Un atardecer mágico y Único.

Ojos oscuros.

E.

«¿Algunas vez has tenido mis pesadillas?».

Alguna vez un pequeño niño de cabellos castaños solía correr tras la pelota roja en el césped del parque más cercano de su antigua casa en espera de más niños a los cuales se les acercaría para poder encontrar a un amigo con quién jugar, él no tenía problemas de socializar como los demás niños que tanto le caían mal por ser tan... Penosos, sus ojos brillantes eran un complemento de su dulce y pura risa que dejaba en el aire junto a los demás quienes también lo perseguían por detrás para tocarle el hombro.

Esos fines de semana eran demasiado divertidos para aquel pequeño y aún más cuando daba la noche y podía mirar el cielo con su madre, caminar asta casa y encontrarse a papá en la puerta esperando con los brazos abiertos junto a su sonrisa, comer pizza de pepperoni mientras miran una película, aquellos días eran los más divertidos por qué solo existía él y sus padres quienes le llenaban las mejillas de besos, tener ambas «buenas noches» antes de ir a la cama, todo eso era una alegría.

Era.

Era de noche, se había ido a la cama hace un instante pero el sueño era tanto que no tardo mucho en cerrar los ojos y calmar su respiración, últimamente tenía el sueño muy pesado y casi no le costaba nada en dormir a si que pronto pudo tener un sueño o una pesadilla.

La habitación estaba iluminada, vestía con su típica ropa pero estaba descalza, miró por todos lados en busca de alguien que pudiera decirle en donde se encontraba pero, la habitación estaba totalmente vacía o eso pensó puesto que unos murmullos comenzaron a llenar toda la habitación, este caminó siguiendo aquella voz llamativa, cada paso que daba le resultaba más difícil como si su cuerpo no quisiera dirigirse a esa persona. Abrió los ojos aún más cuando una luz fue dirigida hacia él, se llevó el brazo cerca de la frente para evitar algunos rayos de luz pero aún no podía ver con su totalidad.

—¿Quién... Quién e...eres...?.

Silencio.

Trago saliva antes de poder hablar cosa que le resultaba extrañamente difícil de hacer. Él es un chico platicador pero ahora, tenía ¿Miedo? De hablar.

—¿Q...ue... Suced...de?.

Su garganta dolía por lo cual solo podía dejar salir las palabras incompletas, dio un paso más hacia adelante para encontrarse con una silueta, era delgada pero no tanta como la de él, no tenía el cabello ni el cuerpo de una mujer por lo cual estaba más confundido que antes.

Murmullos.

Cada vez más se le hacía difícil caminar, el aire no le llegaba a los pulmones haciendo que su garganta doliera aún más, sus manos, sus pálidas y flacas manos estaban temblorosas.

Hey.

Esa voz... Le resultaba familiar pero nada de esto lo era, pudo deducir que se trataba de alguien joven, un chico, su rostro aún era difícil de identificar gracias a las luces tan fuertes y entonces cuando dio un paso más su cuerpo le falló haciendo que cayera en el suelo, su nariz le dolía pero se incorporo con demasiada dificultad y fue cuando unas manos tomaron las suyas para ayudar.

Te dije que me necesitas.

Sintió una calidez en su pecho, el aire entro tan rápido que tosió un par de veces quedándose inmóvil pero aún tomando aquellas manos, la luz... La luz le empezó a lastimar los ojos pero quería saber de quién se trataba, su rostro estaba borroso.

Pero, solo por un rato.

Y entonces lo vió, sus ojos, eran de un color café oscuro, sin embargo aún no sabía de quién se trataba por qué solo eso podía ver, solo sus ojos, en ellos vio su reflejo, permanecía tirado en el suelo con sangre brotando de la nariz, era extraño por qué aquella persona le transmitía cierta seguridad.

—¿Quién...

Antes de que pudiera seguir con su pregunta, unas manos comenzaron a salir del suelo tomando sus pies para arrastrarlo, escuchaba gritos de una mujer que perfectamente conocía, llantos de un bebé que antes tenía en brazos y... Desprecios de miles de personas mientras era llevado a una especie de agujero negro, cerro los ojos cuando sintió que esas manos comenzaban a deslizarse por cada centímetro de su cuerpo, una lágrima se desliza por su mejilla al sentirlos llegar a su cuello apretándolo con tanta fuerza que comenzaba a dolerle, claro, lo estaban lastimando, ¿Qué es esto?.

Su cuerpo temblaba mientras que su respiración estaba acelerada, se había despertado a mitad de la noche soltando un pequeño grito por la habitación, rápidamente se llevó las manos a la boca intentando cubrirlo, abrió los ojos para observar que si, estaba en su habitación, solo, pero aún seguía ahí. Paso unas manos por sus cabellos y luego se cubrió la cara apretándola con enojo, ¿Por qué?, siquiera él lo sabía.

Apenas era las 12:00.p.m del día viernes y tenía que dormir más si quería despertar temprano y llegar puntualmente a la salida con... Mateo.

Mierda.

★★★

Lunes 1:19.p.m.

M.

Estire los brazos en el aire mientras llevaba mi cabeza hacia atrás causando una mínima satisfacción, me la había pasado todo el día sentado escuchando a unas mujeres Hablar y hablar asta que las horas pasarán y llegará el momento de mi libertad, Johana caminaba alado mio mientras platicaba con Miranda quien bostezaba algo cansada de la hora de matemáticas con ese señor gruñón.

La hora de la salida había llegado aún que tocaron algo tarde, nada es mejor que irse acompañado de tus amigos —en mi caso, amigas— quienes chimoseaban sobre todo lo ocurrido en nuestro descanso ha, es verdad, hoy Evan se había esfumado del planeta... Bueno, no lo encontré en todo el descanso a si que me la pasé como siempre, alado de Johana jugando al voleibol y terminando alguna tarea a último momento.

—¡Por qué dejan tanta tarea!.—me quejo volviendo a poner mis manos al frente dejando de estirar mi cuerpo y haciendo una cara de fastidio.




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