⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅
—¿Crees que te saldrás con la tuya? —le recriminaba Jungkook con voz profunda, tomándolo del cuello firmemente, pero sin lastimar. De pronto el cuerpo de Taehyung caía de lleno sobre ese colchón sintiendo como JungKook se subía rápidamente encima suyo.
—¿Crees que me quitarás lo que me pertenece solo porque le endulzaste el oído al viejo? —retó furioso con una sonrisa malvada acercándose peligrosamente a su boca—. Bueno, veamos que tan bien haces tu servicio, zorrito.
Con una mano le sostenía sus muñecas, apresándolas por sobre su cabeza... Taehyung podía ver el odio y la ira acumulada en su mirada, pero aun con toda la situación sucediendo delante, no importaba nada porque esos ojos llameaban en rojo y solo por eso no temió por su vida. Era estúpido, sí. Pero ver ese color en la mirada de ese hombre era mucho más extraño que lo que técnicamente estaba por hacer.
—Tus ojos...
El hombre se detuvo, observándolo desde arriba con una sonrisa burlona. Como si fuera algo totalmente normal para él.
—Qué tienen mis ojos, zorrito, ¿te excitan?
Taehyung no pudo decir más porque el agarre en su garganta lo despertó de su sueño. No estaba loco, aun sentía la presión en su cuello que lo hizo tocarse para asegurarse si estaba bien. Y lo estaba... solo había sido un sueño.
Observó nuevamente el lugar en donde se encontraba y sí... no era mentira que ya no estaba en aquella pequeña casa donde vivía. Ahora, esa lujosa habitación lo arropaba, solo que no estaba seguro de cuál sería el costo por ello. Tan solo recordar todo lo que había cambiado su vida en menos de veinticuatro horas, juraría que estaba un programa de bromas. Vaya broma.
[...]
Taehyung apenas podía pensar después de la discusión la noche anterior... Jungkook abarcaba sus pensamientos desde que no supo cómo responder a sus palabras. Creía que había sido demasiado grosero al decirle que, ya tenía todo lo que antes le pertenecía, pero aun después de ello, seguía pensando cómo es que había sido tan un idiota por hablarle de ese modo. Era más obvio que esos hombres lo odiarían si de un día para a otro todos sus bienes cambiaban de dueño. Demasiado obvio. Pero también se preguntaba, ¿Qué culpa tenía él en lo que ese hombre había decidido? No era su culpa, eso era más que lógico. Él no había pedido nada de eso. ¿Porque era tan difícil para esos hombres escuchar o entender? Ya tenía demasiados problemas en su vida como para añadirle uno más, es que ¿No era suficiente castigo ser un niño abandonado que ahora el señor destino tenía que mandarle tres niños berrinchudos a su caótico mundo?
Es que estaba tan cansado que solo pedía un poco de piedad.
Viendo la ciudad pasar por ese vidrio, se preguntaba cómo le haría para zafarse de ese desafío. Pensaba que, si de por si era difícil mantenerse oculto de su ex novio que lo atormentaba, lo sería aún más llamando la atención con tremendo automóvil.
—Llegamos, señor Kim —dijo de pronto su chofer regresándolo a la vida real.
—Oh, sí. Muchas gracias, señor Jung.
Asintió rápidamente confundido sin saber cómo abrir aquella puerta. Dándose cuenta que no había manija o algo que agarrar para abrirla. Se preguntaba qué demonios, es que ahora los autos. ¿se abrían por medio de bluetooth? Y al ver la confusión por medio del retrovisor, su chofer bajó del coche para abrirle la puerta desde afuera.
—Muchas gracias, señor Jung —dijo avergonzado saliendo del coche—. Otra vez.
—Estoy para servirle, señor Kim.
Darle una reverencia fue lo único que se le ocurrió para no quedar como imbécil delante de ese hombre.
—¡¿Desde cuando tienes un Audi GT Quattro, Kim Taehyung?!
Vociferó Park JiMin cuando vio a su amigo descender de ese hermoso automóvil. Emocionado y estupefacto decía mientras se acercaba con la mandíbula caída, viendo también que un hombre de mediana edad cerraba la puerta detrás de él y le decía que no se preocupara que vendría a recogerlo al término de su turno.
—Oh por dios —inquirió cubriendo su boca sutilmente—. ¿Qué está pasando, Taehyung? —murmuró sobre su oído—. ¿Tienes suggar?
—Ahorita te cuento, solo espera un segundo.
Después de darle su horario laboral, Taehyung le dio otra reverencia al hombre.
Mientras tanto, su amigo le tomaba fotos a ese lujoso artefacto. JiMin desde niño tenía una fijación sería por lo coches, y si bien su vida no era muy opulenta, vivía cómodamente, lo suficiente como para terminar de pagar su carrera y con lo de su trabajo, ahorrar para conseguir ese añorado automóvil y empezar a correr de manera profesional.
—Sabía que te ibas a volver loco cuando lo vieras, ¡lo sabía! —aseguró Taehyung comenzando a caminar hacia el interior de ese hospital.
—¿Y cómo no? —respondió siguiendo a su lado, pero sin perder de vista ese hermoso vehículo—. Dios, Taehyung, ¿Sabes lo que ese coche puede correr en diez segundos? ¿Sabes cuánto cuesta?
—No y no me interesa, Park —interrumpió un poco enojado de tan solo pensar en el costo de ese automóvil—. Y ni se te ocurra. No. Deja de soñar que vamos a correr de manera ilegal con ese coche. No, eso no va a pasar. Olvídalo. No será por mí que te estampes contra una pared. Te amo tanto que no voy a dejarte usarlo.
—Oye, que poca fe me tienes —JiMin inquirió ofendido dejando salir una mueca lastimera—. Estoy estudiando para ser profesional.
—Lo sé y me duele que intentes abandonarme en este hospital —respondió con un puchero y serio dolor—. Eres mi único amigo. ¿Qué voy a hacer cuando me dejes?
—No te voy a dejar, tonto.
—Si, como digas. Sabes que una vez que comiences a probarte, eso requiere mucha disciplina igual que esto.
JiMin renegó poniendo los ojos en blanco, acercándose a su amigo para tomarlo por el brazo y caminar a su lado.
—Bueno ya, amargado. ¿Cuéntame de dónde lo sacaste?