Coleta estaba carcajeándose ahí, en el local, sin vergüenza, frente a los clientes, mientras Nicolás le miraba con una mueca de desagrado, moviendo su dedo rítmicamente sobre la tapa de uno de los libros que estaban ahí, listo para ser devuelto al librero.
— ¿Ya terminaste?— Preguntó Nicolás cuando las risas disminuyeron.
—Vamos, vamos ¿Por qué esa cara?— La mujer se limpió una lagrima de su ojo— ¿No deberías estar feliz de que una chica te visite todos los días? ¿O es que prefieres a los chicos? Benjamín…
—No digas tonterías, fujoshi de closet, solo me gusta mi tranquilidad— Nicolás tomo los libros y fue a acomodarlos.
—Ya ha pasado ¿Cuánto? ¿Seis años? Creo que es hora de que te muevas un poco hacia adelante, hacia la vida buena…
¿Vida buena? ¿El amor? Nicolás pensó que era una tontería.
—Han sido siete años…— Nicolás miro la portada de uno de los libros por unos segundos, haciendo esa cuenta y lo devolvió, dejando caer sus hombros— Pero no importa, ya paso, lo supere.
—Imposible, los chicos nunca olvidan…
— ¿Solo aprendemos a vivir con eso?— Nicolás inclino su rostro hacia ella— Es una gran mentira y lo sabes…
—Yo no lo creo, es solo que no has encontrado el amors…
— ¿Dudas de cuanto ame a…?
—No, pero por eso te estas engañando a ti mismo— La mujer recargo su rostro en su mano que a su vez estaba sobre la barra— De todos modos creo que es bueno que te des la oportunidad de amar otra vez.
—Ya basta con eso, además, tiene novio— Aseguro el joven acomodando otro libro.
Mientras tanto, en alguna universidad cercana, en una zona verde grande, con espacio para que varias personas se sienten.
—La verdad es que he aprendido mucho ¿Sabes?— Comento Bianca mientras daba otra mordida a su chapata— Es una persona a la que no le agrado, seguro le parezco molesta pero me ha ayudado y no ha sido grosero.
La joven llevaba unos pantalones azules y una camisa con el estampado de un panda, además de su suéter grueso. Ese día llevaba zapatillas deportivas normales en lugar de sus botas afelpadas.
Ayer las mojo pisando un charco.
—No suena a que sea amable— Dijo Thiago Santana, frunciendo los labios. Para que Bianca, un pequeño sol diga que el tipo la ve como una molestia, significa que es más obvio de lo que parece ya que ella es... Bastante densa con la gente.
Thiago era un chico delgado, de ojos oscuros y cabello largo castaño que lleva atado con una coleta, de labios delgados, pestañas largas. Su estatura es de uno setenta y cinco, siendo considerado por Bianca, como una garrocha.
Lleva una chamarra blanca y una playera negra, en contraste con sus pantalones azul claro.
—Lo es, como dije, su mirada y su expresión es de irritación pero no deja que se note en sus palabras y sus acciones. Incluso ayer me dio de comer— Bianca dio un sorbo grande a su jugo— Y cocina muy bien.
— ¿Y Lucas sabe?
—Claro que si sabe— Bianca se encogió de hombros, apartando la mirada.
— ¡¿Y está de acuerdo?!— El pobre casi se atraganta con su guajolota. Lucas no era del todo un joven comprensivo y menos cuando se trataba de Bianca.
—No, al principio cuando se enteró que sería todos los días pero ahora Nicolarte me dijo que fuera solo algunos días aunque de todos modos creo que hoy debería volver a verlo— Bianca dio un aplauso al aire, con los ojos brillantes.
— ¿Cómo para qué?— Thiago la contemplo, con curiosidad.
—Te dije que ayer me dio de comer, así que debo compensarlo…
—Sigo pensando que Lucas lo tomara a mal.
—Solo será hoy, ya le dije y mañana le pondré toda la atención posible, además, debe entenderme, estoy hablando con mi héroe ¿Has leído Altamar? Es un gran libro… Me ayudó mucho en mis momentos más oscuros…
—Es muy largo para mí y muy… Profundo— Thiago aparto eso con su mano.
—Claro, claro, el Príncipe de la escuela no debería leer esas cosas, mejor deberías salir con chicas ¿A qué si?— Bianca dijo esto con tono de burla— Vi que te llego otra carta de amor ¿Ahora de quién es?
— ¡Oh, mejor cállate!
Por la tarde, Nicolás se encontraba mirando su celular, frente a la computadora, leyendo los comentarios del ultimo capitulo, un tanto frustrado de que, de nuevo, produjo respuestas mixtas.
Recordó lo que dijo Bianca e hizo una mueca. Eso no ayudaba. Que te lo dijeran directamente era muy diferente a leerlo.
—Malditos críticos…
Alguien tocando la puerta lo saco de sus pensamientos, entonces se levantó, preguntándose quien era pero de alguna forma, en cuanto toco el picaporte, casi pudo visualizar de quién se trataba, por lo que casi no se sorprende cuando ve a Bianca de pie ahí.
—Te dije que no era necesario…
—Ya se, ya se— Bianca entro como si nada y levanto las bolsas blancas que traía— Pero esto lo hago como un pago por lo de ayer, así que tu céntrate en tus cosas que yo me hare cargo de cocinar.