Lean abrió sus ojos.
No sabía dónde estaba, todo era absoluta oscuridad.
Se levantó del suelo, pero al intentar caminar sus pies parecían pesar demasiado, era como si caminara en lodo.
—¿Hola? —preguntó cada vez más asustado— ¿Hay alguien ahí? —su voz hacía eco.
Pero no recibió respuesta alguna, así que decidió ir a investigar.
Y mientras caminaba sus manos sudaban, hasta que en algún punto era como si desprendiera algo de ellas.
De pronto sobre él apareció una luz reflectora.
Lean miró abajo y lo que encontró lo dejó helado.
Era Simon. Y yacía sin vida frente a él.
—¿Simon? —dijo con horror, luego miró sus manos.
Había sangre en ellas, y lo peor de todo es que no era suya…
—Tú... lo mataste —una voz apareció entre la oscuridad, y Lean se sorprendió mucho al ver a la persona que lo acusaba: Oliver.
—¡¿Qué?!
—¡Fuiste tú!, ¡tú lo mataste! —Samson apareció entre la sombra y lo apuntó.
—¡No!, ¡eso no es cierto…!
—¡Tú mataste a Simon!
(..)
—¡No! —Lean despertó de golpe.
Su respiración estaba agitada y su sudor era frío.
Había sido una pesadilla.
9:00 AM.
—Y bien... —Oliver dejó caer sus manos sobre la mesa— ¿cómo encontraremos a personas como Jonesy? —los tres charlaban en el comedor de la casa.
—Veamos... Estuve pensando ayer por la noche y necesitamos algunos nombres y direcciones, ¿saben? —dijo Sam.
—Pero, los únicos que podrían tener información de los desaparecidos son la policía... —dijo Lean por lo bajo.
—Exacto.
—¡¿Y qué se supone que les diremos?!, ¡hola!, ¡somos nosotros de nuevo!, ¿podrían prestarnos sus documentos confidenciales? —dijo Oliver con sarcasmo mientras hacía un ademán con sus manos.
—¡No hay más opciones, Oliver!, a menos que quieras hablar con cada persona de esta maldita ciudad.
(...)
Después de una larga charla, opciones descartadas y algunos resentimientos... llegaron a una conclusión:
Harían todo con tal de encontrar a Simon.
Así que formaron un plan.
4:23 PM.
—Solo actúen normal, la policía ya nos interrogó y no sospechan de nosotros —les dijo Sam a los otros dos chicos que se encontraban en la parte trasera del auto— Y las llaves se quedarán aquí.
Lean y Oliver asintieron.
Los tres guardaron sus Walkie-Talkies en sus abrigos y salieron del auto.
Después de caminar un poco, entraron en la comisaría.
—¡Hola!, quiero poner una denuncia —dijo Oliver, quien al solo entrar se acercó a la vitrina de atención y apoyó un brazo sobre esta con confianza.
—Sí, dígame los datos, ¿a quién denuncia? —dijo la señorita que estaba ahí, con amabilidad.
—A ustedes.
Oliver empezó a reclamar y hacer gran escándalo, por lo que todas las personas en el lugar voltearon a ver.
La chica de la vitrina y los guardias de seguridad que se encontraban en la puerta de "solo para personal autorizado" no tuvieron otra opción más que intentar tranquilizarlo.
Era un desastre, pero así se supone que debía ser. Sam aprovechó y sigiloso entró por la puerta que antes cuidaban los guardias.
Dentro de esa puerta había pasillos donde se encontraban las oficinas, entre ellas la del Jefe Montgomery: El objetivo principal; y el cuarto de cámaras: El objetivo de Samson.
—Bien, aquí vamos —Sam caminó con cuidado por esos pasillos, en busca de tan dichosa habitación... hasta que la encontró —¡Bingo..! —susurró, luego se puso detrás de la puerta y preparó el gas pimienta en su mano.
El joven novato que se encontraba dentro del cuarto lo vió por una de las cámaras y extrañado, salió.
Mas no se esperaba lo que se encontró.
Samson roció gas pimienta en sus ojos y el chico al instante lanzó un gritó de dolor.
Sam se alarmó, si el tipo gritaba todo el mundo sabría que estaba ahí.
Entonces, no lo pensó demasiado y lo golpeó en la mandíbula con fuerza.
El chico cayó inconsciente y no era parte del plan.
Pero sí que había funcionado e incluso él se sorprendió de sí mismo por aquella acción...
Pero no había tiempo para sorprenderse ahora.
Sam entró a la habitación, la cerró con llave y después, desactivó las cámaras.
—¡Lean, es tu turno! —dijo por su walkie-talkie.
(...)
Lean recibió el mensaje y procedió a hacer una señal a Oliver, quién la entendió al instante.
—¡No me iré hasta que me recompensen!, ¡quiero ver a su jefe! —reclamó Oliver.
Entonces uno de los policías de seguridad, ya muy irritado, decidió ir a llamar al jefe Montgomery quien salió de su oficina, algo molesto.
—¿Qué diablos sucede? —dijo mientras salía por la puerta y se sorprendió al ver a aquel chico rubio... a uno de sus primeros sospechosos.
Ya habían logrado sacar al conejo de su madriguera. Y ahora, sin los guardias de seguridad y sin cámaras para detenerlo.
Lean entró en acción.
Y al igual que Samson buscó su objetivo dentro del pasillo de oficinas, hasta que encontró la puerta con el nombre Montgomery.
Lean no podía perder mucho tiempo, así que tan pronto como entró abrió todos los cajones con rapidez en busca de cualquier documento relacionado con las desapariciones.
Hasta que por fin, encontró el gran cajón que los mantenía.
Había muchos expedientes ahí, entre ellos el de Simon.
(..)
Y mientras eso sucedía, Samson se encontraba todavía encerrado en el área de cámaras.
Estaba esperando la señal que Lean le daría para salir por fin.
Y en su espera había olvidado un detalle.
Detrás de la puerta el chico de las cámaras yacía inconsciente.
Solo era cuestión de tiempo para que lo encontraran…
—¿Quién está ahí adentro? —De pronto, los oficiales golpearon la puerta. Y sin darse cuenta, ya era demasiado tarde, lo habían encontrado. —¡Abre la puerta!
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Editado: 25.11.2024