Veintitrés Años
NOCHE BUENA. DICIEMBRE, 2019. [06:00 A.M.]
Un par de repiqueteos en la ventana de Faith la despertaron. Tomó su celular para revisar la hora y al notar que era muy temprano se quejó cubriendo su rostro con una almohada, pero volvió a escuchar aquel ruido, confundida se levantó para acercarse a la ventana y mirar quien estaba molestando a esa hora.
Mientras tanto, abajo Brant aventaba pequeñas piedras a la ventana de la chica.
Abrió un poco la ventana, el viento frío se coló por la habitación y su piel se erizó —¿Qué haces aquí? — Cuestionó en un tono bajo para no despertar a nadie.
—Estoy un poco loco — Encogió los hombros como ella solía hacer —Vamos copito, baja. Anoche te dije que serías mi nueva aventura, además es la mañana antes de Navidad, ¿por qué no buscamos deseos?
La chica apretó sus labios tratando de reprimir una sonrisa, talló sus ojos un poco y negó con la cabeza —Es muy temprano, hace tiempo que dejé de creer en esas tonterías y Brant, sinceramente nunca dije que te perdonaba o que todo volvería a ser como antes.
El chico ignoró la punzada en su pecho al escuchar las palabras de Faith, de forma rápida recobró la compostura y trató de mostrarse más animado que antes —También me ganaré tu perdón, y lograré que vuelvas a creer. No pienso rendirme Faith — Corrió a un lado de la casa, lo que hizo que la chica frunciera el ceño sin comprender que es lo que hacía su viejo amigo. No tardó mucho en volver, pero lo más sorprendente era lo que traía consigo. Su viejo trineo. —¿Qué dices? Por los viejos tiempos.
Analizó la situación un momento, pues hacía tiempo que no se sentía tan emocionada y tan confundida.
Desde que habló con Brant la noche anterior supo que lo había perdonado, después de todo solo fueron una serie de malos entendidos que los destrozaron ambos, pero claro, no tenía planeado decírselo pronto, se merecía un poco de aquel rechazo por todo lo que la hizo pasar. No perdía nada intentándolo nuevamente ¿no?
—Bien, pero volveremos pronto, hace demasiado frío y sinceramente preferiría estar en la cama.
—La antigua Faith adoraba el frío y la nieve, hasta cavaba agujeros en ella ¿Dónde quedó tu lado aventurero copito? — Enarcó una ceja retando a la chica, sabía que no podría resistirse. A pesar de los años seguía conociendo a su pequeño copito que, aunque se mostrara fría, indiferente y carente de todo espíritu navideño, muy en el fondo aún estaba la pequeña que solía recolectar deseos al bajar de la colina.
Faith negó divertida con la cabeza antes de cerrar su ventana.
Fue hasta su viejo armario sacó un conjunto deportivo para colocárselo, lavó su cara, calzó sus deportivos favoritos, peinó su cabello en una coleta y se abrigó bien para salir de casa por la puerta trasera. En el patio se encontró a Brant que estaba esperándola ansioso y al verla su sonrisa se agrandó —al menos no se había arrepentido— pensó.
Se acercó a ella y depositó un cálido beso en su fría mejilla, la noche anterior se moría por besarla, pero sabía que tenía que ir despacio para no asustarla, aunque no sabía por cuanto tiempo más podría detenerse.
—Brant ¿si te has dado cuenta que ya no cabemos en ese trineo? — Señaló divertida el objeto entre las manos del chico.
—Lo sé, pero si subiremos la colina, al menos él nos puede acompañar, necesitamos nuestro fiel vehículo de aventuras copito — Le guiñó un ojo a la joven que le regaló una pequeña sonrisa que hizo que su corazón diera un vuelco.
En silencio comenzaron a caminar hacia la colina, no se sentía incomodo, si no familiar, como si no hubieran estado lejos por seis años. Aun cuando le costaba demasiado admitirlo Faith extrañaba todo aquello, despertarse temprano para subir la colina con su mejor amigo y bajar recolectando piñas y ramas, mientras reían, hacían bromas, charlaban o Brant le cantaba un poco, adoraba escucharlo cantar y que tocara su guitarra para ella.
Como siempre Brant era más rápido, a diferencia de Faith que había perdido práctica para escalar por una colina llena de nieve. Todos los años que Brant visitaba a su familia subía por la colina donde se permitía recordarla y extrañarla más que de costumbre y sin que nadie se diera cuenta tomaba alguna piña y pedía siempre el mismo deseo, que Faith estuviera de vuelta.
—Sigues siendo muy rápido para subir por esta colina — Faith estaba agotada, su única actividad física durante los últimos años había sido ir y venir de su trabajo, subiendo y bajando en el elevador porque odiaba las escaleras.
—Tu sigues siendo muy lenta — Respondió bromista haciendo que su amiga rodara los ojos.
Al llegar a la cima el chico colocó el trineo sobre la nieve y de la mochila que traía consigo sacó una caja de madera para entregársela a la joven, ella estiro su brazo para tomarla haciendo que la manga de su abrigo se subiera lo suficiente para mostrar su muñeca, donde tenía puesto el brazalete que Brant le había regalado, el chico no pudo evitar llevar su mirada a este y pasar sus dedos tocando el objeto.
—¿Crees que algún día?
Faith alejó su brazo de él y sostuvo la caja entre sus manos —No lo sé, recién estamos tratando de recuperar lo que teníamos y bueno el dinero que habíamos ahorrado no era suficiente — La chica hizo una pequeña mueca.