—Seis años después y…
—Espera, ¿seis años? No puedes saltarte tantos años. — La chica de cabello rojizo cruzó sus brazos sobre el pecho.
—Claro que puedo, soy yo la que está contando la historia. — Lesia se señaló así misma antes de hacer su cabello rubio hacia atrás en un gesto de diva.
El joven a su lado giró los ojos —De hecho, era yo el que la estaba contando — Dannie le arrebató a la rubia el libro que sostenía —Y Les, deja de pelear con los chicos — la rubia rodó los ojos y después sacó su lengua hacia la adolescente que la había interrumpido.
—¿Qué se supone que hacen? — Un chico de cejas pobladas entró en la librería, al alzar la vista de su celular vio a su novio y amiga sentados frente a un grupo de adolescentes que los observaban atentos, una de sus cejas se levantó al dirigir la vista a Dannie quien le sonrió de manera tierna.
—Solo les contábamos una historia a estos adolescentes que carecen del espíritu navideño.
—¿Qué historia? ¿Y de dónde salieron tantos adolescentes? — Una chica castaña llegó con un niño en sus brazos acompañada de una señora de cabello negro y ojos color miel.
—La historia—Remarcó sus palabras la rubia —Oh y ellos, somos sus niñeros. Ignórenlos— Murmuró hacia los recién llegados —Así que familia adorada si nos permiten continuar, pueden tomar asiento mientras llevamos una lección a estos pequeños.
—Esperen, ¿esa historia? ¿De nuevo? — Dijo la señora Evelyn.
—¿Qué historia? — Se escuchó de nuevo mientras una anciana entraba al lugar.
—¿Es que toda la familia llegará y no nos dejará terminar de contar la historia? — Exasperada la rubia subió los brazos haciendo énfasis en sus últimas palabras. La señora Masson al darse cuenta de lo que hablaba asintió con la cabeza y se acomodó en un sofá al fondo.
—Ustedes son demasiado raros — La adolescente pelirroja rodó los ojos y negó divertida por la escena que todos estaban presenciando. —¿Pueden continuar o su familia seguirá llegando?
Dannie carraspeó un poco y dirigió su vista al libro que sostenía. —Vale, basta de interrupciones. ¿En qué estábamos? Ah sí — Todos se quedaron en silencio y el joven comenzó a relatar.
—¿Entonces volverás a casa? — El chico de cabello negro cruzó una pierna sobre la otra, recargando su espalda sobre la silla donde se encontraba.
—Tengo que hacerlo, está vez no podré escaparme de mi madre y las estúpidas tradiciones navideñas. — Mantuvo su ceño fruncido mientras escribía algo en su computadora.
—Faith, han pasado seis años, deberías solo dejarlo atrás — Tan solo escuchar esas palabras hizo que su piel se erizara y su pulso se acelerara. Odiaba tener que hablar del tema y este solo era el principio de todo lo que tendría que soportar en cuanto aterrizara en Snow Falls. Detuvo sus manos que continuaban escribiendo con el teclado para retirar sus lentes y observar a su amigo frente a ella.
—Y tu deberías olvidar el tema Arnie, si te lo conté es porque estaba demasiado ebria. Ahora no me molestes más con ello, suficiente tendré con mi familia — Puso los ojos en blanco colocando sus brazos sobre el escritorio.
—No, me lo contaste porque me tienes confianza y porque sé que en el fondo de tu frío corazón me amas.
Negó divertida, después de todo él tenía razón. Hacía seis años que evitaba a toda costa volver a casa en épocas navideñas, después de lo que ocurrió en la última Navidad decidió alejarse de todos, eso lo incluyó a él, de quien no había sabido nada desde que se mudó a Nueva York, aunque si hubiera querido probablemente lo sabría, pero prefería mantenerse al margen. Hace mucho tiempo que eso ya no importaba, el ya no le importaba o eso quería seguir creyendo.
Para su último año del Instituto se mudó con sus abuelos paternos a Seattle que, aunque no eran las personas más amigables prefería estar ahí y para cuando entró a la universidad hace cinco años llegó a la gran manzana estudió filología, y en cuanto se graduó se hizo de su propia editorial, claro que no le fue fácil abrirse paso en aquel mundo, pero, aunque solo llevara un año trabajando ya se había hecho de un gran nombre.
—¿Vendrás conmigo? — Faith hizo un pequeño puchero, cosa que sería extraña viniendo de ella para cualquiera que la viera, pero Arnie derrumbaba la mayoría de sus barreras. Cuando se alejó de su hogar prometió mantenerse alejada de las relaciones y los chicos, pero lo último le fue imposible cuando se topó con Arnie en la Universidad, un joven de cabello negro, cejas pobladas, alto de ojos verdes y muy atractivo, quien ha sido su apoyo desde que lo conoció y se volvió su mejor amigo, cualquiera podría pensar que la historia se repetiría, pero a diferencia del que no puede ser nombrado y no hablo de Lord Voldemort, Arnie era gay.
—Ya lo habíamos hablado, te alcanzaré allá hasta Noche Buena — Se hizo hacia adelante y tomó la mano de su amiga que se encontraba sobre el escritorio —Faith eres de las personas más fuertes que conozco, sé que podrás enfrentarte a tu familia, estarás bien.
—Si tú lo dices, no me quedará de otra — Dejó salir un suspiro.