Un ángel en la Tierra

Epílogo

Narra Castiel

Desperté con el sol del amanecer cayendo en mis ojos tras aquella cegadora luz que disipó todo mal, toda nube de caos que se amontonaba en el firmamento, a mi alrededor podía verse el desastre que había quedado del Día del Juicio Final, muchos edificios y casas habían desaparecido, colapsaron y desaparecieron dejando apenas sus cimientos; algunas personas caminaban por las improvisadas veredas buscando familiares y amigos entre los que parecían confundidos de haber sobrevivido.

Tardamos unas horas en comprender lo que realmente había sucedido, Tomiel dejó que cada persona decidiera su destino y se salvara ―o no― teniendo en cuenta su arrepentimiento. Muchos salieron perdonados, otros se perdieron y no han sido hallados aun y honestamente no creo que algún día los encuentren ― al menos no los humanos―, unos pocos fueron los que ni siquiera se inmutaron de lo que ocurría y los niños pequeños fueron resguardados por los ángeles del Abismo, los que ya habían sido llevados con anterioridad al resguardo del Cielo poco a poco comenzaron a abrir sus ojitos otra vez en este mundo.

Creo que puede respirarse la diferencia en el mundo, se siente como si todo fuese más ligero.

―Una última oportunidad ―comento con una sonrisa, es agradable saber que no han sido eliminados, los humanos realmente son amados por nosotros, aunque no lo sepan, aunque no lo crean.

―Bueno, nunca he sido bueno para tomar decisiones extremistas ―volteo a verlo, Tomiel me sonríe acercándose a paso tranquilo.

Te creo, siempre eres benevolente, no importa le caso ― llevo una de mis manos a su rostro para acunar su mejilla y dejar un toquecito suave.

―Tengo algo más que hacer aún ―susurra y veo a mi compañero caminar por el asfalto, sus alas plegadas parece no pesarle y me entra la curiosidad por lo que lo sigo. Se detiene frente a la mujer que le ha dado la vida aquí en la Tierra, ella lo observa como si fuera algo de otro mundo y a la vez con tanto amor, un amor maternal que no he experimentado antes pero que puedo identificar claramente―. No puedo irme y dejarte sola.

―No es como si pudiéramos regresar a ser madre e hijo, ¿No? Eres todo un adulto ahora ―ríe algo entristecida, parece querer llorar.

―Lo sé, pero el que yo ya no sea un niño no significa que tú no tengas un hijo ―el peligris se hace a un lado mientras una de sus alas se extiende y brilla, al volver a ser plegada deja ver a un pequeñito que sonríe y se lanza a los brazos de su madre.

― ¡Mami! ―Magali recibe con amor a su pequeño, sus ojos derraman las lágrimas que se acumularon, observa atónita, es su hijo, su pequeño, exactamente él.

―Pero, ¿Cómo? ―observa a Tomiel con la mayor de las sorpresas.

―No sería capaz de irme sin devolverte a tu hijo, yo lo fui un tiempo y he sido inmensamente feliz, asique cuida de él, Magali, cuida de todos, van a necesitar reponerse de esto. ―sonrió dejando un beso en la frente de la mujer―. Es el inicio de todo, un nuevo mañana, enorgullézcanme de mi decisión final.

― Gracias, por todo, Tomiel ―Maga le sonríe a mi ángel compañero, me alegra saber que es amado por un humano, por ella.

Tom les da la espalda siendo visto por todas las personas presentes, toma mi mano entrelazándola con la suya y terminamos encaminándonos de regreso a donde los demás ángeles esperan para volver a casa, a nuestro Cielo Eterno; observo detrás de mí, ¿Será posible que todo continúe? No creo que tengan otra opción.

―Es un caos para los humanos ―hablo volteando a verlo.

―Ellos van a sobreponerse, siempre lo hacen ―responde seguro de sus palabras.

―Conocen de ti y de nosotros ahora ―susurro frunciendo el ceño.

―Lo mejor es desaparecer por un buen tiempo, no me quedaré en la Tierra, ya he tenido demasiada experiencia con ello. ―suspira, puedo ver su cansancio―. Iré a donde tú vayas.

―Bienvenido al Cielo, entonces ―sonrío, por fin volveremos a nuestro hogar.

―Gracias ―besa mi mejilla y cierro los ojos, disfruto mucho cuando me da esas muestra de amor.

No estamos seguros de qué es lo que va a suceder a partir de esto, cómo la humanidad va a tomar el hecho de que realmente existimos, de que estuvieron a punto de desaparecer.

―Se recuperarán, estoy seguro de ello ―Tomiel observa a las personas caminar por la calle mientras nos elevamos en el Cielo, es la última vez que estaremos aquí―. Tengo fe en ellos.

"Tengo la fe necesaria y suficiente como para apostar a que podrán salir adelante, creo que solo necesitaban el empujón adecuado asique, gente que no tiene fe, ¡Batallen!"

 




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