Un Amor Poco Común #2

CAPÍTULO 23

—Espera, espera, espera— murmuró Samuel en medio del beso, para luego separarse de mi, se relamió los labios y me miró con un brillo extraño en sus ojos— ¿qué fue eso? 

Ahora que lo pienso mejor, sí, ¿qué carajos fue eso Alma? Por dios, ya no tienes diecisiete, compórtate. 

Bufé y cubrí mi cara con ambas manos, ¿por qué soy así?

—Perdón, no sé por qué lo hice, solo sé que me dieron ganas de hacerlo— lo miré a los ojos, para luego mirar hacia otro lado— creo

—De acuerdo, a ver, entiendo que estés dolida por Peter, lo entiendo, pero por favor, no hagas estas cosas— Samuel miró sus manos, para luego agarrar una de las mías— tú me gustas Alma, en serio lo haces y soy capaz de aguantar cualquier cosa de ti, pero esto no— vi sinceridad en sus ojos, y lo entiendo, ¿quién querría esta mierda?

—Lo sé, perdón, en serio— suspire mientras cerraba mis ojos— no sé qué me pasó, pero prometo que no pasará de nuevo. Te entiendo, ¿quién querría pasar por esta mierda?— reí levemente negando con la cabeza— Dios— incliné mi cabeza hacia atrás— si yo estuviera en tu lugar, ya te hubiera enviado a la mierda por estar jugando conmigo, y tu, sigues aquí a pesar de todo— lo miré y vi que sonreía ladinamente— gracias por seguir aquí

—Linda, una vez yo me equivoqué y me arrepiento por eso, que tu te equivoques no me importa, porque, yo me equivoqué más de una vez y tú aún así me perdonaste. ¿Por qué no te perdonaría yo a ti?— sonreí con ternura

Me incliné hasta el cuerpo de Samuel y deposité un beso en su mejilla, al separarme de manera lenta, lo escuché y sentí suspirar

—Bien, creo que ya debería de irme a mi casa. Ya van a ser las cuatro de la madrugada —comenté y él asintió con la cabeza

Ambos pagamos la cuenta y fuimos hasta la salida del local

—Tomemos el mismo taxi juntos, no voy a dejar que te vayas sola, con un desconocido, en tu estado—comentó Samuel, yo sólo pude sonreír y asentir con la cabeza

Convengamos que, por más que me hubiera negado, él aún así, se hubiera subido al taxi conmigo

Ambos nos quedamos en silencio, sin saber muy bien qué más decir. Pero, sé sentía la tensión en el aire

—Así que... ¿Ese fue nuestro último beso? —preguntó Samuel

—Si —respondí entre seria y divertida

—Oh —fue todo lo que me respondió él

No pasó ni un segundo, que Samuel me agarro de la cintura y estampó sus labios con los míos. Tardé en reaccionar, pero lo hice.

Coloque ambas manos en sus mejillas, haciendo que él haga presión en mi cintura.

No fue hasta que su lengua se encontró con la mía que sentí, ¿cómo lo explico? Sentí una explosión en mi interior.

Ambas lenguas, como siempre en nosotros, no iban al compás, sino que luchaban por ver quién dominaba a quién, y eso, de una manera un poco rara, hacia de este beso uno... Explosivo. Algo raramente mágico

Nos separamos por falta de aire y Samuel unió nuestras frentes. Sentía como intentaba regular su respiración, ya que estaba muy agitada y yo hacía lo mismo, haciendo que nuestras respiraciones se mezclen.

Aún mantengo los ojos cerrados, no quiero abrirlos y que la culpa me dé de lleno en la cara. Pero se me hizo inevitable hacerlo, cuando escuche las siguientes palabras de Samuel

—Te extraño —abrí mis ojos y me di cuenta que él sigue con los ojos cerrados— te extraño demasiado y sonare como un pendejo que no sabe superar, pero aún recuerdo al Samuel de diecinueve años que era feliz a tu lado, que, jamás volvió a saber lo que es amar— abrió los ojos y me miró — fuiste la única que me enseñó a amar. Pero entiendo que lo nuestro ya no puede ser —murmuró

—Hay personas que, cuando se van de tu vida y luego de un tiempo vuelven... Ya no caben en nuestras vidas, y no es rencor, sino el tiempo quien te dice que, ya no pertenece allí, que personas del pasado, deben quedarse ahí —Samuel asintió con la cabeza mientras soltaba un suspiro y yo acariciaba sus mejillas con mis pulgares— por eso te pido perdón, porque sé que estoy actuando mal, pero muy en el fondo, deseo que, siquiera, a la fuerza vuelvas a encajar en mi vida, pero sé y entiendo, que ya eso no es posible

—Lo entiendo, pero hay algo que tú debes entender— me agarró del mentón, para que no deje de mirar sus ojos, me conoce bien como para saber que sí iba a correr mi mirada— siempre te pertenecere. Mi corazón siempre será tuyo y estará en tus manos, aunque sé que corre el peligro de ser lastimado, por más que tu no quieras hacerlo, porque— sonrió de manera tierna— sé que eres una torpe con buen corazón —reí levemente — pero siempre te pertenecere. Porque, somos de quien nos encuentra rotos, en pedazos, en añicos, y nos ama hasta dejarnos completos, armados y sin un solo rasguño, de quien cura hasta nuestras cicatrices— sonreí levemente— de quien no nos cambia, porque así tal cual, nos ama, pero, sí nos mejora

¿Qué les puedo decir? El alcohol es muy potente en mi. Tanto, que no pude resistirme y... Boom, lo besé

Pero, este no fue un beso como el anterior. No fue un beso desenfrenado. Era un beso tranquilo, un beso que dice mucho. Un beso, lleno de despedida, lleno de adiós a nuestro pasado, a nuestro loco, amor.

Nos separamos y el taxi llegó. Nos sonreímos al saber lo que acaba de pasar. Sonreímos con nostalgia, al saber que, ambos estuvimos de acuerdo en despedirnos de esa manera tan maravillosa.

Ambos nos subimos al taxi y Samuel le dio la dirección de mi casa.

Todo el transcurso fue en silencio, pero no uno incómodo, uno... Lindo. Lleno de paz. Uno en donde te sentías libre, porque, finalmente dejaste atrás tu pasado.

Todo el camino fui viendo por la ventana, vaya que mi ciudad es hermosa. Las luces que hacen de esta ciudad una más viva y hermosa.

Finalmente llegamos a mi casa, le pague mi parte del chófer, aunque Samuel quiso impedirlo, pero no me importó y de todas formas pagué. Me despedí de Samuel con un abrazo y él volvió a subirse al taxi.




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