Prologo

Cristian Meléndez y Aranza Molina

La sonrisa es uno de los signos de lenguaje corporal más significativos. Una sonrisa puede significar que una persona es amable y denotar felicidad, un momento agradable o de diversión. El sonreír consiste en curvar la boca y al hacer este simple movimiento flexionamos unos 17 músculos alrededor de ella y una parte de los ojos. Es además un gesto con el que nacemos, no lo aprendemos ya que los bebes lo hacen antes de incluso "aprender" lo que es sonreír. Si la sonrisa es a causa de estar alegre o placer, cambiara algo en nosotros y hará que nuestro cerebro comience a producir endorfinas, esta es una sustancia que produce nuestro encéfalo y que puede reducir dolores físicos y emocionales, creando una sensación de bienestar. Esa es la importancia de sonreír, eso es lo que Cristian me enseño.

Cristian era un chico al cual podía pasar mirando horas y jamás lo vi dar una mala cara o si quiera una mala mirada a alguien, sonreía todo el tiempo, sonreía tanto que era irritante, sonreía tanto que le tenía envidia. Hablaba tanto como sonreía y todo el mundo amaba escucharlo hablar, porque reía o te instruía en algo nuevo, siempre tenía una nueva historia que contar, eso es lo que todos decía, escuche por mí misma alguna de esas grandes historias y un montón de enseñanzas, lo llegue a odiar tanto como a amarlo y es algo que se me hace digno de contar.

Lo conocí un lunes 3 de agosto, primer día de clases en un instituto que además tenía dormitorios para los de preparatoria. Era de esas escuelas en las que estas desde que entras a preescolar hasta preparatoria, yo tenía 15 y el también, era el único en toda la escuela que estaba feliz de iniciar clases, él no había estado desde preescolar en esta escuela como todos los demás, así que no tenía amigos y aun así era el más sonriente de todos, nuestros papas nos acompañaron aquel día.