Un atardecer mágico y Único.

¿Salir?.

Es difícil de explicar la sensación tan agradable que me transmite un simple deporte, el voleibol es uno de mis pasatiempos favoritos y más si se trata de jugarlo en compañía de mis amigas, me hace sentir tan feliz, es como si todas las discusiones, los problemas, las lágrimas, que todas las cosas malas se esfumaran en un instante, mi pecho se sentía cálido cada vez que compartía estos momentos junto a Johana y Miranda quienes luchaban por mantener el balón en el aire, una sonrisa de oreja a oreja nos invadia a los tres, los gritos de felicidad se escuchaban por toda la cancha junto a las risas de los demás, cada vez que jugaba voleibol se sentía como volver a ser un niño pequeño que acababa de revivir un juguete nuevo.

La escuela te proporciona dos balones de voleibol Pero, ¿A qué costo?, los balones eran viejos Pero aún a si seguían sirviendo mucho para que los descansos sean entretenidos, tenías que ir corriendo a pedirlos antes de que otro grupo las tomara o estabas perdido, solía saltarme la comida para poder durar mas tiempo jugando y no era mi culpa, es mi manera de desahogarme sin soltar lagrimas, habían muchas cosas fuera de la escuela que me causaban un dolor en el corazón, eran cosas que no puedo controlar Pero que aun a si me afectaban a gran escala, pero entonces cuando mis amigas comienzan a jugar y a invitarme a ellas simplemente es algo a lo cual no me puedo negar.

Aún que debo admitir que he dejado ir algunos descansos y juegos de voleibol por ir a platicar con aquel chico de cara pálida, suelo decirle a Johana que volvere pronto Pero entonces me pierdo en su mirada y dejo de pensar en el tiempo a si que cuando digo, «Voy a jugar con mis amigas » él responde con un «Mateo, ya van a timbrar». Ayer había recibido un regaño departe de él ya que había escuchado sobre lo muy atrasado que estaba en las clases de Raúl a si que él me dijo que hoy me pusiera al día por lo cual no nos veríamos y de verdad que esa era mi intención Pero cuando el balón cruzó cerca de mi rostro quedé totalmente flechado, me levanté para ir corriendo detrás del balón y mandarlo al otro lado de la red en donde Johana me felicitó.

Mi felicidad era tanta que no noté cuando aquel chico pálido cruzó detrás mío para gritar mi nombre haciendo que el balón cayera en mi cabeza causando un pequeño dolor gracias a la fuerza con la que fue levantada.

—¡Hey Evan!—salude dándome la vuelta aún con la mano en mi cabeza sobándole.

—¿Ya terminaste tus tareas?.—pregunto cruzando sus brazos para mirarme, que lindos ojos, se ve mucho más atractivo.

—¿Ha?, si claro, estaba en eso.

—¿Estabas?, a si que lo has dejado.—y ahora poso ambas manos en su cadera para alzar una ceja y reprimir una sonrisa.—Recuerdo aver pospuesto nuestro encuentro para que tú hicieras las tareas que te faltarán, ¿No es así?.

Asentí varías veces con la misma rapidez con la que latía mi corazón, di unos pasos hacia adelante para estar más cerca de aquel chico que, de algún modo se había vuelto un mandón, y este se quedó en su lugar y volvió a hablar.

—Por lo menos has avanzado, ¿Verdad?.

—He.—dije alargando la "e" mientras me rascaba la nuca olvidando el dolor pero recordando los nervios.

—Ven, te voy a yudar asta donde podamos darle ya que el descanso está casi por acabar.

—¿Por qué quieres ayudarme?.—esa pregunta era más para mi mente pero parece que lo había dicho en voz alta ya que este me miró extrañado.—Di-Digo es que... ¿No tendrás algo mejor que hacer?.

—Lo estoy haciendo.—antes de darse la media vuelta para dirigirse hacia el toldo azul en donde la mayoría de mochilas de segundos años posaban, este guiñó un ojo provocando que mis mejillas se calentarán con tanta rapidez, él... Él me ha mandado una indi... No, todo está en mi cabeza y como lo interprete, Pero, ese tono de voz... Su manera de decirlo...

—¡Apresúrate Mateo!.—grito una vez que llego debajo del toldo.

—¿A dónde vas?.—la voz de Johana interrumpió mi caminar por lo cual la mire y está a mi, un tanto molesta pero divertida me dijo.—Ha claro, nos cambias por un hombre.

Nos= ella y el voleibol.

—Por supuesto que no.

Corrí, no, trote hasta llegar a un lado suyo en donde este se sentó indicando que yo también lo hiciera y entonces ambos lo hicimos, saque la carpeta echa de papel cascarón de dicha materia para dejar caer mis trabajos algo... Revueltos, una vez acomodados pude saber que eran solamente dos figuras que me hacían falta.

—¿Te parece si yo hago una?.—hablo en cuanto miró por mi teléfono las imágenes que Miranda me habia enviado antes.

—¿No sé dará cuenta el Maestro?, que tal si dice que es una usurpadora.

—Le dices que fui yo quien te dió la idea, va a ser culpa mía.

—Si para que luego me diga.—arregle mi voz para alzar un dedo y decir con una pésima imitación del profe Raúl .—«Y para que le haces caso a este tonto, si él te dice que te tires de un puente, ¿Lo harás?.»

Este soltó una risa contagiosa por lo cual me uni a él por unos instantes antes de que él mismo lo cortará.

—Entonces, ¿Si te aventarías de un puente si te lo digo yo?.

—¿Me vez con cara de idiota?, ¡Pues claro que no!, no es así como pienso morirme.

—¿Aún que fuera por mi?, este, lindo y guapo chico de aquí.—pestaño un par de veces acurrucándose en sus manos.

—Pues claro que no.

—Ya lo sabía, no me has de querer, ¿Cierto Mateo? Solo a Elizabeth tu, "Amiguita".

—No me tiraría de un puente por ninguno de los dos, si fuera por algo más valioso entonces... Tal vez lo pensaría.

—¿Aún no soy valioso?.—se llevo unos dedos cerca de la mandíbula para "Pensar".—Bueno, pues solo me queda seguir esforzandome para serlo.

—Bueno, bueno, yo voy a hacer mi tarea por qué no quiero más regaños.

—¿Cuál hago yo?.—lo mire y este a mi, ¿De verdad quiere ayudarme?, bajo su mirada a las fotografías en mi WhatsApp y señaló la de Elefante.—Esta me parece bien.




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