Un Amor Poco Común #2

CAPÍTULO 27

Me encuentro en el parque con Samuel y Almita, al parecer Savana está muy enferma y ella le pidió que sacara a Almita, que teme contagiarla y bueno, me invitó y ¿cómo negarme? Es una forma de desestresarme y además, adoro a Almita.

—¿Y no fue al médico? —pregunté viendo a Almita jugar en los juegos

—Si, es solo gripe, pero aún así me tiene preocupado —respondió Samuel, también viendo a Almita— pero no hablemos de eso, mejor hablemos de Peter —gire a verlo y él hizo lo mismo

—¿De Peter? —pregunté curiosa a lo que él asintió con la cabeza —¿qué quieres hablar de él?

—Un pajarillo me contó que Drake lo golpeó, que le dio una paliza de aquellas... ¿Es cierto? —me miró entre intrigado y divertido

Eleve una de mis cejas y lo mire divertida

—Tal vez —respondí

—Se lo merece. Nunca me cayó bien Drake, pero ahora hasta podría ser mi mejor amigo— sin aguantarlo, solté una carcajada

—Si bueno, a mí no me pareció que hiciera eso, a decir verdad— comenté, ganándome una mirada llena de asombro de su parte

—¿Qué? ¿Por qué?—preguntó incrédulo— digo, él te engañó Alma...

—Si y yo también lo hice —lo mire a los ojos de manera severa— que él se haya acostado con esas chicas, no quita el hecho de que yo me besé contigo— él miró hacia Almita, para luego volver a verme

—Bueno sí, pero es distinto y lo sabes— me acusó

—Si... tal vez— me encogí de hombros

Samuel estaba por decir algo, cuando vimos a Almita acercarse a nosotros corriendo

—Papi, tengo hambre— habló mientras se refregaba su pancita 

—En seguida iremos a comer, ¿si? Aguanta un poco— respondió Samuel de manera amable

—Pero es que, en verdad tengo mucha hambre, tanta hambre, que podría comerme hasta... ¡un elefante!— exclamó levantando los brazos hacia el cielo, sonreí divertida 

—¿Qué les parece si... los invito a comer?— pregunté viendo a Almita asentir con euforia la cabeza

—No Alma, en serio, ella puede aguantarse hasta llegar a casa— comentó Samuel y Almita negó con la cabeza, haciéndome reír levemente

—Pero es que, yo también tengo tanta hambre como ella, y no quiero comer sola— hice un mojin— anda Almita, ayúdame a convencer a tu papi, ¿si?

—¡Por fis, papi! ¡Por fiiiis! ¡No nos dejes morir de hambre, por tu crueldad!— exclamó la pequeña, haciéndome soltar una estruendosa carcajada

Samuel me miro con los ojos entrecerrados, para luego mirar a su hija y al final, suspirar rendido y asentir con la cabeza

—Está bien— habló con un tono de voz de rendición 

—¡Si!— gritamos Almita y yo a unísono

—Aquí en la esquina hay un restaurante, ¿vamos?— pregunté a lo que Samuel asintió con la cabeza.

Ambos nos levantamos del asiento en el que nos encontrábamos, y empezamos a caminar, pero...

—¡EL QUE LLEGA AL ÚLTIMO ES UN HUEVO PODRIDO! —gritó Samuel y echó a correr

Y ahora nos encontramos los tres corriendo hacia la esquina del parque, como si nuestra vida dependiera de ello. Pero admito que era divertido y más al escuchar las risas de Almita, mientras que Samuel nos gritaba "caracoles" 

Al final, ganó Samuel y tanto Almita como yo, nos pusimos en acuerdo que... Fue trampa. Porque él salió corriendo antes, eso no se vale. Entonces, dijimos que de vuelta, habría una revancha, pero que esa vez, no habría trampa alguna.

—¿Y cómo te está yendo en la escuela? —le pregunté a Almita, mientras esperábamos por nuestras hamburguesas

Sí, ella y yo pedimos la misma hamburguesa doble queso, con papas fritas. No sé si ella se podrá acabar esa hamburguesa, ya que es muy grande, pero de acuerdo, ella quiso esa. Mientras que, por otro lado, esta Samuel, que pidió pescado o algo así, no sé, sólo se que es feo. Bueno, para mí, porque no me gusta el pescado.

—Bien, tengo todo diez— habló orgullosa de sí misma y yo no pude evitar sonreír

—Eso se merece un helado, entonces —comenté ganándome una mirada de Samuel

—No— negó él con la cabeza

—¿Cómo qué no? Tiene todo diez, hay que darle un premio por su esfuerzo —respondí segura

—Es su deber tener buenas notas, sino, cada vez que cumpla con sus deberes, tendré que darle un premio y no es así —comentó, igual que yo, seguro de lo que dice

—Bueno si, tienes razón. ¿Pero no crees que darle una incentivación a que siga así, esta bien? Digo, sé que es su deber tener buenas notas, pero no esta de más darle cosas, por su buen comportamiento, sus buenas notas y cosas así —me encogí de hombros —tampoco digo que tiene que ser siempre, pero, de vez en cuando, creo yo, no le hace mal a nadie —le sonreí a la camarera que nos dejó la comida, para luego volver a girarme hacia Samuel— es solo mi opinión, entiendo que para ti no sea así, y la respeto. Así que, ¿qué te parece si, luego pedimos postre aquí? Yo invito —sonreí gustosa

—Alma, yo... —se quedó callado, para luego mirar a Almita, quien ya estaba disgustando de su hamburguesa— gracias —volvió a mirarme, para luego sonreírme

Lo único que hice, fue guiñarle el ojo mientras me sonreía. Mire mi hamburguesa y, como Almita, me dispuse a comerla.

¿Recuerdan que dije que no sabía si Almita se acabaría esa hamburguesa? Bueno, hasta el postre se acabó. Estoy sorprendida, no creí que podría con las papas y la hamburguesa, y encima, el postre que fue helado.

Ahora nos encontrábamos haciendo un tiempito, hasta que la comida baje

—Quiero ir al baño— habló Almita y vi a Samuel con intenciones de levantarse de su asiento— No, quiero que ella me acompañe— aseguró, mientras me señalaba —¿Me podrías acompañar Alma, por favor? —me miró con esos ojitos de perrito bajo la lluvia

—Amor, ya suficiente molestamos a Alma, anda, yo te acompaño— respondió Samuel

—Tranquilo, no me molesta—le sonreí a Samuel— Claro tesoro, vamos —me levante de mi asiento y estiré mi mano en dirección a Almita, quien gustosa la aceptó, para luego levantarse de su asiento —Ya volvemos, tranquilo —dije hacia Samuel




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