Antes de entrar, la joven se acomodó su falda de mezclilla y su playera de tirantes café además su chaqueta también de mezclilla azul. No sabía porque se arreglaba si ya había visto a la hermana de Nicolás antes y la conocía muy bien. Sin mencionar que estaba cruda.
Muy en el fondo también quería impresionarla a ella, al fin y al cabo, es su hermana mayor y si Renata abogaba por ella, entonces...
Esos pensamientos la sonrojaron así que mejor entro a la habitación, negando varias veces con la cabeza.
— ¡Rita, me estoy muriendo!— Fue lo primero que escucho, el quejido de Renata quien estaba tumbada en el sillón, temblando pese a que traía como diez cobertores encima— ¡Ya no voy a volver a tomar!
—Siempre dices lo mismo, hermana mayor— Dijo Rita acercándose a ella para tentar su frente. Sin temperatura, por lo que fue a la cocina para ver que le hizo Nicolás pero no había nada, solo platos sucios.
— ¡Rita, me voy con dios!— Se quejó de nuevo.
—Ya voy, ya voy. Tendremos que esperar a que Nicolás vuelva— La joven volvió con Renata para sentarse en una silla junto a ella. Ya sabía que no podía separarse de ella por un buen rato, al menos hasta que dejara de temblar.
Ella de verdad parecía una niña pequeña pese a ser la mayor.
Reneta pareció calmarse después de un rato mientras Rita miraba una serie en la televisión inteligente, justo una serie que estaba viendo ayer en casa.
Nicolás entro por la puerta cargando un par de bolsas que dejo sobre la mesa junto con una charola de cartón con dos vasos y entonces miro a Rita con cierta vergüenza— ¿Te hizo quedarte con ella hasta que se durmiera? Lo siento por eso pero contigo se tranquiliza más, si yo me hubiera quedado, ahora mismo seguiría quejándose…
—Es que no sabes tratar a una dama— Rita negó con la cabeza y se puso de pie— ¿Qué le trajiste?
—Lo siempre, un suero y una sopa instantánea bien picante— El chico mostro además un par de pastillas para el vómito y en su otra bolsa, mostro los tamales que le prometió con bolillos— Vamos a desayunar.
—Hasta que haces algo bien— Rita le felicito.
—Pensé que no sabía tratar a una dama— Nicolás se burló pero fue a la cocina para buscar un cuchillo mientras Rita fruncía los labios sin saber que decir— ¿Y qué te trae por aquí hoy?
—Hoy no pareces molesto de que este aquí…
—Supongo que prefiero mantenerme positivo…— Nicolás esbozo una sonrisa quebrada, como si él tampoco terminara de creérselo.
— ¿Quién eres?— Rita le apunto con el cuchillo.
—Oye, eso tiene cierra, me quieres matar ¿O qué?— Nicolás asomo la cabeza a su televisión y luego miro a Rita con una mueca— Yo estaba viendo esa serie y voy más atrás ¿Qué te pasa?
—A llorar a la lloreria ¿Dónde vas?
—No te diré porque te conozco y me darás spoilers— Nicolás negó con la cabeza varias veces.
—En el capítulo que estoy viendo…
— ¡No!— Nicolás se cubrió los oídos con fuerza.
—Ya, ya, chillón, no diré nada, como sea, la verdad es que vine buscando un par de libros que sé que tú tienes y que necesito para usar de referencia para mi nueva obra— Rita sonrió un poco.
—Ah, tómalos, seguro ya sabes donde están— Nicolás se encogió de hombros— Ah, todos menos El Don de la Estrella y… Y creo que solo ese, por favor.
—No necesito ese, de todas formas ¿El don de la estrella? ¿Por qué estas releyendo esa obra? Parece que la lees y vuelves a empezar— Rita le miro con una expresión extrañada.
—No es para tanto…
— ¿De nuevo estas escribiendo sobre deseos?— Preguntó Rita interesada en cuanto termino de prepararse su torta y tomo su champurrado— Pensé que no volverías a escribir sobre eso desde… ya sabes, Altamar…
—No voy a escribir sobre deseos, solo necesito un par de referencias para continuar mi historia, hablando de la parte fantástica, claro— Nicolás también término de prepararse su desayuno y se encogió de hombros cuando se sentó frente a ella— Además, hay un par de frases que me gusta releer de vez en cuando…
—No por nada es tu libro favorito…
—No lo es, solo fue el primero— Nicolás se encogió de hombros.
Eso ya lo sabía Rita pero no estaba mal escucharlo de vez en cuando.
— ¿Y cómo vas? ¿Con tu nueva obra?— Preguntó Nicolás dándole una mordida a su guajolota, para posteriormente darle un sorbo a su champurrado el cual ya estaba a la temperatura perfecta para él— Es un poco triste tener que esperar a que lo publiques totalmente. Los capítulos semanales me gustan más.
—Publicar en físico es diferente…
—Lo sé, lo sé…
Rita ya había cumplido el sueño de todo escritor que era publicar en físico con una gran editorial, cosa que alegraba a Nicolás pero al mismo tiempo lo ponía en perspectiva, ya que ni Altamar, su “mejor” obra, había llegado a eso y ella, quien empezó muchos años después que él, alcanzo el objetivo más rápido.
Se alegra mucho por ella, si pero no podía evitar sentirse frustrado.