Un deseo maldito (lgbt)

6. Incomodidad.

Un almuerzo tranquilo.

Eso era lo único que quería después de todo lo que habíamos pasado. Mi estomago rugía de hambre, pero al ver el rostro de Grey, y enterarme de que él era el hermano de Roy, supe que el almuerzo resultaría fatal.

Intentaba ignorar la mirada puesta en mí, pero por más que me esforzaba no podía hacerlo, era muy intenso y burlón. Y como si eso no fuera poco, me había tocado el asiento justo a su lado. Sin embargo, su aroma no era para nada desagradable, olía a frutos secos, a naturaleza, a lobo. Tenía un aire territorial que de alguna u otra manera, lo hacía ver más atractivo de lo que ya era.

Desde que Grey había amigado con Aiden e iba a casa constantemente, siempre me pareció alguien más de los tantos amigos que llevaba mi hermano a casa, pero este en particular me solía buscar el lado muy seguido y dejo de ser: el mejor amigo de Aiden que iba a casa muy seguido, a el mejor amigo de Aiden tan fastidioso como cuando un mosquito te pica después de un arduo trabajo bajo el sol. Era irritante tener que soportar sus bromas de mal gusto, que lo hacían ver agresivo y ridículo.

Ahora estaba a mi lado, comiendo como si no me tuviera al lado. Aiden ya se había lanzado a él a saludarlo como mismo saludo a Roy, lo que me ponía a dudar más sobre aquella conclusión del noviazgo. No obstante, no le di tanta importancia a eso y comencé a comer, de por sí, tenía mucha hambre.

—Nunca pensé ver a Aiden, a su padre y a su... hermano, por mi casa —hablo en un tono de voz suave.

Era insoportable, más de lo que podía imaginar.

Agarre el tenedor con fuerza y aprete los labios con la misma intensidad que mi mano rodeaba el tenedor. No podía decirle nada fuera de lugar. Después de todo, estaba en su casa porque no tenía una, y estaba seguro de que un paso en falso y nos echarían de aquí a los tres.

Ubo un silencio incomodo después de que Grey hablara. Pero Aiden rompió aquel silencio al ver que nadie había contestado, ni siquiera Roy.

—¿Acaso no te alegras de verme aquí, querido amigo? —le mostro una sonrisa mientras se llevaba un trozo de carne a la boca.

—No me refiero a eso, me refiero a que hay personas muy engreídas que nunca me imagine ver en mi casa.

Era obvio que aquella indirecta iba dirigida a mí. Su plan era provocarme, como siempre. Y lo había conseguido.

—Créeme que, si hubiera sabido que Roy era hermano de un perro asqueroso lleno de pulgas, no hubiese venido aquí, y mejor me hubiera quedado encima de un manzano.

—¡Adel! —exclamo mi padre mirándome con ojos de terror.

Me encogí de hombros y de inmediato las carcajadas de Grey, inundaron todo el comedor.

—Es extraño que no sepa de quien soy hermano. Sueles saber cada detalle de mi vida. Es que soy tan importante para ti.

Lo mire de inmediato, sus ojos estaban puestos en mí, y mientras hablaba mostraba un puchero que hacía que su voz sea más suave y dulce, pero forzada.

Entorné los ojos, fruncí el entrecejo mientras levantaba lentamente el tenedor en mi mano, el que ya comenzaba a doler por lo fuerte que lo estaba apretando. Antes de que hiciera algo fuera de lugar. Sentí la mano de mi padre sobre la mía, justo en la que tenía el tenedor. Giré la cabeza y entonces lo vi. Este negaba sigilosamente con la cabeza, estaba seguro de que me quería decir: no hagas una estupidez, no aquí.

Cerré los ojos y respiré profundo. Solté el tenedor el cual cayo en el plato provocando un ruido medianamente alto. Por un momento sentí que todas las miradas estaban puestas en mí, algo que me incomodo bastante. Mi estomago se cerró, no sentía hambre, a pesar de la tanta que tenía cuando me senté.

—Tranquilos chicos. No es necesario discutir en este almuerzo tan importante —comento Roy, y luego se volvió hacia su hermano poniendo una mano sobre la de este—. Grey. Aiden y su familia sufrieron un accidente, su casa se incendió y yo decidí darle alojamiento en la nuestra que siempre esta solitaria. Debemos de tratar a los invitados de manera respetuosa.

Entonces como si este no supiera nada del porque estábamos en su casa, ensancho los ojos y se dedicó a vernos a cada uno de los presentes.

—¿Su cabaña se incendió? —pregunto con un tono de voz preocupado.

Mi padre asintió.

—Alguien o algo provocó el fuego, aunque no sabemos quién o que. Pero estamos agradecidos con ambos por dejarnos quedar un tiempo aquí —agradeció mi padre, con su sonrisa amable de siempre.

Grey me miro. Puse los ojos en blanco y me dediqué a escarbar en la comida con el tenedor como si en el fondo del plato hubiese diamantes.

Sentí algo en mi rodilla que me hizo ponerme en alerta. Pensé que debajo de la mesa había alguna criatura, o tal vez una lagartija que amenazaba por recorrer todo mi cuerpo. Agache la cabeza y levante un poco el mantel. La mano de Grey estaba puesta en mi pierna como si me estuviera dando consuelo. Tal vez arrepentido de lo que había dicho sin tener conocimiento de que la cabaña se había incendiado.

Volví a levantar la cabeza y me acomode en la silla, con mi mano izquierda, agarre la mano que Grey tenía en mi pierna y la aparte de esta zona llevándosela hasta su propia pierna. Este me miro y yo solo pude mostrarle una sonrisa fingida que se vio más como una mueca.

Seguí moviendo el tenedor sin tener apetito. Todos estaban en silencio mientras almorzaban.

—¿Y desde cuanto tiempo Aiden y tú se conoces? —pregunte, dirigiéndome a Roy. Una pregunta que los había agarrados a todos por sorpresa.

—Umm... Nos conocemos desde largos años, tenemos varias cosas en común y por eso aun seguimos siendo amigos después de tantos años.

—¿Y la amistad de Aiden y Grey vino adjunta a la suya o después?

—Vino después —contesto esta vez Grey—. ¿Por qué te interesa saber?

Sonreí mientras le daba un sorbo a la copa con agua que estaba a mi lado. Mi padre también tenía su vista fija en mí, como si también quisiera saber a qué se debía mi pregunta.




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