VALERIA
—¡Mi amor! Te extrañé un montón— Mientras enredo mis piernas a su cintura, lo extrañe tanto, toda yo lo anhele día con día, contaba los segundos por tenerlo cerca, era ridículo, lo sé, porque yo nunca he sido de este tipo de mujer, siempre fui un alma libre, que disfrutaba de divertirse sin ataduras, pero a todos nos llega ese momento en sentar cabeza y con Ryan siento todo.
—Yo también princesa.
Mientras me abraza, me besa y acaricia mi cuerpo, nunca pensé que el amor del que tanto me burlaba fuera de este modo, no es solo deseo el que siento por Ray, no es solo porque en la cama somos cómo dos mancuernas perfectas, él sabe que, como y cuando me gusta y lo mismo yo, por eso me rendí y me entregué al amor.
HORAS DESPUÉS
—¿Cómo te fue en tu viaje?
—Perfecto mi gatita, vendí toda la flota de camiones, hasta me ofrecieron un trabajo por allá, pero no era una oferta tan tentadora — Mientras acaricia mis muslos y yo estoy sentada sobre él en nuestra cama, que aunque oficialmente no vivamos juntos prácticamente es así.
—Si así lo crees amor.
—No hagas eso con tus labios
—¿Hacer qué? — Me hago la inocente, la que no rompo un plato y pongo un dedo entre mis labios, sé que le gusta y a mí me encanta que le guste.
—Gatita malvada— Doy un grito cuando su mano llega a mis labios y no hablo de la boca.
UNA SEMANA DESPUÉS
—Gatita, me han hecho una mejor propuesta ¿Qué piensas?
—Cuéntame mi lobo feroz — Y acaricio su barba que me vuelve loca cuando rosa con bueno, puntos suspensivos a mis pensamientos lujuriosos, no seas calenturienta Valeria, que tu chico te va a hablar de algo serio.
—Me han ofrecido capacitar nuevo personal por tres meses en provincia, ¿Recuerdas que te comenté donde vendí la flota de camiones? — YO le digo que claro que recuerdo, todo lo que él me dice se me queda grabado— Pues resulta que piensan que soy la persona ideal para aquello.
—Claro, con la facilidad de palabra que tienes, con esa personalidad, por supuesto, mi lobo, eres el mejor para todo.
Mi lobo se fue y su Caperucita se quedó triste, me gustaría tanto ir con él, pero eso de ser maestra de veinte chuckys que nunca me hacen caso a la primera es todo esclavizador, bueno creo que iré a ver a mi amiga solo espero no encontrarme por ese pesado del amigo de mi cuñis, aún recuerdo cuando lo conocí y lo pesado que se volvió desde ahí.
—Una mujer tan hermosa como tú no debería estar bebiendo sola
—¿Disculpa? Soy mujer y eso no impide que pueda tomar sola o acompañada — Lo miro de arriba abajo, es atractivo, pero cuando habla se le quita lo guapo, además teniendo a mi semental italiano, no necesito cualquier pulga de por ahí. Me levanto para irme a otro lugar, ya me arruino la cita conmigo misma.
—¿Dónde vamos preciosa? — Se me acerca tanto que no puedo escapar, me pega contra la barra del bar.
—¿Estás ebrio? Quítate o no respondo.
—Vamos, no te hagas la difícil, que desde hace rato me estabas viendo, soy todo tuyo para lo que quieras
Yo me rio en su cara, por el ridículo que acaba de hacer. Este hombre es un desperdicio de masa muscular.
—Eres un engreído de lo peor, no te estaba viendo a ti, si te das cuenta sobre ti hay un gran reloj de pared, estaba viendo cuanto tiempo pasaba porque el Uber vendría por mí y mi teléfono se ha quedado sin batería, se nota que tienes el ego por las nubes, pero conmigo no funciona los trucos baratos, ahora si me permites.
—Vamos muñeca, sé que me deseas, soy todo lo que una mujer como tú quisiera entre sus piernas, mi amiguito te puede saber complacer muy bien.
Ya su chiste no me pareció gracioso, no resisto y termino dándole un golpe con mi rodilla derecha entre las piernas, se retuerce del dolor, quien lo manda a pensar que una mujer sola, es una mujer necesitada de un hombre, le muestro el dedo en forma de corazón literalmente le mando un beso volado y paso por encima de él.
…
—Es en serio Marissa, ese idiota es amigo de tu querido Tormento.
—Es casi como su hermano, ¿Por qué lo dices? Lo dices como si lo conocieras, sé que a veces puede ser un poco fastidioso con su manera de ser, pero no creo que sea malo, además que, si algún día bautizamos a mis hijos, él será padrino y tú, la madrina, deberían llevarse bien.
—Con ese jamás, si te contara, pero olvídalo, mejor me voy.
—Pero espera que te lo presento.
—Amiga, me acordé que deje prendida la estufa chaito.
—Si tú ni cocinas viva.
…
—Te me has estado escondiendo, bandida.
—Estamos en un evento, muy importante, por lo que me voy a contener de darte otro golpe, al menos que seas masoquista.
—Pégame, mami, castígame, azótame— Es un enfermo que no respeta ni la boda de mi amiga y su amigo.
—Déjame en paz, no te dolía el rodillazo de la vez pasada.
—Me porté como un troglodita, lo admito—Más bien se dio cuenta de que esa táctica conmigo no va—Pero dame una cita y te aseguro que puedo ser un caballero, mira que nos vamos a ver, seguido deberíamos encontrar formas de llevarnos bien.