Un cielo nocturno sin estrellas -Libro 2 Jeon Jungkook

Río Han

Siento la respiración entre cortada, es difícil manejar con la vista nublada e intentar que nadie te encuentre, porque lo que quieres es escapar de lo que te rodea ahora, quieres escapar de la realidad. Lo peor de todo esto, es que mientras me pierdo entre las transitadas calles de Seúl a estas horas, solo puedo pensar en una cosa, todo eso que pasa por mi mente solo apunta a eso que intente evadir por tanto tiempo, quiero morir.

            Un pensamiento estúpido si lo clasificamos alguna lista, pero a los veintidós, y con un historial en el pasado, ¿Qué más puedo pedir? Una idea loca no suena tan mal, cuando todo ha apuntado contra mí una y otra vez. Una chica que se volvió de cristal estaba a punto de romperse. Todos dicen que hacen las cosas por nuestro bien y que debemos dar algo a cambio a manera de gratitud con la vida que llevamos, aunque muchos se refieren al dinero. Lo haría, y justo ahora daría lo más “valioso” que tengo, mi propia vida, no tengo algo material que “valga la pena”.

            Manejar a alta velocidad hace que no escuche a la razón, tal vez voy buscando eso, morir en el intento de escapar de este caos que me está consumiendo mientras las calles me dirigen hacia el lugar que menos esperaba, el Rio Han, atravesando calles tras calle, donde las personas viven a un ritmo diferente al mío, poco a poco me encontraba más cerca de este rio, donde tantas veces estuve, pero nunca me atreví a nada.

Me estacioné a un lado de la calle que lleva a ese camino donde poca gente está a esta hora por el frio, caminando a toda prisa evitando las ráfagas de viento. —Por favor contesta —dije mientras caminaba por el puente Mapo en espera de que Jungkook contestara a mi llamada —por favor dime que esto no es real. Tengo miedo, por favor contesta —dije mientras escuchaba ese sonido una y otra vez en la espera de escuchar su voz.

            En un vago intento por calmar mi respiración, tratar de concentrarme en algo diferente a lo que estaba pasando ahora por mi mente. —Dijiste que podía hablarte cuando te necesitara, ¿acaso todo fue una mentira? —quería entender que tal vez la hora impedía que contestara, pero dijo que eso no importaba si quería hablar con él. —Sabes que soy muy inestable, y no estaría llamando tanto si no fuera necesario, necesito escuchar tu voz antes de cometer alguna locura, por favor —dije entre suplicas.

            Cada vez que volvía a marcar mis esperanzas se estaban agotando, no había respuesta de la persona que tanto ansiaba escuchar en este momento, quería que todo esto fuese una pesadilla, o una alucinación. Tal vez había hecho algo mal y ahora estoy pagando con algo de esta magnitud. Nunca había pasado por mi mente formar una familia, pensaba que eso era algo con lo que no podía soñar, no quería darle la oportunidad de experimentar la crueldad del mundo a alguien, pero si ya había sido concebido, no había vuelta atrás y ahora me doy cuenta de que lo he perdido.

Caminé sin rumbo mientras el teléfono se apagó hasta llegar lo más lejos que había podido. Mi corazón se había roto en mil pedazos, mi mente quedó en blanco y la razón no supo a donde guiarme en ese momento, así que solo seguí hasta llegar al gran puente donde se repetía las mismas frases, al leerlas no pude evitar seguir llorando, tal vez no quería morir de esta manera, solo quería que todo eso que me atormenta muriera, algo dentro de mí y no yo, “¿Cómo te gustaría ser recordado?”, “Los mejores momentos de su vida aún están por venir.” y cuantas cosas más, si era verdad, entonces antes de saltar al vacío tenía una opción, el “puente de la vida” ahora me hacía ver que tengo una oportunidad, puedo intentar una vez más.

            Corrí tan rápido como me lo permitieron mis piernas, mientras mis pulmones ardían y mi vista aún seguía nublada. Si en mi auto estaba mi bolso y toda mi documentación, podía irme lejos, más lejos esta vez. Al llegar al aeropuerto de Incheon frente a mi estaban muchos nombres, países lejos de Corea, pero ninguno estaba lo suficientemente lejos, ninguno llamaba mi atención, ni ningún vuelo salía tan rápido como esperaba.

            México aparecía como vuelo saliente en las próximas horas, así que me acerqué a la chica al otro lado del mostrador —Buenas tardes, un vuelo directo a México, por favor.

            —Claro, hay dos vuelos, uno sale en una hora y otro sale a las seis, son los únicos que quedan de ese tipo, pero hay más horarios para vuelos con escala.

            —El que sale en una hora está bien.

            — ¿En qué sección? —dijo viendo a la pantalla de la computadora y después a mí.

            — Premium economy.

            —Perfecto, me muestra su documentación por favor.

            Asentí y le entregué mis documentos, todo estaba en orden, después de pagar me dirigí a la sala que me había indicado la señorita. Había gente por todos, lados, algunos llegando y otros que esperaban la hora de irse como yo, me hubiese gustado estar en otra situación y no huyendo de mis problemas como siempre. Hay tantas cosas que pasan por mi mente y en todos esos pensamientos es lo mismo, mis padres tienen la culpa, por no aceptar que las cosas son así, no hay manera de desafiar al corazón, porque el amor se da así, sin preferencias, sin estereotipos, pero establecen sus parámetros y termina en desastre, además de ellos yo tengo la culpa, por no haber visto a ambos lados ese día, por haber salido distraída, por haber seguido a mi madre y por haberme enamorado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.