—dijo Peter viniendo rápido a mi encuentro

Colgué la llamada que mantuve con Maya, y me caí de rodillas al suelo, aún en shock. Esto no podía estar pasando. ¿Muerta, la mamá de Emma? No. Claro que no. Esto era una maldita broma

—Amor, mírame. ¿Qué sucede? ¿Por qué estás llorando?—dijo Peter a mi lado con tono de preocupación

Lo miré a los ojos confundida, y no fue hasta el momento en que lo dijo, que me di cuenta que estaba llorando. Me sequé las lágrimas con el dorso de mi mano y negué con la cabeza, mientras me levantaba del suelo y me limpiaba las rodillas. Todo esto bajo la atenta mirada de Peter

—Vamos a casa de Emma, por favor—dije en un susurro, y casi a modo de suplica

—¿Pero qué sucedió?—dijo Peter preocupado

—Murió la mamá de Emma—solté de repente

Miré a Peter esperando alguna reacción de su parte, pero éste sólo me miró sin expresión alguna. Me miró tan serio, que por poco no lo reconozco, puesto que, por lo menos a mí, nunca me miró de esa forma

—¿Qué estás esperando entonces? Vamos—dijo Peter

Salimos de la casa para subirnos al auto de él y así ponernos en marcha a la casa de Emma. En estos momentos agradezco que la casa de ella, esté a tan solo veinte minutos de la mía, porque no podría esperar demasiado tiempo tampoco. 

Llegamos a la puerta de Emma, y Peter estacionó al frente de su casa, acto seguido bajamos y fuimos hasta ella. Estaba apunto de tocar el timbre, cuando la puerta fue abierta y me encontré con cuatro par de ojos que me miraban curiosos

—¡Les dije que si llegaban a salir, les iba a dar razones de sobra para que quieran salir de la casa!—se escuchó un grito proveniente de adentro

Miré a mis sobrinos, quienes me sonrieron con inocencia y un brillo de malicia en los ojos. Me agaché hasta su altura y les di un beso en la mejilla a cada uno, mientras los abrazaba

—Hola tía Alma. Hola tío Peter—pronunciaron estos a unísono

—Hola bestias—dijo Peter alzando en sus brazos a Joey

Ya que él lo alzó a Joey, yo alcé a Nicolas. Ya con ambos en brazos, entramos a la casa. A nosotros llegó una muy enfadada Maya, y al verme pegó un pequeño chillido y vino hasta mi, para darme un efusivo abrazo

—¡Hola, te extrañé!—dijo esta aún en mis brazos

—Hola Maya, también te extrañe. ¿Estás bien? Que bueno, me alegro demasiado por ti. Sí, sí, yo también me encuentro bien—dijo Peter a mis espaldas, haciéndonos reír a ambas   

—Hola Peter—dijo Maya mientras se dirigía a él y así envolverlo en un abrazo

—¿Así que tú eras quién le gritaba a mis adorables y dulces angelitos?—pregunté intentando contener la risa, con Nico aún en mis brazos 

Maya se separó de Peter y se dio vuelta como si estuviera poseída, y en esos momentos me arrepentí de hablar. Porque ya sabía que los mellizos no eran PARA NADA dulces angelitos. Eran unos monstruos traviesos 

—Ustedes dos tienen suerte de que esté su tía Alma aquí—dijo Maya, para luego girar la cabeza para alguna parte de la casa—¡CAMERON, VEN AQUÍ AHORA MISMO!—gritó Maya

A los minutos llegó Cameron, quién nos saludó también felizmente, o bueno, todo lo feliz que se pueda estar. Le di a Nico para que lo sostuviera él y Maya me dirigió hasta dónde se encontraba Emma. Llegamos a su habitación, porque según lo que me dijo Maya, cuándo Emma se enteró de lo sucedido, se desmayó, así que ahora se encontraba en su habitación haciendo reposo. Emma al verme, se le llenaron los ojos de lágrimas e intentó levantarse de la cama, pero cuando vi sus intenciones, no la dejé y me acerqué yo a ella. Una vez estuve a su lado, la abracé todo lo fuerte que me permití sin lastimarla y ella lloro en mi hombro    

—Murió Alma, mi mamá murió—sollozaba Emma en mi hombro

Se me rompió el corazón al escucharla y me di cuenta que a mi también se me estaban empezando a llenar los ojos con lágrimas. No, no podía permitirme llorar. Debía ser fuerte por ella

—Sé que no debería preguntarte esto, pero.. ¿cómo fue que sucedió?—pregunté intentando sonar calmada

—Sufrió un paro al corazón, esta mañana. Ella toda su vida sufrió del corazón y-y—lloró nuevamente, me permití acostarme a su lado en la cama y la atraje hacia mi pecho—yo sabiendo todo eso, la dejé sola, en aquella casa vacía y grande—dijo Emma mientras intentaba calmarse 

—Shh shh, tranquila—susurré por encima de su cabeza, mientras le acariciaba el cabello—le hará mal al bebé 

En esos momentos vi entrar a Peter a la habitación, junto a Hector, quién al verme vino hasta mi. Con Peter hicimos cambio de lugar, y ahora era él quien se encontraba abrazando a Emma y yo abrazaba a Hector

—¿Cómo estás pequeña?—dijo Héctor en voz baja aún en el abrazo 

—En shock, ¿y tú?—dije en el mismo tono de voz que él, mientras me separaba de él, pero sin sacar mis manos de sus hombros

—Tragando la noticia. Victoria era...—soltó un suspiro—era una persona demasiado importante para muchas personas. Y, de repente esta noticia, fue como, wow—dijo Hector totalmente serio

Suspiré porque sabía que tenía razón. La señora Victoria, la mamá de Emma, era una mujer llena de luz, tan brillante que contagiaba a todos con su alegría, con su espíritu salvaje. Ella era una mujer que te demostraba que, aunque estuvieras prisionera con un hombre tóxico por muchos años, eso no implicaba que te pudiera apagar el espíritu salvaje y, sobre todo, la alegría que le otorgaba todos los días a sus hijos.

Le otorgué mi mejor sonrisa a Hector y me giré para ver a mi amiga, llorando en los brazos del hombre que amo con todo mi ser. Peter levantó la cabeza, puesto que estaba diciéndole palabras alentadoras al oído a Emma y acariciándole el cabello y me miró preocupado. Sabía lo que le preocupaba más que nada. Sabía que la salud de Emma era quién mantenía esa mirada llena de angustia y preocupación en sus ojos. Sabía que no había otra persona que le preocupara más, que el bebé que lleva Emma en su vientre. Y lo entiendo, a mí también me preocupaba su bebé, también me preocupaba la salud de mi amiga. Pero sé, que a Peter le preocupa más que nada, porque su ilusión siempre fue tener un hijo y, lastimosamente, yo no se lo podía dar. No me sentía lista aún para tener un bebé. No cuándo estaba empezando a triunfar con mis libros. No luego de que perdimos un hijo aquella noche...




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