Un Cruel Destino

CAPÍTULO 4

DANIELA B.

He vivido alrededor de un mes en la manada black, no he hecho algún amigo, tampoco es como si me lo permitieran hacerlo, en este lugar nadie se atreve a hablarme, nadie aquí parece agradarle la idea de que una humana habite su territorio.

La situación con Mateo cada vez es peor y me temo que nunca se arregle, todos los días lo miro entrenar en los campos, ha cambiado mucho desde el día que llegamos aquí.

Día con día mi vida se ha convertido en un infierno, tal como lo imagine, no he pasado ni un día en el que no me arrepienta de emprender un viaje hasta mi propia perdición. El alfa tiene un singular desprecio por mi, y aunque no se el verdadero motivo comienzo a intuir la razón.

Hoy comienzo otro día de labores, después de haber recibo una golpiza y ser rechazada por mi hermano, el alfa en clara posición de evitar que me fuera me asigno como su sirvienta personal, desde ese día me he convertido en el juguete favorito del alfa.

Una marioneta qué maneja a su antojo haciendome hacer las cosas más idiotas que se le puedan ocurrir como lavar y planchar todos y cada uno de los trajes perfectamente acomodados en su closet, atar sus agujetas, darle de comer en la boca como si fuese un bebé, leer documentos cuando se cansa de hacerlo, ordenar por orden alfabético cada libro en su gran biblioteca, pulir y limpiar cada par de zapatos que utiliza, o simplemente permanecer como estatua detrás de él.

-Buenos días señora Ana- sonrió a la cocinera, una persona de la tercera edad, la unica persona que se ha atrevido a hablarme, y la única capaz de pasar por encima de su alfa.

-Niña te he dicho que me puedes decir nana- sonríe- desde que llegaste te has convertido como una hija para mi- sonrió, esta mujer me hace recordar a mi madre, ahora más que nunca la extraño, desearía que estuviera aquí.

-Lo siento- bajo la mirada intimidada - pero el Alfa me tiene prohibido llamarla así.

-Ese niño idiota- niega, sigue picando fruta mientras yo le ayudo a preparar té-No dejes que lo que diga el niño Eros te intimide, tu puedes hablarme como quieras.

-No me intimida, solo quiero pasar mi tiempo aquí sin ningún problema - bajo la mirada, es absurdo, claro que el alfa me intimida, no solo por aquellos ojos grises si no que cada persona aquí le parece guardar un gran respeto e incluso un poco de miedo que...

Una suave y delicada mano toma mi mentón levantando mi mirada.

-Mi niña no bajes la mirada, tienes unos lindos ojos, no prives al mundo de mirarlos-

Es poco el tiempo que llevo aquí pero la mujer frente a mi se ha encargado de ganarse mi cariño y admiración.

-Interrumpo algo- con voz grave se hace notar, me separó de inmediato de la señora Ana para evitar contienda.

-No niño Eros- volteo hacia él y hago una reverencia, algo más de los tantos caprichos que tiene.

-Te he estado llamando desde hace rato y no tenía noticia tuya- camina hasta situarse a mi lado, veo de reojo a nana quien se apresura hasta el- no tengo que repetirte nada verdad?

-Lo siento- me limito a contestar.

-Alfa -habla nana, Eros la mira esperando que hable- no es su culpa yo la entretuve aquí.

-Nana no la quieras justificar- mi cuerpo reaccióna al sentir su mirada, una acción que no tiene explicación - ella sabe lo que tiene que hacer.

-Si hubiese escuchado tu llamado, yo misma la hubiese enviado hasta ti.

-Nana...

-Está bien, se que contigo no se puede- se separa de el quejándose - eres igual o peor que tu padre, los dos igual de necios.

-Simplemente...

-Si si, ya me se el cuento - sin darme espacio de prepararme, nana se va de la cocina dejándome a solas con mi carcelero.

-Daniela, prepara una habitación con la mejor comodidad posible- asiento - Quiero que todo quede perfecto - asiento, intento retirarme para dejar de estar solo con él - Una cosa más, coloca en el baño artículos para mujer-asiento.

Mujer?

Camino por los pasillos abriendo la puerta de la habitación a lado de la suya. Llevo conmigo utensilios para poder limpiar, comienzo con la labor de dejar la habitación tal como la pidio, sacudo y tiendo la cama, desempolvo los muebles.

Una mujer...

Mi cabeza sigue repitiendo lo mismo, intento ignorarlo concentrandome en lo que hago, tomo la canastilla qué he dejado en el suelo llevando los artículos femeninos que nana me ha dado para colocarlos.

Termino un poco exhausta, por primera vez me ha pedido algo diferente que a lo que comúnmente hago.

La tarde ha llegado, recojo todo dejando la habitación lista para la llegada del invitado, guardo en la bodega lo que he ocupado llendo hasta la cocina en busca de agua.

Un llamado desde las escaleras me hace detener mi camino, sabiendo que si no acato su orden puedo buscarme problemas me dirijo inmediatamente.

-Alfa- saludo.

-Lleva a su habitación a la señorita White- me mira, miro a la mujer frente a mi- sube su equipaje- asiento, tomo las maletas dirigiendome hasta el inicio de las grandes e inmensas escaleras.

Suspiro.

Estoy será un martirio!

-Yo la llevo - la maleta es tomada con facilidad, miro al hombre subir por los escalones como si nada.

La mujer me sigue de cerca cuando comienzo a caminar.

-Gracias - el hombre asiente con una sonrisa dejándome el equipaje- Por aquí por favor - indico, unas cuantas puertas paso para abrir la habitación que he ordenado.

-En donde esta? - la melosa voz me hace tragar un nudo en mi garganta, entro dejando su equipaje en su lugar.

-Disculpe?

-La habitación de tu Alfa-mira la estancia con agrado.

-Es justo la habitación de alado.

-Gracias- me doy vuelta pero me detengo en seco al oírla- le puedes decir a Eros que lo estaré esperando en su habitación-asiento.

No espero más salgo de ahí, el gran pasillo se extiende frente a mi, a esta hora del día puede estar en el despacho o en el campo de entrenamiento, me decido por la primera emprendiendo camino hasta el tercer piso dónde se encuentra.




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