Un Amor Sin Contrato

06

—Se le dijo que tiene un embarazo delicado, no puede tener disgustos o sobresaltos, mejor sería que duerma en la primera planta.

—Está bien, doctor, como usted diga, haré que ella siga sus indicaciones a pie de la letra.

Mientras el hombre cerraba su maletín, dejándolos solos, él delicadamente dejaba su cabeza sobre una almohada para luego ir a ver al médico antes que este se vaya, necesitaba hablar con él.

—¿De verdad estará bien?

—Tiene que guardar reposo absoluto y evitar sobresaltos, la señora tiene un carácter muy explosivo y tiene que aprender a controlarlo, a título personal, le recomiendo que ella lleve terapia, sé su problema neurológico, por lo tanto, creo que es la opción más viable, pero no es fácil decírselo, tenga tacto por favor.

Santiago, solo opto por presionar su entrecejo, era difícil tratar con ella, era terca, obstinada y orgullosa, sabía que estaba tensa y lo atribuía a la repulsión que sentía hacia él, pero se tuvo que aguantar porque se trataba de sus hijos y esperaba que ese amor hacia ellos, la hicieran entender.

—Sabes que no soy una niña, ¿cierto? Por lo tanto, deja de tratarme de esa forma, no te dije nada antes. ¿Quién te crees para querer controlarme? ¿Tus hijos? Parece que te dejé algo mal de la cabeza.

Ahí estaba la sonrisa burlona, sórdida, sabia y lo hacía con toda la intención del mundo, después de todo se supone que poco o nada debía interesarle sus sentimientos.

—como lo digo para que entiendas, sé que soy el padre debes saber que lo sé hace varios días y si no dije nada, fue por darte espacio, ahora que regrese la enfermera le doy algunas indicaciones y me voy, mañana vendré a verte—ella iba a reclamar, sin embargo, el sonido de la puerta abriéndose, hizo que las palabras se atragantaran.

Cuando cerro la puerta tras él, recién hay pudo sacar el aire que estaba conteniendo y se apoyó en las rodillas, se dio cuenta de que debía ir poco a poco, sin embargo, tampoco podía controlar lo que aún sentía por esa mujer, tenerla tan cerca, su aroma, su piel, la suavidad de su cabello, no podía volver a caer en ese pozo, él también tenía su orgullo y no le daría el gusto de verlo nuevamente a sus pies, así se muera por ella, Santiago Montiel no volvía a caer con esa mujer.

DÍAS DESPUÉS

—Deja de venir, el médico me dijo que ya estoy bien y si me dejas un día en paz, me darías espacio para ir a mi empresa.

—Tienes razón, ya me dijeron que estás de alta, por lo tanto, eres capaz de enterarte de ciertas cosas.

Aquella frase la hizo sentir inquieta, trataba de buscar que hubiera alguna cámara escondida o algo como eso, porque nunca espero y no debía ser algo serio viniendo de un hombre como él.

—déjate de juegos y solo déjame en paz, la puerta es bastante grande como para que entres por ahí y te desaparezcas de mi vista.

—Lo siento, por ti y tu aversión hacia mí, pero me tendrás que soportar no es como si fueras mi persona favorita, te lo dije antes Fernanda, el hombre que se derrita por ti desapareció desde hace mucho, que no te lo haya dicho antes no significa que no lo sepa, desapareciste siendo consciente que esperabas a mis hijos, solo apareciste porque Aurora estaba mal, de lo contrario, jamás me hubiera enterado, ¡porque pensé que la tierra te había tragado—cuando quería calmarse, ella lograba el efecto contrario, siempre tenía en mente otra cosa que decirle y terminaba, por otro lado, como dos polos apuestos, como los dos lados contrarios de una batería, se miraban a los ojos y sus miradas se retaban sin decir alguna otra cosa!

—¡Eres un imbécil! Es mi cuerpo, mi decisión; por lo tanto, no estaba obligada a decírtelo.

—No me hagas reír, Fernanda, ¿tu cuerpo, tu decisión? Dejo de ser tu decisión desde que decidiste continuar con ese embarazo, donde están nuestros hijos, aunque no te guste, son nuestros.

—Soy una mujer independiente, no necesito de ti y mis hijos tampoco, soy una empresaria, jamás te necesitaría, ¿Quién te crees? Solo un asalariado, un don nadie, eso es lo que eres, Santiago Montiel.

—¿Empresaria? Fernanda date cuenta, aterriza y deja de ser tan ilusa, no tienes nada, Luis se llevó todo, estás prácticamente en la calle, este don nadie tiene as dinero que tú en su cuenta corriente, he pagado tus malditas cuentas de fin de mes y no te enteras, estoy harto de ti, de tu prepotencia, de tu altanería, lo que necesitas es que, mejor me largo y lo que te acabo de decir, te lo dejo de tarea ¡bruja!

Se fue azotando la puerta, porque las chispas, sin importar las palabras, estaban ahí. Aunque hablaba producto de la rabia, solo veía sus labios, ese rojo carmesí natural que lo volvía loco, esos hermosos ojos, no iba a caer, nunca más.

Por otro lado, estaba Fernanda, no era que no sintiera nada al tenerlo así, con ese enojo brotándole por todos los poros, ese salvajismo que la electrizaba, era otra cosa que no entendía.

¿Empresaria? Fernanda, date cuenta, aterriza y deja de ser tan ilusa, no tienes nada, Luis se llevó todo, estás prácticamente en la calle. Este don nadie tiene más dinero que tú en su cuenta corriente; he pagado tus malditas cuentas de fin de mes y no te enteras



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En el texto hay: deseo, perdon, amor

Editado: 18.01.2025

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