CAPÍTULO 16

UNA SEÑAL POSITIVA

«Cuando todo se vuelve oscuro, es cuando aparecen las estrellas».

—En un estado de coma, los pacientes a veces pueden abrir los ojos, pero esto no significa necesariamente que estén conscientes o alerta —explica el neurólogo—. La apertura de los ojos, en este tipo de casos, puede ser un reflejo involuntario o una respuesta automática a la estimulación externa, como la luz o el sonido.

Noelia lo escucha atenta, su corazón y sus nervios aún no se reponen de la fuerte impresión que sintió al ver como esos ojos oscuros se abrían y parecían mirarla con intensidad.

Andreas aún no había salido de la casa, así que acudió a él y le informó lo que acababa de pasar. En pocos minutos, el equipo médico encargado de vigilar el progreso de Lucas, se hizo presente invadiendo la habitación.

—Quiere decir que algo pasó, y ese algo, ¿fue lo que hizo que reaccionará? —cuestiona Andreas.

—Es muy posible —responde el especialista—. Como les explique anteriormente, algún sonido o estimulación externa generó la reacción automática. ¿Quién estaba con él?

—Yo —contesta Noelia.

—Es usted su esposa, ¿cierto? —ella asiente con discreción—. Esa puede ser una razón, tal vez su inconsciente reconoció su voz y eso generó la respuesta. Es común entre esposos o personas que son significativas.

Andreas mira a Noelia con el ceño fruncido. Ella no dice nada, solo lleva sus manos a su pecho como si intentara apaciguar el galope descontrolado que se desata en su interior.

—Esto que ocurrió, es un paso importante, y nos da la esperanza de que haya algún tipo de actividad cerebral —continúa el médico.

—¿Significa que está despertando del coma? —pregunta Philipo, esperanzado.

Delilah aprieta las manos de su esposo, mientras espera ansiosa la explicación del doctor.

—No necesariamente. Aunque es una señal positiva. Podría ser parte de su proceso de recuperación, pero también debemos ser cautelosos y continuar con los cuidados necesarios.

—¿Puede escuchar? ¿Entiende lo que le decimos? —pregunta Giavanna, emocionada.

—Es difícil decirlo con certeza en este momento —responde con sinceridad—. Haremos estudios para comprender mejor en qué estado de alerta se encuentra.

—Muchas gracias, doctor.

Despiden al médico y cada quien regresa a su habitación.

—¿Qué fue lo que le dijiste? —cuestiona Andreas con crudeza, una vez se quedan a solas.

—Que llevamos muchos días sin sexo —responde ella con voz inocente, encogiendo los hombros—. Que si quería que le hiciera una felación.

Evidentemente, Andreas no se esperaba esa respuesta y por un momento se queda sin palabras.

—¿Te parece que eso es gracioso? —recrimina, finalmente.

—Tú preguntaste. Si no querías escuchar la respuesta, no debiste preguntar, para empezar y, no lo dije para que te rieras. Se nota que lo que menos tienes es sentido del humor —en la mirada de Noelia se asoma un brillo desafiante.

—Mañana. Nueve en punto —y sale de la habitación.

Noelia sonríe con satisfacción.

«Al menos una le tenía que ganar a ese amargado», se dice divertida.

De nuevo, a solas en la habitación, regresa al lado de Lucas. Lo observa inquieta, intrigada, conmovida.

—¿Me habrás escuchado? —le pregunta casi en un susurro—. ¿Por eso abriste los ojos?

Espera ansiosa, una respuesta, una reacción, un leve gesto, algo, pero al cabo, de unos minutos, todo sigue igual.

Se levanta resignada, se asea un poco; luego se pone su pijama y se acuesta en la pequeña cama que acomodaron junto a la de él. Se acuesta de lado, observándolo con preocupación y adoración. No está muy segura que ella logre dormir bien. Debe estar vigilante, atenta a cualquier cambio o reacción.

Poco a poco el cansancio la vence y cae sumida en un sueño superficial.