VALERIA
He llorado como tonta el fin de semana, él no contesta mis llamadas y todo tiene un culpable GONZALO, mejor dicho, el perrozuelo ese, así dijo el padre cuando pregunto por el padrino, bueno no exactamente así ¡Dios mío! Mi lobito no me habla por su culpa, lo odio, es que no sabía cómo decirle, no quería arruinar la burbuja en que vivimos cuando estamos juntos.
Mi teléfono suena, quiero pensar que es mi lobito.
—Amiga
Es Marissa, no le cuento por qué empezará con su interrogatorio, a veces más que mi amiga parece mi madre.
—Hola Mari.
—Cualquiera diría que te da tristeza, que yo te llame — Tiene razón, debería estar más tranquila, ya se le pasara mi lobito el enojo.
—No amiga como piensas eso, bueno, dime para que soy buena — Mientras me seco las lágrimas y me sueno la nariz.
Me invito a una parrillada en su casota, la verdad que no quería ir, pero me aseguro que ese no estaría ahí y con eso me deja más tranquila, no quiero ver al culpable de mis desgracias, porque no sé dé lo que sería capaz.
…
—Marissa Moretti, me engañaste, ese tipo está aquí
—Amiga, lo siento mucho, no pensé que lo traería, además es domingo y él suele dormir hasta tarde, no entiendo — La veo alejarse a hablar con Darrien, no puedo creer que me lo tenga que encontrar hasta en la sopa, creo que hasta me duele la barriga por su culpa.
—Hola Valeria, parece que te comieron la lengua, mira que vengo en son de paz
Son de paz un cuerno, no puedo verlo sonreír tan fresco, aunque sé que es ilógico, sin embargo, siento como si se burlara de mi desgracia, sé que mi comportamiento es infantil, pero es que sé que si le hablo terminará muy mal todo, como dijo el padre en la charla debo ser ejemplo para mi ahijado por lo menos cuando me está viendo, me dedicó a malcriar a los angelitos, ignorando por completo al papanatas.
—Amiga esa carne quedo deliciosa, puedo apostar que no la hiciste.
—Qué mala erres Valeria, pero tienes razón.
—Definitivamente, a mi esposa no le va la cocina.
—Ni porque ese guapo chef te dio clases — ¡UPS! Creo que metí la pata, fue sin querer, tengo ganas de esconder la cara en el bol de ensalada, quería la fiesta en paz y ahora ellos están discutiendo por mi bocota.
—Ves lo que ocasiones Valeria, sabes muy bien lo celoso que es Darrien, eso no se hace niña — Lo miro de arriba abajo, porque quien se cree él para regañarme.
—A ti nadie te dio vela en este entierro, deja de meterte donde no te llaman
—Lo mismo digo, porque si no hubieras hecho ese comentario que nadie te pidió, todo seguiría normal y no estaríamos de niñeros porque la parejita se fue a discutir a la biblioteca.
Era verdad, fue cuando empezamos a correr tras los mellizos para que no se hagan algún daño, estos dos son agotadores, tienen energía para una maratón.
—Te tengo traviesa.
—No, tía yo juego con Du, no tía no
—Esa niña es terca y obstinada, no se parece a su madre.
—Se parecerá a la tía — Yo pongo los ojos en blanco, porque nadie le pidió su opinión, pero mi querido y futuro ahijado toma venganza por mí, se suelta de tal modo que hace que Gonzalo termine cayendo a la piscina, yo me rio hasta decir basta, que sin querer me acuesto en la grama sin poder resistir la risa, cuando alzo la mirada veo a Dorothy cerca a la orilla de la piscina y por correr a decirle que no ahora termino cayendo yo, es el colmo ahora quien se ríe es el tipo ese.
—Ya vez, no escupas al cielo que te puede caer en la cara— Ya se había demorado en burlarse, pero como si la vida fuera un caos, porque mientras nosotros parecemos pollitos mojados, esos niños parecen salidos del infierno, con el pimentón en polvo sobre sus cuerpos, como mandados a llamar, entran de la mano Marissa y Darrien, quien miran ambas escenas sin que puedan creer lo que ven. Tienen razón si nos terminan regañando como a un par de niños más
—¡Valeria y Gonzalo! Se supone que estaban a cargo y mira con lo que nos encontramos.
Darrien es quien lanza el primer grito hacia nosotros y le sigue mi amiga a sus hijos, ahora Marissa va tras la pequeña y ahora Darrien tras el angelito que tiene cara de ¿Yo que hice?
Al final salí de la piscina y estoy aquí en la habitación de Marissa con una bata que me presto secando mi cabello, mientras hace lo mismo con Dorothy.
—En serio, Valeria, por Dios, es como si no te pudieras portar como una mujer de más de veinticinco años por no decir de treinta. Ya no somos unas chiquillas.
—No seas dramática, que yo me siento en la flor de mi juventud, estoy guapa, divina, mejor dicho, soy un bom bom andante que hasta me derrito si me expongo mucho al sol, ¿no te diste cuenta?
Ella mueve la cabeza mientras yo arreglo mi cabello, a mí nadie me va a decir que me porte de acuerdo a mi edad, puedo portarme como yo quiera, soy libre, sin ataduras, ella tiene familia, esposo e hijos, ella ya es otro cantar, a mí que me deje así que estoy bonita.
—¿No piensas casarte con ese dichoso novio tuyo?
¿Casarme? ¿Pasar el resto de mi vida con mi lobito? Aunque llevamos años juntos, no me he planteado la idea del matrimonio, prácticamente vivimos juntos, no necesito un papel para reafirmar mi amor hacia él, no necesito una formalidad a ese punto.
—La verdad no me quita el sueño, si se da tampoco es como si le voy a decir que no si me lo propusiera, aunque así estamos muy bien, eso de las formalidades te lo dejo a ti que te casaste dos veces y con el mismo ogro.