Un Contrato con el Diablo

Capítulo 10. "La Mujer de la Calle Farnham"

7 de noviembre de 1969.
1:20 PM.

La luz de la cocina parpadeaba en un lento vaivén.
Y ahí se encontraban ambos, sentados en las sillas de un comedor viejo.

—Había un agujero en mi ventana... —se quejó el chico rubio—, no pude dormir por el frío —puso una cara de rechazo.

—¿Qué es lo que esperabas?, es una casa abandonada... —dijo Lean.

—Sí, sí, ya lo sé —dijo de mala gana—. Deberíamos comer algo, —apuntó a las bolsas de frituras sobre la mesa— tenemos mucho que hacer hoy...

—Y... ¿qué hay de Samson?

Oliver se quedó pensativo durante un momento, luego suspiró con la cabeza baja.
—No lo sé Lean... Ayer cuando fuí a la tienda, en la radio mencionaron nuestros nombres, pero no el de él. Creo que... la policía lo tiene —puso los codos sobre la mesa y sujetó su rostro con frustración.
Oliver dentro de él no quería eso para Samson, se sentía tan culpable por haberlo dejado, pero al mismo tiempo tenía temor de buscarlo y que al encontrarlo Sam decidiese acabar con todo y… entregar a Lean. Además, la policía los buscaba.
¿Arriesgaría Oliver a ambos por Samson?

(..)

—Hola, aquí Bea Prescott, —habló por su radio— sí, están en la casa aún. Los tengo en la mira… —Bea los observaba desde los árboles. No lo sabían, pero los había encontrado.

2:50 PM.

—Abrieron la puerta del garaje —documentaba todo por su radio—, y ahora están dentro del auto, parece que hablan sobre algo…

(..)

—Creo que lo mejor sería ir primero a casa de Jasper Kent —miraba el expediente en su mano—, es más reciente su desaparición —propuso Lean.

Y Oliver aceptó.

Así que Lean comenzó a conducir hasta que llegaron a su destino: 84 de la calle Farnham.

Ambos miraron aquella casa. Era vieja y acogedora, pero había algo en ella que la hacía parecer… triste.

—¿Crees que su madre nos quiera decir algo? —dijo Lean mientras ambos subían las escaleras del pórtico.

—Si extraña a su hijo seguro que sí —dijo Oliver, luego procedió a tocar la puerta, pero del otro lado hubo silencio absoluto.
—Disculpe señora Kent, solo queremos hablar sobre su hijo, Jasper —Oliver tocó de nuevo, y una vez más no hubo respuesta.
Ambos se miraron entre sí, tal vez no había nadie en casa.

—¡Vayanse! ¡Ya les dije que no les diré nada de Jasper! ¡Largo de mi casa! —repentinamente exigió la mujer detrás de la puerta.

—Ah… —Oliver titubeó— Discúlpenos, solo queremos ayudar... —dijo Lean con un tono pacifico.

—¡Ustedes no son la policía y no pueden hacer nada por mí!

—No extraña mucho a su hijo al parecer… —dijo Lean a Oliver.

—¡Lean! —dijo Oliver algo molesto.

Y de pronto, la mujer de aquella casa salió.

—Mi nombre es Ruth —dijo con frialdad— ¿Qué es lo que quieren?

—...Señora Ruth, ah... sé que usted está en un momento muy difícil ahora —dijo Oliver de manera cuidadosa mientras ella se encontraba irritada— Y comprendo cómo se siente... —bajó su tono de voz— porque... a nosotros nos sucedió lo mismo.

—¿Lo mismo...? —Ruth cambió la expresión de enojo de su rostro por una de sorpresa.

—Escuche... se que no quiere ayudarnos, pero usted es nuestra única... opción.

—La policía me dijo que lo buscaría...

—A nosotros igual... y yo no veo a Simon aquí.

—Ni a Jasper... —soltó un profundo suspiro.

—¡Hay que ayudarnos entre nosotros! —miró a aquella mujer como si le rogara.

Ruth cerró sus ojos por algunos segundos para tomar una decisión.
Después, asintió con la cabeza baja— Está bien, pasen... —dijo, luego entró a su casa.

—Fue más fácil de lo que pensé —Oliver giró hacia Lean con una sonrisa y brazos extendidos, victorioso.

—A veces no sé ni cómo lo haces —dijo y levantó ambas cejas sorprendido.

—Solo le dí lo que ella necesitaba, comprensión.

3:30 PM.

—Jasper es un chico muy tranquilo, él tiene notas muy buenas en la escuela y tiene algunos amigos —dijo algo abrumada.
—Todo parecía tan normal, hasta que... un día me llamaron de la escuela para decirme que consumía drogas —los tres se encontraban en el sillón de su sala y una luz amarillenta cubría el lugar.

»—¡Yo obviamente no les creí e intenté hablar con él para saber si estaba todo bien...! —dijo preocupada tomando su frente—, ¡pero, no lo estaba!, Jasper no estaba bien y todo lo que me dijeron era verdad... tuvimos una gran discusión y por…

¡Ring! ¡Ring! El sonido del teléfono interrumpió la conversación.

—Disculpen —la señora Ruth se levantó a contestar—. ¿Hola?... —esperó a que contestaran—. ¿¡Qué!? —y en un segundo sus ojos se abrieron con terror cubriendo su boca— ¡Oh Dios, no...!

—Señora Ruth, ¿qué sucede? —preguntó preocupado, Oliver.

—Es él... —susurró entre lágrimas con una voz temblorosa.

—¿Qué?, ¿quién?

Entregales el teléfono y te prometo que no lastimaré a Jasper... —dijo el hombre por el teléfono.

La mujer extendió su brazo con el teléfono en mano a la vez que temblaba.
—...Quiere hablar con ustedes...

Ambos se vieron entre sí. No tenían idea de quién podría ser.
Luego, Lean tomó el teléfono.
—...¿Hola?

Hola de nuevo, Lean.

—...¿Qué? —no lo podía creer—, pero ¿cómo es qué…?

—¿Los encontré?, fue mucho más fácil de lo que creen, de hecho.
Ustedes se creen demasiado listos... pero para mí son simples peones —rió en burla—. ¿Quieren encontrar a Simon?, ¡yo soy su única opción!

—¡Eres un estupido si piensas que aceptaremos ir a ese Buzón! —le dijo Oliver.

Oh..., pero lo harán, querido… ¿Cuánto tiempo más podrán esconderse de la policía? ¡¿Cuánto tiempo más me podrán evitar?! ¿Cuánto tiempo más creen que le queda a Jonesy…?

»—Misma dirección, mismo buzón, tienen hasta mañana en la madrugada para decidir.
Y sepan que tengo ojos por todos lados, así que no intenten ocultarse...




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