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Al llegar al hospital, Cassidy se dirigió a la habitación de Sofía. La niña sonrió de inmediato al verla, y Cassidy se sentó a su lado. Mientras hablaban, Cassidy se dio cuenta de que Sofía estaba sufriendo mucho. Su enfermedad la había debilitado, y su espíritu se estaba apagando.
Cassidy sabía que tenía que hacer algo para ayudar a Sofía. Había preparado un regalo especial para ella: el telón dorado que había pintado con amor. Pero al escuchar la triste confesión de Sofía, Cassidy quedó inmutada, sin palabras para expresar su dolor y sorpresa.
—Odio tanto la Navidad— confesó Sofía con una lágrima corriendo por su mejilla.
—¿Por qué la odias? La Navidad es una noche llena de amor, luces de esperanza y mucha paz—.
—Porque toda la gente puede salir a pasear, todos sonríen junto a sus familias, reciben obsequios de amor... excepto yo—
—¿Y si recordamos el sacrificio de Jesús en el madero y su nacimiento? ¿Me prometes que sí cambiarás de opinión? —preguntó Cassidy, retirándose con la mirada entristecida.
—Yo solo quiero su amor— respondió Sofía con el ánimo decaído.
Así que, esa noche, Cassidy se sentó en su estudio y comenzó a pintar...