Un Contrato con el Diablo

Capítulo 14. "Mi amigo Reed Becker"

3:20 PM

Lean y Simon salieron de la habitación y caminaron por el pasillo lo más cautelosamente posible.

Hasta qué.

—¡Espera! —Simon susurró como si gritara y tiró a Lean hacia atrás.

—¿Qué sucede? —susurró igual.

—Escuché pasos...

Ambos guardaron silencio y después, en la intersección al final del pasillo las voces se intensificaron.

—¡Rápido al cuarto! —dijo Lean y luego ambos entraron en la habitación #22.

Cerraron la puerta y se alejaron de ella con la esperanza de que no fuera esa la que abrieran.

(..)

Pero del otro lado de la puerta, Vein tenía otros planes y pasó de largo la habitación #22.

Se dirigía junto con uno de sus empleados a la #14.

—¡Maxim! —tocó la puerta con un nudillo— Voy a entrar, ¿está bien? Maxim... —abrió la puerta lentamente, pero la sonrisa en su rostro desapareció cuando vió la escena. Su boca se abrió ligeramente.

—Ve y diles a los demás... —dijo susurrando a su empleado mientras miraba la escena.

—ah... ¿Qué...?

—¡Que encuentren a Lean Hodge! —explotó en furia— ¡Ahora! —gritó en su cara.

—Sí, señor... —dijo con nerviosismo y se fué muy rápido.

(..)

—Oh, no... creo que lo encontró —dijo Lean.

—¿Qué?

—No quieres saber...

—...¿Jonesy?... —una voz diferente interrumpió.

Y el mencionado se giró.

—¡¿Seattle?! —exclamó Simon, no tan feliz.

Lean se extrañó, pues la cara del pelirrojo le parecía conocida.

—¡¿Qué haces aquí, Becker?! —Simon se acercó a la cama.

—Tranquilo... esto tenía que pasar —contestó débil.

—¡¿Qué fué lo que te hicieron?! —Simon estaba asustado.

—Estoy bien Simon... solo me drogaron —le sonrió con calidez.

—Lean, dame el clip. Voy a sacarte de aquí —dijo, con seguridad.

(..)

Y mientras eso sucedía, Vein se encontraba en el mismo lugar.

—¡Maldita sea, era mi mejor cliente! —tomó una silla y la lanzó con fuerza contra una pared. —¿Cómo se atreve? —Vein pensaba en Lean— ¡Haré que sufra por esto! —le gritó a Maxim, sin saber que yacía muerto.

Señor... —se escuchó dentro de su abrigo.

Así que sacó su radio.

—¡¿Qué?!

Creo que... tenemos otro problema, el sujeto de la puerta #4 tampoco está...

—¡¿Cómo mierda no va a…?!

Es Simon Jones, señor, ¡no sabemos dónde está!

—¡Simon...! —Exclamó. Pero luego su vista se fijó en la nada —No te preocupes, sé quién sabrá...

(..)

—Escucha, ¡Simon... tienes que encontrar a alguien. ¡Encuentra a Jasper Kent!

—¿Jasper Kent? —Lean se interesó—. Espera, ¿hablas de el chico de la calle Farnham?, ¿de ese Jasper?

—Ciertamente no sé dónde vive, pero sí, ¡ese Jasper! —dijo entusiasmado.

—¿Y quién rayos es Jasper Kent? —cuestionó Simon.

—Él es el único que descubrió cómo salir de este lugar —dijo Reed—. Vein lo atrapó antes de que pudiera escapar y es por eso que la gente rumorea que está abajo.

—¿Abajo? —preguntó Lean.

—Este lugar tiene varios pisos —explicó—. ¡Ellos te duermen para que no lo sepas!, pero he estado aquí durante un tiempo y he aprendido a mantenerme despierto...

Lean se giró hacia Simon.

—Hay que ir por él —dijo con determinación en su rostro.

—¿Y qué hay de Oliver y Samson? —Simon dijo inquietado—. Además ¡Reed no está seguro de eso!

—Un segundo, ¿te llamas Reed? —expresó Lean sorprendido.

Cuando de repente, escucharon los pasos justo detrás de la puerta...

Aquel hombre entró de un golpe y varios empleados llegaron detrás de él con armas.

—¿¡Dónde están!? —se acercó a Reed, amenazante.

—¿Qué...?

Lo golpeó en el estómago y Reed se retorció con dolor. Lo tomó de su rostro.

—¿¡Dónde mierda están!?

—¡No lo sé!, ¡no sé de quién hablas! —gritó desesperado.

—¡Mentiras! —Vein sacó una navaja de su pantalón. —Podemos hacer esto de la manera fácil o la difícil, ¡tú decides! —la apuntó a uno de sus ojos.

—¡No!, ¡Por favor!

—Me lo vas a decir… —divagó con su navaja— a menos que quieras que corte en trozos tus ojos

¡mientras aún están en tus cuencas! —se acercó aún más a él— ¡y te juro que lo haré lo más doloroso posible!... —susurró—. Uno...

Reed lo miraba a él y a su navaja, con la respiración entrecortada, aterrado.

—Dos...

Movía sus muñecas encadenadas con desesperación.

—¡Y...! —alzó su brazo— ...¡tre…

—¡¡Oliver!! —gritó

Y aquel hombre se alejó.

—¡Fueron a buscar a Oliver!

—¿Ves?, no era tan difícil... —le sonrió—. ¡Vámonos! —Ordenó a sus empleados, luego todos salieron y cerraron la puerta.

Las puertas del armario se abrieron, y tanto Lean como Simon se encontraban ahí.

—¡Reed! —Simon se acercó a él con velocidad—, ¿estás bien?

—Sí, sí… estoy... bien —dijo con su voz temblando y su rostro palidecido.

—¡Tengo que sacarte de aquí!, ¿Pero cómo? Necesitaré algo...

—¡No, Jonesy! —Reed lo detuvo y Simon lo miró confundido—. Tienes que irte. Ahora.

—¿Qué? —negó con su cabeza— ¡por supuesto que no!, ¡no voy a dejarte aquí!

—Tienes que hacerlo, ¡él volverá!, y he visto lo que les hace a las personas que lo hacen enojar!

Simon se alejó de él con lentitud y miró a Lean.

—Tenemos que irnos de aquí —susurró Lean.

—No, Hodge, ¿qué pasará si ese tipo regresa?, ¡va a lastimarlo!, o peor —también susurraba.

—Los estoy escuchando, bobos —dijo Reed con un acento británico, entonces Simon y Lean lo voltearon a ver—. Jonesy, creo que no lo sabes, ¡pero ni siquiera puedo mantenerme de pie! ¿Cómo piensas que iré contigo? —dijo en voz baja.

«Carajo» pensó Simon y se agarró la cabeza con ambas manos, pues sabía que Reed tenía razón.

—Simon, escucha, se que no quieres dejarlo, ¡pero si no nos vamos ahora nos van a encontrar aquí! —le dijo Lean.




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