Un BebÉ Que No BusquÉ

PARTE O5

 

GONZALO

 

Me paso de buena persona, no puedo de verdad que no puedo con esto.

 

—No seas dramático Gonzalo, no es para tanto.

 

—Para tanto ¿Dices? Tu hija me vomito encima el desayuno y dices que no es para tanto, tú estás mal de la cabeza, creo.

 

Estoy que no me calienta ni el sol, quien me mando a decir tranquilo anda, yo me quedo con ella cinco minutos, no sé qué se supone que estaba pensando.

 

Me tuve que ir a la habitación de huéspedes a ponerme una camisa que Darrien me presto y sin querer escuche lo que ella decía

 

—Me preocupa ella, ahorita, no puedo viajar porque está lo de Charlie y los niños, pero su silencio me da mala espina.

 

—Tú sabes cómo es ella, ¿No dices que está con su novio? Tu tranquila ya te hubieras enterado de algo.

 

—No puedes entender, es un mal presentimiento, pero bueno en la noche, cuando todos duerman trataré de hacerle videollamada, solo espero que me conteste para ver si de verdad se encuentra bien, ella no es así conmigo.

 

—Tranquila.

 

—Como no es Gonzalo, dices tranquila, ella es como mi hermana, lo sabes muy bien, gracias a ella mi adolescencia y juventud no fueron una pesadilla, la quiero demasiado

 

Escucho un silencio y unas lágrimas luego, no quiero parecer chismoso y mejor me retiro rumbo al patio, estoy con las manos en el bolsillo viendo hacia la nada, nunca me percate de la morena si sus ojos decían algo diferente a su simple odio hacia mí, todos tenemos problemas y por lo que veo ella no es la excepción, tal vez debería, no que va, pero que me preocupa a mí lo que a ella le pase, ando como idiota aquí pensando en la morena, pero apuesto que si algo me pasara a mí a ella le daría igual hasta se reiría de mí.

 

—Toma María José, estas flores son para ti, ¿Quieres ser mi novia? — Me arrodillo en medio del patio de la escuela con flores amarillas para ella.

 

—¿Qué dices? — Su cara me sorprende, pero si Matías me dijo que ella también se moría por mí como yo por ella.

 

—Si María José, sé que también estás enamorada de mí — Fue de un momento a otro, tomo las flores y arranco sus pétalos arrojándomelos en la cara, yo sin creer que era real.

 

—Eres un tonto, cara de granola, solo mírate y mírame, en la vida una aspirante a señorita California se metería con un nerd tonto como tú, solo fue una broma de los chicos ¿Verdad muchachos?

 

Las risas de todos, haciéndome punto de sus burlas, fueron la prueba de que lo que ella decía era verdad, con toda la vergüenza del mundo me alejo con mi dignidad por los suelos.

 

No me interesa preocuparme por ninguna mujer, el Gonzalo de hace quince años murió junto con esas flores, ninguna mujer tendrá el poder nuevamente de destruir y aplastar mis ilusiones, por eso prefiero la libertad de vivir mi vida, como quiera, con quien quiera, disfruto lo que unas horas de pasión te da, satisfacción completa, pero solo hasta ahí, ninguna mujer se apoderará de mis sentimientos y pensamientos.

 

—Ahí estás, ven la cena, ya está lista.

 

Es Darrien, él es feliz a su modo, él es feliz con su vida, su familia, sus hijos y su mujer, cada uno es feliz a su manera, él con la suya y yo con la mía, aunque no sea fácil de comprender, no todos nacimos para el portarretrato, hago un cuadro con los dedos y lo dirijo hacia mi amigo con él dentro, cuando él voltea me hago el loco.

 

—¿Qué haces, tarado?

 

—Nada mandilón — Lo molesto un poco y voy tras de él, disfrute la cena, excepto porque hacer que esos dos pilluelos coman sin que parezca una guerra campal no es fácil, que tal nivel de paciencia que tienen ellos, solo imaginarme así me da escalofríos

 

Finalmente, estoy rumbo a mi casa, a veces me pregunto por qué se me ocurrió comprar una tan grande si solo soy yo, por algún motivo siento como si alguien respirara tras mi nuca, volteo y no hay más que un gato escandaloso tratando de pelear con los tachos de basura, activo la alarma de seguridad e ingreso mi casa, sacó una botella de agua y me la tomo de un sorbo, es que hoy cocino Marissa y se le pasó de sal. Saco mi móvil, contesto algunos correos y prendo la televisión de mi sala, tengo uno de ochenta pulgadas yo río porque recuerdo que Darrien se compró uno más grande y decía que sería para ver el supertazón y solo lo usa para ver a Miss Rossi mucho paro con ellos que hasta esas cosas me las sé, según los Harper es para cuando me toque de niñera y yo digo NO GRA CIAS un rato está bien, si en cinco minutos me vomitan encima como será unas horas, no señores yo soy del tío consentidor y mal criador no de niñero.

 

A la mañana siguiente muy temprano me levanto, me doy una ducha y preparo mi desayuno, unos huevos batidos con un café cargado, no soy un inútil, yo mismo preparo mis comidas aunque no sea experto, me defiendo, mi casa la mantengo intacta yo, nadie mete mano en mis cosas, excepto el jardín que una vez cada quince días viene a darle manteamiento don Gaspar, un jardinero que me recomendó Marissa aunque según ella debería tener un rosal con todo el espacio que tengo, pero no gracias eso es cosas de mujeres que no van conmigo para nada.

 

—Gracias Ricardo, mi auto no encendía, por eso tuve que recurrir a ti— Ricardo es un taxista de confianza que muchas veces me ha salvado el pellejo, sé que me juzga, pero como le pago muy bien no dice nada, le ha tocado recogerme de bares, hoteles, peleas hasta una vez de una dependencia policial, pero eso fue una confusión que se aclaró.

 

—No hay problema, cuando usted me escribe a mi mujer se le iluminan los ojos porque sabe que como usted ninguna paga así.



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En el texto hay: amor, egocéntrico, terquedad

Editado: 08.01.2023

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