Nicolás había retomado su trabajo, revisando las notas que había hecho para futuros capítulos, preguntándose si era momento de utilizar estos conceptos pero no, una parte de él le decía que no, no era momento, tanto para la trama como para los personajes era muy pronto. Debía ser paciente, incluso si eso significaba seguir siendo un mediocre para la gente.
Debía continuar con el argumento actual para encaminarlos lentamente a una resolución satisfactoria.
Cuando acerco sus dedos al teclado, el sonido de la puerta lo saco de su concentración ¿Bianca habrá olvidado algo? Volvió a tocar con insistencia lo que al menos lo sorprendió, provocando que buscara en la mesa algo que no fuera suyo pero...
—Ya voy, ya voy ¿Qué fue lo que olvidaste? No veo nada…— Preguntó el joven, encontrándose de frente con una mujer alcoholizada, recargada en el marco de su puerta con una sonrisa amplia.
— ¡Hola…!— Saludo solo para que le cerraran la puerta en la cara.
—Sí, no era nadie— Aseguro el joven, tratando de volver a la mesa para trabajar.
— ¡Oye, no seas grosero, ábreme!— Insistió la mujer, golpeando más fuerte la puerta— ¡Hazlo o tirare la puerta!
—Ya basta, vas a molestar a los vecinos— El chico abrió la puerta, hablando solo un poco alto y la dejo entrar, entonces cerro con llave, se giró para contemplarla con una mueca irritada— ¿Qué haces aquí de todas formas? Ya es noche.
—No quería volver a casa y pensé ¡Hace tiempo que no veo a mi hermanito!— La mujer extendió sus brazos para tratar de abrazarlo y besarlo pero este la aparto suavemente y la hizo sentarse en su sillón— Siempre tan frio ¿Eh?
—No me gusta cuando hueles a cerveza…
— ¡Yo huelo rico!— Exclamo la mujer, sonrojada.
— ¿Quieres la verdad o seguimos siendo familia?— Nicolás levanto una ceja en su dirección.
—Oye ¿Hermano o hater?
—Un poco de ambas, como sea, de verdad, no es que me moleste del todo que estés aquí pero ¿No deberías ir a casa? ¿Esperas que te cuide mientras te recuperas de tu cruda moral mañana?
—Lo haces ver como si fuera una hermana mayor molesta y problemática y no lo soy—Le dijo la mujer levantando su dedo índice en su dirección— La realidad es que… Necesito que me apapachen.
Nicolás sospechaba algo de eso.
Renata era una mujer de uno sesenta y cinco, de cabellos castaños largos, ojos café claros como almendras, de labios gruesos y nariz respingada. Es delgada pero no tan voluptuosa como otras chicas y aun así, sus mejillas y su rostro llamaban mucho la atención.
— ¿Qué paso?
— ¿Recuerdas el chico con el que estaba hablando?— La mujer se inclinó hacia adelante, mirando atentamente a su hermano.
— ¿Juan?— Nicolás hizo una mueca, esperando no haberse equipo.
— ¿Juan? Ah no, ese tipo me voto hace unas semanas, no, no, Ricardo— Corrigió la chica a lo que Nicolás solo pudo encogerse de hombros, denotando que no había escuchado de él— Lo importante es que me boto porque quería formalizar ¿Te lo puedes creer? ¡Y yo lo amaba!
—Disculpa pero ¿Hace cuánto que estabas quedando con Rinaldo?
—Ricardo.
—Como sea…
—Creo que comenzamos a quedar hace… ¿Dos semanas?
Nicolás soltó un suspiro frustrado— Hermana, debes dejar de ser tan intensa con tan solo unas cuantas citas, no digo que no te puedas enamorar rápido, que yo creo que no puedes pero ¡Por favor! De menos al año de conocerse ¿Seis meses, quizá?
— ¡Pero lo amaba!
— ¿Y quién te gusta ahora?— Su hermano se cruzó de brazos.
—Ah, es un joven muy lindo, lo he visto verme en la oficina pero aun no sé ya que no parece que vaya a dar el primer paso…— Renata se quedó pensando un poco, con los ojos cerrados pero acto seguido comenzó a cabecear.
—Te serviré de comer y entonces ve a dormir— Nicolás se levantó y le sacudió para ir a la cocina.
— ¡Viva, comida!
Nicolás le sirvió de comer un plato bien caliente de la carne picante que hizo Bianca. Con eso seguro se le baja.
Renata comenzó a comer, sin mostrar muchos cambios, al menos al primer bocado pero con el segundo, su rostro enrojeció y tosió un poco, abriendo mucho los ojos y abanicándose la cara.
—Sabía que eso te ayudaría— El menor le tendió un vaso con agua.
—Estás loco, quieres matarme— Reneta saco su lengua para abanicársela— Pero esta comida no la hiciste tu…
— ¿Cómo dices?
—Tú, yo, y nuestro otro hermano, todos tenemos el sazón de nuestra mamá y este, te aseguro que no es el sazón de mamá ¿Estás viviendo con alguien? ¿Lo tienes escondido?— La chica se levantó y comenzó a buscar en cada habitación con rapidez, olvidando que estaba borracha y enchilada.
— ¿Qué tonterías dices? No, solo que alguien vino a cocinarme…
Su hermana le miro, como esperando contexto.
De todos modos Nicolás debía explicarle, si no, la cosa se haría más grande y seguro terminaría llegando a mamá y no tenía ganas de explicarle a mamá que seguramente se quedaría solo toda su vida.