Un buen día para encontrarte

Capítulo 4: El paseo por la ciudad

Hoy no teníamos clases pues según el calendario escolar hoy habría reunión de consejo técnico* para los maestros, hoy me levanté de la cama un poco tarde, eran las once de la mañana cuando baje para ir a desayunar, si es que se puede considerar desayuno.

-Nana...- dije, quería preguntarle algo que aún no entendía 

-¿Que pasó mi niña?- Preguntó dejando lo que hacía para voltearme a ver

-¿Tú sabes porqué papá y mamá se divorciaron?

-No mi niña y aunque lo supiera creo que ese tema te corresponde hablarlo con tu papá y no conmigo

Asentí con la cabeza, me esentía un poco triste por como vivía ahora, alejada de mi madre, aunque no entiendo por qué si ella nunca estuvo conmigo, en fin, me levanté de mi silla y fuí al fregador a lavar mi plato

-Déjalo ahí cariño, ahorita yo lo lavo

-No Nana, yo puedo y quiero hacerlo, oye... en un rato más saldré con Dante, me va a llevar a conocer la ciudad

-Muy bien mi niña, antes de que se me olvide...- sacó del delantal un poco de dinero

-Nana no es necesario, déjalo para tí

-Tu papá me pidió que te lo diera, no es mi dinero, no te preocupes, anda tomalo- me sonrió por un momento dudé pero tal vez lo necesitaría

-Gracias nana, voy a ducharme

-Okay, te pones más linda de lo normal ¿Entendido cariño?

-Entendido 

-Ahorita subo a ayudarte

-Sipi- subí las escaleras, llegué a mi cuarto y tomé lo necesario de mi closet para ir a ducharme

Sentía el agua correr por todo mi cuerpo dándome una tranquilidad que hace tiempo no sentía, todo lo que pasaba en mi nueva vida aquí en Mazatlán me tenían muy alterada, tenía muchas dudas, tenía mucha incertidumbre por lo que pasaría aquí, después de al rededor de veinte minutos salí de la ducha, sequé mi cuerpo y me coloqué mi ropa interior y encima de esta mi vata, salí y estuve buscando algo cómodo para el paseo que daría con Dante, no me decidía hasta que ví un vestido amarillo de flores, no me gustaban mucho los vestidos pero este parecía perfecto para ésta ocación, tomé mis converse blancos y un par de tines, antes de vestirme coloqué un poco de crema humectante a mi cuerpo y me maquillé un poco, me puse mi atuendo y tomé una liga blanca y un bolso amarillo y heche algunas de mis pertenencias: mi celular, dinero, una liga extra y algunos cosméticos, bajé y me quedé con mi nana un rato

-Perdon por ir a ayudarte, tenía algunas cositas que hacer- se notaba un poco nerviosa

-¿Estás bien?

-Claro que sí- el timbre de la puerta sonó- llegó tu chico- sentí como mis mejillas se ruborizaron- invítalo a pasar un rato

-Si- fuí a abrir la puerta y ahí estába él con su sonrisa tan bonita- hola, ¿Quieres pasar?

-Hola, claro- me hice a un lado abriendo más la puerta para que él pasara

-Buenas tardes jovencito- mi nana salió de la cocina secandose las manos con su delantal

-Buenas tardes señora, ¿Cómo le va?- al tiempo que decía ésto, le extendió su mano y mi nana la aceptó con gusto

-Muy bien gracias...- Antes de que nana empezara con sus interrogatorios intervine

-Nana él es Dante, Dante ella es mi nana

-Mucho gusto en conocerla señora

-El gusto es mió, pasen a la cocina, les preparé ensalada de frutas, no quiero que se vayan con el estómago vacío

-Gracias nana, los tres entramos a la cocina y nos sentamos en el comedor estando ya preparados nuestros platos con la ensalada Dante y yo comimos y cada cierto tiempo veía como Dante cerraba sus ojos como si disfrutara la ensalada con toda su alma

-Gracias señora, está deliciosa- dijo limpiando sus labios con su lengua y después con una servilleta- ¿Nos vamos?

-Muchas gracias nana, y a tu pregunta si, solo déjame lavar los platos- retiré el plato de Dante y el mío y los lavé en el fregadero- Listo- ibamos ya rumbo a la puerta cuando mi nana nos detuvo

-Pequeña, no olvides tu cilindro y hay otro para el chico, ambos están en el refrigerador

-Gracias- dije corriendo a buscar los cilindros y empezamos a caminar después de un rato llegamos al centro

-Mira este es el centro de la ciudad- dijo Dante

-Wow, es sorprendente- las calles estaban llenas de palmeras, los negocios y las casas tenían un acabado rústico y sus fachadas estaban pintadas de colores muy vivos, había vendedores ambulantes y niños jugando por las calles, un chico se acercó a Dante y le ofrecio venderle flores, y yo empecé a caminar, sentía su mirada pero aún así seguía caminando cuando de pronto ya estaba junto a mí

-Esto es para tí, no es mucho pero es de corazón- me extendía su mano y en ella había un girasol

-Me encanta, muchas gracias- instintivamente lo abracé

Después de haber estado en el centro fuimos a la plaza principal dónde nos reímos mucho viendo el show de un mimo, después alimentamos a las ardillas que salían de los arboles y comimos nieve, por último fuímos al malecón, estaba atardeciendo, el sol y el mar daban un hermoso espectáculo, sentía como el aire pegaba en mi rostro y de reojo veía como Dante me observaba

-Triana...- Pude notar un poco de nerviosismo en su voz

-¿Qué pasa?- dije volteando a verlo

-Eres hermosa- dicho esto se paró y saltó a la arena- ven conmigo, no, sabes qué espera- se arrodilló y se quitó sus tenís y los hizo a un lado y después me quitó los míos, ahora sí- me paré tomando mi vestido con una mano para que no se alzara con el viento, Dante me tomó de la cintura y me puso en la arena

-Sabes, a pesar de haber vivido en B.C, nunca había ido a la playa, mi mamá me lo prohibía

-Feliz primera vez en la playa- dijo sonriendo- ambos tomamos nuestros zapatos y empezamos a caminar, algo sucedió en algún momento nuestras manos se entrelazaron y se sentía bien, demaciado bien- Me gustas Triana

Era muy inesperada esta confesión, no creí que podría gustarle, no sabía que hacer



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En el texto hay: encuentros, romance amor

Editado: 17.04.2021

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