Doce Años
NOCHE BUENA. DICIEMBRE, 2008.
No importaba la edad, Faith y Brant se divertían como cuando tenían cuatro, apenas cabían en su pequeño trineo y sus aventuras nunca faltaban, aunque en aquella ocasión aplazaron su aventura especial navideña para ir por otra que prometía mucho.
—¡No me lo puedo creer! — La señora Masson se dejó caer sobre la silla en un movimiento dramático.
—¿En qué estaban pensando cuando decidieron que sería una buena idea? — Evelyn la madre de Faith se encontraba muy indignada de ver a los chicos llenos de tierra, con las narices y mejillas rojas por el frío. —¿De quién fue la maravillosa idea de cavar un agujero en el patio con este frío?
—Evelyn creo que debes ordenar tus prioridades. — Habló de nuevo Amberly, la madre de Brant —Con frío o no ¿en qué estaban pensando al cavar un agujero en el patio? Se pudieron hacer daño, además rompieron una tubería y el vecindario se ha quedado sin agua— Respiró profundo antes de soltar un suspiro —¿De quién fue la idea? — Enarcó una ceja al ver que ambos chicos se observaron y después bajaron la cabeza.
Ambas sabían que ninguno hablaría, siempre se cubrían el uno al otro.
—Será mejor que hablen ahora — La señora Tessier se colocó detrás de la silla de la señora Masson y observó atenta a los jóvenes.
Ambos soltaron un suspiro antes de hablar a la par. —Idea de los abuelos.
Sus madres se miraron al mismo tiempo antes de gritar al unísono
—¡Mamá!
—¡Papá!
Los ancianos que se encontraban divertidos en la estancia maldijeron por lo bajo, pensaron que sus nietos no los echarían de cabeza, así como entre ellos no lo hacían, pero estaban muy equivocados, solo era entre ellos ¡al diablo los demás!
Se pusieron de pie y entraron a la cocina, donde tuvieron que apretar los labios para no reírse al ver a los pequeños llenos de tierra y nieve.
—¿Quieren explicarnos esto? — Preguntó la señora Masson mirando desafiante a su madre.
—No sabemos de qué hablan. — El abuelo se hizo el desentendido y ambos niños no pudieron evitar mirarlos divertidos que, así como ellos, trataban de cubrirse por lo que había sucedido en el patio unos minutos atrás.
La señora Tessier miró fijamente a su papá retándolo con la mirada, el señor la miró de igual forma solo unos segundos pues nunca podía competir con su hija cuando de miradas se trataba, así que solo suspiró y habló.
—Viaje al centro de la Tierra. — Dijo entre dientes ganándose un golpe en el brazo por parte de la abuela Masson
—¡Howard! — Rodó los ojos ante la debilidad de su amigo con su hija, el solo se encogió de hombros como solía hacerlo Faith. La abuela rendida les contó cómo fue que llegaron a ese punto. —Hace unos días le regale a Faith un libro “Viaje al centro de la tierra” y como siempre, Faith se lo mostró a Brant, vieron el mapa y creyeron que sería una gran aventura ir al centro de la Tierra, pero lo demás fue idea de él — Señaló rápidamente al abuelo que frunció el entrecejo ante la traición de su amiga.
Sus hijas no podían creer lo que estaban viendo, si Faith y Brant se comportaban como niños de cuatro años sus padres estaban peor, echándose culpas y esperando que sus hijos no revelaran por qué lo hicieron.
—¿Papá algo que decir? — Evelyn volvió a retar a su padre con la mirada.
—No pensé que lo harían. Solo les dije que hace un tiempo descubrí el camino hasta el centro de la Tierra, así que tenían que empezar cavando un agujero en el patio y el túnel los llevaría hasta su destino. Parece que se lo tomaron en serio.
—En realidad nuestro destino era el Polo Norte por eso nos desviamos un poco y rompimos la tubería. — Habló por primera vez Brant desde que entraron en casa de los Tessier. Sus madres los miraron incrédulas.
¡Que desastre habían hecho esos cuatro!!
—No nos vean así. Es Navidad, era más interesante visitar el Polo Norte que el centro de la Tierra. — Brant asintió a lo que decía su mejor amiga. Los abuelos se encontraban demasiado divertidos con esa escena y sus hijas no sabían si reír o llorar porque no tenían idea de qué hacer con ellos.
Por otro lado, el señor Tessier y el señor Masson habían salido a comprar lo que faltaba para la fogata de noche buena y la comida de Navidad, pero para su regreso iban tan distraídos y entretenidos en su conversación que no notaron el gran agujero del patio así que ambos cayeron dentro de este con las compras aun en sus manos.
En la cocina se escuchó un gran grito proveniente del patio, todos salieron rápidamente, se acercaron al gran agujero y encontraron a ambos hombres sacudiéndose los pantalones y sobando sus brazos. En ese momento fue inevitable que todos se echaran a reír, sin duda sería un día que nunca olvidarían, un intento de viaje al Polo Norte, tuberías rotas, abuelos comportándose como niños, mamás molestas y algo divertidas por la situación y padres sin entender porque demonios había un gran agujero en su patio trasero.