8:23 PM.
Oliver y Lean cayeron sobre sus espaldas.
La camioneta había impactado contra un árbol ocasionando un estruendoso sonido.
—¡Mierda! —inesperadamente exclamó la persona dentro. Luego, prendió las luces de adentro dejando ver su identidad.
Un hombre robusto, con un distintivo bigote…
—¡Samson! —Oliver exclamó asombrado. Ese definitivamente era Samson.
—¡Entren ahora! —gritó Sam, y de inmediato Lean y Oliver subieron a la camioneta.
—¡Prende chatarra! —Sam golpeó el volante después de girar la llave repetidas veces.
La policía estaba todavía detrás de ellos y el auto no avanzaba.
—¡Rápido Sam, no tenemos mucho tiempo!
—¿¡Qué pasa!? ¡Avanza! —suplicó Sam, y como si lo hubiera escuchado la camioneta encendió— ¡Bien! —dijo y presionó el acelerador. Rápidamente avanzó hasta que se perdieron entre los árboles.
Una vez más, eran fugitivos, pero esta vez no tenían a dónde ir.
La adrenalina corría por sus cabezas y la única luz que iluminaba el camino era la luna.
Pronto, llegaron a un pequeño claro en donde había un lago. Sintieron que estaban seguros ahí, así que bajaron del auto. Estaban fuera del peligro ahora.
—¡Qué bien que estás bien! —Oliver abrazó a Sam con fuerza tan pronto como bajó de la camioneta—. Creí que no volvería a verte... —le dijo casi al borde de las lágrimas, mas sin embargo, Samson le fue indiferente.
—¿Cómo es que nos encontraste? —cuestionó Lean con los brazos cruzados.
—Después de que... me quedé atrapado en vigilancia, salí por un ducto, por donde tiran la basura —dijo totalmente serio—. Tuve que seguir a la policía hasta encontrarlos... —se cruzó de brazos—. Así que fuí por ahí y robé esta camioneta —la apuntó.
—¿Qué? ¿La robaste? —dijo Oliver extrañado de él.
—¡Sí, Oliver, la robé!, ¿qué querías que hiciera?, ¡me dejaron por mi cuenta! —dió media vuelta y caminó sin mirar atrás.
—¡Espera! — Oliver iba a seguirlo.
—¡Déjame en paz!
9:45 PM.
Sam se encontraba solo, sentado sobre el césped frente al lago mientras fumaba un cigarrillo. Había muchas cosas en su cabeza, tantas que se perdía entre ellas. Era como si cayera por un gran abismo.
Al mismo tiempo, Lean y Oliver se mantenían alejados, bajo un árbol. Lean recargado en él y Oliver caminando de un lado a otro con nerviosismo. Intentaba averiguar cómo resolverlo todo.
Entonces sin previo aviso, Oliver se armó de valor y caminó hacia el lago...
—Sam... —se acercó a él con cautela.
Y claro que Samson lo vió cuando llegó, pero hizo como que no.
—Escucha, yo…
—Creí que contaba contigo Oliver... —lo miró por fin.
—¿Qué?, ¡no digas eso!, ¡claro que puedes!
Sam se levantó del suelo indignado.
—No, Oliver. Sé que tenían que irse, pero... ¿por qué ya no regresaron? —dijo sintiéndose desgraciado, reemplazable…
—Sam...
—¿Sabes el tiempo que esperé a que volvieran? —lo encaró— ¡Oh, claro que sí, Oliver jamás me dejaría!
—¡Yo no quería dejarte!
—Preferiste quedarte con él... ¡Después de todo lo que hizo aún lo defiendes!, ¿te das cuenta de eso? —sus ojos se bordaron de lágrimas.
—¡Basta ya! ¡Basta de esto! —dijo Oliver, luego lo miró con resentimiento— Eres solo un imbécil resentido que no puede perdonar...
Sam lo observó con impotencia y secó algunas de sus lágrimas.
—Solo que lo sepas, Oliver... Si Simon está muerto ahora, ¡es por su culpa!
Después de eso, Samson se retiró del lugar.
Y dejó a Oliver, solo, con su mente perdida.
«¿Qué es lo que he hecho?» pensó mientras su vista se empañaba.
8 de noviembre de 1969.
9:00 AM.
La noche pasó y ahora el día siguiente había llegado. Los tres se habían quedado en la camioneta, en el mismo punto exacto.
Oliver despertó. Vió a todos lados para confirmar lo que pasó, luego se percató de que Sam no estaba.
Abrió sus ojos con miedo y rápido salió del auto.
Pero para su fortuna, Sam aún se encontraba ahí.
Soltó un suspiro de alivio.
—Pensé que... te habías ido. —dijo y el contrario sólo escuchó—. Tengo que... decirte algo importante.
—Habla —Samson se encontraba sentado sobre el suelo poniendo las manos en una fogata que él mismo hizo.
—Ese hombre llamó de nuevo.
—¿Y... qué fue lo que te dijo? —Sam se interesó en la conversación.
—Lo mismo —dijo Oliver apretando sus brazos por el frío—, quiere que vayamos al buzón.
—Entonces, ¿qué estamos esperando? —se levantó del suelo, decidido.
—Pero... ¡Es una trampa!, ¿no lo entiendes? —Lean salió de repente.
—Somos prófugos, no tenemos comida, ni casa, ¡no tenemos nada! ¿Insinúas que hay que abandonar todo? —Sam lo encaró.
—Eso no fue lo que dijo —intervino Oliver.
Y a eso Samson bufó con molestia.
—¡No me importa lo que ustedes digan!, lo único que me importa es encontrarlo —caminó y subió a la camioneta.
—Espera, ¿a dónde vas? —Oliver se acercó a la ventana del copiloto.
—Iré con o sin ustedes. Ustedes deciden.
—«Diablos» —Oliver miró al cielo como si buscara una respuesta, meditó por un segundo y después abrió la puerta del copiloto.
—¡Oliver! —Lean lo llamó.
—¡Lo siento Lean, pero tengo que ir con él!— dijo y luego subió al auto.
—¿Así tan simple? —Lean se acercó a la ventana—, ¡Por favor Oliver, eres más listo!
—Ya lo dejé una vez... no puedo hacerlo de nuevo, además, no lo haré cambiar de opinión.
Lean se alejó y negó con la cabeza.
—¿Vas a quedarte? —Sam miró a Lean—, porque la policía nos está buscando, y no veo que tengas un auto…
Lean no tuvo otro remedio más que acompañarlos.
10:15 AM.
Habían llegado a aquel buzón.
Y en cuanto Sam estacionó la camioneta salió de ella.
Oliver y Lean prefirieron quedarse dentro.
—Nunca debimos involucrarnos en esto... —dijo Lean.
—¿Perdón?, fuiste tú en primer lugar el que se involucró —respondió Oliver y Lean solo observó en silencio.
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Editado: 25.11.2024