Una noche de luna roja, Adam le pidió a la luna que le concediera un único deseo: poder ser padre. Desde ya, no sentir atracción por una mujer siendo hombre, era considerado algo maligno y que un hombre estuviera embarazado era aparte de imposible, impropio. Esa noche, el chico le pidió a la luna roja que estaba tan brillante como la llama de una vela, que lo dejara ser padre por una sola vez en la vida. Que eso era lo único que él, deseaba con todo su corazón. Viendo esto como algo imposible, el chico se fue a su casa, pero pensando en aquel sueño que lo haría tan feliz si la luna se lo concedía.
Al cabo de un mes, el chico comenzó a sentirse extraño. Tenía sensaciones que nunca había sentido: la comida le apestaba —no toda, pero si la mayoría— tenía dolores en el abdomen que no podía explicar, y nauseas muy constantes. Los síntomas no eran normales, no en él. Por eso fue al hospital del pueblo a que le hicieran un chequeo rápido.
Grave error.
El doctor se dio cuenta de que aquel chico no padecía ninguna enfermedad que lo único que tenía era un embarazo. Al verle el bulto en el abdomen pudo notar que algo crecía dentro de él, pero lo que sea que creciera allí dentro, era considerado algo maldito, algo que no podía ver la luz.
El doctor hizo que la noticia llegara a los oídos del rey para que este diera alguna orden mientras retenía al chico en el pequeño hospital. El rey dio la orden para que lo mataran y a lo que sea que crecía dentro de él. Pero aquel indefenso y dulce ser, fue más astuto. Como si el sentido de ser padre por primera vez se le despertara y lo único que quería era proteger a la criatura que crecía en su vientre.
Adam escapo del hospital y se adentró al bosque y lo encontraron.
Cuando dio a luz, se dio cuenta de que no llevaba un bebé dentro de él, si no que eran dos. Niños por igual. No obstante, no se parecían en lo absoluto. Uno era más fuerte, tenía los ojos negros y la piel blanca, tenía más cabello de lo que podían tener los niños recién nacidos. Mientras que el otro era más delgado, más pequeño, con menos cabello, con los ojos en un amarillo intenso que eran capaz de hipnotizar, y con la piel igual de clara que el primero.
Desesperado por darle una mejor vida a sus hijos, decidió ir a pedirle ayuda al rey, y pensando que este en verdad lo ayudaría, decidió contarle el secreto.
La luna si había concedido su deseo. Sin embargo, los dos hijos habían nacido con una maldición, el hijo mayor Aiden, había nacido siendo un hombre lobo, cada luna llena después de que cumplió su primera década en la tierra, se transformó en aquel ser que se alimentaba de carne humana, y su sed era tan fuerte que tenía que salir cueste lo que cueste cada luna llena cuando pasaba de ser un humano a una bestia peluda de colmillos afilados y sediento por probar carne fresca.
El segundo hijo Adel. Había nacido con dos razas, era considerado un hibrido, era un brujo y también un licántropo. Pero para activar su lado licántropo, tenía que matar.
Y así lo hizo.
Pero no mato a cualquier persona. Mato a la hija del rey, la heredera al trono.
El rey no se guardó nada, estando su hija de por medio, en ese momento quiso matar al chico, pero como si la luna lo protegiera, desapareció del castillo en un instante, esfumándose como la niebla.
Desde ese momento los tres fueron llamados una aberración y aunque nunca nadie volvió a saber de ellos, el rey ofrecía una buena cantidad de dinero para que trajeran las cabezas de los tres.
Aquellos tres seres, nunca volvieron a hacer aparición en público. Hasta un día que Adam decidió salir a buscar trabajo. Las personas del pueblo lo reconocieron al instante y se dieron cuenta de que los dos niños que venían de la mano de él eran aquellos demonios que habían crecido en su interior.
Lanzaron sobre sus cuerpos: tomates podridos, basura, bananas y desperdicios, incluso lo iban a quemar en una hoguera a los tres, solo que por suerte algo tan rápido como un relámpago, algo que no pudieron ver, los empujo hacia el bosque para protegerlos del pueblo y de los posibles daños que le pudieron haber causado.
Desde ese entonces aquellos niños no volvieron a salir y el padre solo salía a trabajar con una tela que le cubría el rostro para no ser reconocido por absolutamente nadie.
Pero como todo niño rebelde, aquellos dos hermanos: Aiden y Adel. No se quedaban en la casa todo el tiempo que su padre no estaba en ella, al contrario, se escapaban para descubrir más sobre el bosque. Tomando Aiden su camino de muertes ya que su lobo interior y la maldad que palpitaban dentro de él, amenazaban con salir. Y Adel, descubría cada rincón del bosque asegurando que conocía de memoria la mayor parte de este.
Su único error fue nacer de un hombre o de un deseo a la madre luna. Pero con todo lo que aquel padre había hecho por ellos durante los dieciocho años que ahora tenían, era ilógico que pensaran que nacer de un hombre era una aberración. Al contrario, estaban seguros de que ser hijos de aquel maravilloso ser que le había dado hasta lo que nunca habían imaginado tener, era lo mejor que le pudo haber pasado en la vida.
Adam trabajaba todas las noches, en un trabajo misterioso al que nunca los había querido llevarlos, pero Adel era tan curioso, que cuando lo siguió una noche normal, pudo conocer lo que su padre le ocultaba: los hombres lo lastimaban, pero al parecer, a él no le disgustaba y le pagaban por ello.
Pero aun teniendo miles de defectos. Mi familia es perfecta.
Y estoy seguro de eso y de cada una de las palabras que dije cuando conté aquella historia.
Lo sé porque yo soy uno de aquellos niños a los que un día llamaron aberración.