Un Contrato con el Diablo

Capítulo 15. "Están Advertidos"

6:00 PM

Oliver estaba sentado, atado a la misma silla y mirando el suelo de madera casi sin parpadear. Se encontraba perdido en su propia mente. No podía dejar de pensar.

Estaba solo.

Cuando sintió la presencia imponente de alguien más…

Vein entró con agresividad, y miró a todos lados, pero solo había una persona ahí.

—¡Agh, lo sabía! —se dijo a sí mismo, alterado. Pero luego, de un momento a otro su rostro cambió y ya no parecía molesto...
Caminó hacia el centro de la habitación.
—Sabes, de verdad creí que vendrían por tí —le dijo mientras encendía un cigarrillo en sus labios.

Oliver levantó la mirada esperanzado.

—Ja, tú también, por lo que veo. —Vein se acercó y fijó sus ojos en él— ¿Qué te parece una reunión?

(...)

Lean y Simon se escondían en cada habitación a su camino. Recorrían los pasillos de ese lugar, donde numerosas lámparas colgaban de las paredes pintadas de rojo sangre y todo parecía tan elegante... pero había algo peculiar, no había ninguna ventana.

Pronto, ambos llegaron al que parecía ser el último corredor.
Y ya no había ninguna habitación donde ocultarse, sin embargo una gran puerta negra se encontraba al final.

—Debe ser ahí —Lean dijo.

Y fue justo ahí cuando el suelo detrás de ellos comenzó a crujir, golpeado por pasos que se acercaban hacia ellos…

—¡Corre! —Jonesy tiró de Lean.

Los habían encontrado.

Ambos corrieron sonando el suelo de madera mientras cuatro de los empleados se acercaban con rapidez detrás de ellos.

Un disparo resonó por el pasillo, pues estaban cada vez más cerca y el sudor corría por sus frentes.

Hasta que por fin atravesaron la puerta negra.

Y lo que había detrás era algo que no se imaginaban…
Ahora se encontraban rodeados por un abrumador gentío que danzaba en ese gran salón oscuro, cubierto por una luz verde y envuelto por la música que hacía vibrar las paredes.

Rápidamente ambos entraron entre la multitud y cruzaron camuflados mientras aún les pisaban los talones.

Entonces, al otro lado del salón, Lean vió aquello.
—¡Simon, ahí! —apuntó con su dedo índice mientras miraba a Simon, y este intuyó lo que dijo, pues no lo escuchó del todo bien.

(...)

—¿Tienes alguna idea de cómo salir? —le preguntó Samson al chico en la esquina, pero éste ni se inmutó. —¿Ahora qué voy a hacer...? —se dijo a sí mismo, frustrado mientras dejaba caer su cabeza hacia atrás— no estaríamos aquí si no fuera por… —calló un momento—. ¡Lean Hodge, maldito bastardo!

Entonces, aquel chico respondió golpeándose contra la pared repetidas veces a lo que Samson miró de inmediato—. ¿Qué es lo que pasa? —preguntó extrañado, pues en todo ese tiempo junto a él nunca se había comportado de esa manera— ¿Te molesta algo?

El otro chico agitó su cabeza con un “no”, irritado. Quería hablar, pero en sus pobres intentos el sonido fuera de la caja eran solo murmullos.

Así que, Sam guardó silencio y prestó atención intentando entender...

Escuchó, hizo una conexión y lo supo.
—Mierda —Sam lo vió con rostro incrédulo.
—¿Acabas de decir… Leander?

—... —Asintió repetidas veces.

—¿Leander Hodge?

—... —asintió de nuevo.

—¿Cómo es... ¡Diablos!, ¡ojalá no tuvieras esa cosa en la cabe... —De pronto, Samson se escamó.

Alguien había golpeado la puerta.

Y fuese lo que fuera no se detuvo y los golpes siguieron.
Alguien quería derribarla.

Sam no sabía qué esperar, y el miedo empezó a adentrarse en él, pero creía estar preparado para lo que fuera.

Cuando el último golpe impactó, la puerta se abrió, y fué una sorpresa para él cuando Lean y Simon cayeron al suelo con fuerza uno sobre otro.

—¡¿Simon?! —exclamó Sam sorprendido.

Y en cuanto Simon lo vió se acercó con emoción a él.

Pero este lo interrumpió.
—¡Maldita sea Jonesy!, ¿dónde estabas? —parecía molesto y preocupado al mismo tiempo.

Eso hizo que todos guardaran silencio, hasta que, de pronto Samson empezó a... ¿reír?

—¡Estoy nervioso, no me estoy burlando! —dijo entre risas.

Leander y Simon lo miraron confundidos.

—¡Está bien, si me estoy burlando! —dijo.

Y eso hizo reír a Simon.

—Ven aquí, amigo... —Simon se acercó a él y lo envolvió en un abrazo mientras aún reían y algunas lágrimas caían… Tenían tantas cosas de qué hablar.

Una sonrisa discreta se formó en el rostro de Lean, quien apreció la escena pero se mantuvo alejado. Cuando algo a su lado llamó su atención.

—¿Y... él? —Lean habló y llamó la atención de los otros dos. Observó a aquel chico que portaba una caja en su cabeza.

—Él sabe tu nombre.

—¿Qué? —miró a Sam, extrañado—, no puede ser...

—Pues no conozco a otro Leander Hodge...

Eso era tan extraño, ¿cómo era algo así posible? Lean se levantó del suelo y se acercó con lentitud, pero el chico parecía temerle.
—Tranquilo... —habló con calma—, solo quiero saber como te llamas.

—No puede hablar, tiene una maldita caja en la cabeza, Hodge —dijo pensando que era algo obvio.

—Jasper... —de pronto interrumpió Simon.

Y aquel chico agitó su cabeza con mucha energía intentando hablar.

—¡Lean, es Jasper Kent! —se puso de pie— ¡Reed tenía razón! —exclamó Simon.

—¿Lo es...? —susurró Lean pensativo mientras lo miraba con atención.
Luego decidió actuar—. ¡Simon, necesito que vigiles!, voy a liberarlos —se acercó a Jasper.

—¿Pero cómo? —cuestionó Sam.

—¡Con esto! —sacó la navaja que había guardado.
Lean la colocó sobre cada tornillo, en la placa de hierro que sostenía las cadenas y giró.

Después de liberar a Jasper, se acercó a Sam y pretendió hacer lo mismo, cuando de pronto...

El sonido agudo y estridente proveniente de una bocina en la esquina superior del cuarto resonó haciendo que cubrieran sus oídos.




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