-Te acuerdas la primera vez que te invité al cine... Ella sonrió, aun la recuerdo como si fuera ayer, todo salió mal, nada fue como lo había planeado, ese día todo conspiro en mi contra menos ella. Había planeado llevarla al cine, pero en ese tiempo era tan complicado conseguir una entrada peor dos, pero hice de todo y conseguí las entradas para ver una película, no tenía ni idea de que trataba la película solo sabía que la iba a disfrutar por el simple hecho de estar con ella. Fui a verla a su casa, sus padres estaban dudando en dejarla ir conmigo y mandaron a su hermano mayor como guarda espalda. ¡Rayos! estaba perdido solo tenía dos entradas, como se suponía que iba a conseguir otra para el hermano, no podía dejarlo afuera del cine mientras veíamos la película Estrella y yo.
- ¿Por qué no entramos?
-Hay un pequeño problema.
- ¿Cual? -Solo tengo dos entradas.
-No pensaran dejarme solo aquí afuera mientras ustedes ven la película.
-Julián no empieces.
-Estrella no te voy a dejar sola con este tipo.
-Es mi amigo y se llama Alex
-No me importa que sea tu amigo y que se llame Alex, mamá me envió a cuidarte y es lo que haré, además pensé que tu amigo era de nuestra clase.
-Deja de hablar así.
-Ah mamá no le gustará nada saber que te estas relacionando con jóvenes que no están a nuestra altura.
-Eres insoportable.
-Di lo que quieras, pero yo no me despego de tu lado y menos sabiendo que este es un pobre diablo que no tiene ni siquiera para comprar unas simples entradas al cine.
-Deja de ofenderlo –le respondió enojada a su hermano y yo no pude evitar sentirme mal, así fue como Julián arruinó nuestra primera cita.
-Tu hermano arruinó nuestra primera cita jajaja –ambos reímos y recordamos todas las locuras que hicimos juntos.
–Julián siempre a sido sobreprotector con su hermana menor, temía que fueses un lobo disfrazado de oveja que solo buscaba jugar conmigo –sus palabras eran lentas, y recordé aquella vez que la vi en la ventana de su casa, vestida de negro bailando y cantando con su cepillo de cabello como si este fuese su micrófono.
Desde que supe donde vivía iba todos los días a dejarle cartas de amor, tirando una piedra pequeña en su ventana, esa era una de nuestras tantas formas de comunicarnos, mi chica de ojos marrones sabía que el sonido en su ventana significaba una carta de mi parte y muchas de las veces no eran largas notas, era solo para saludarla y decirle que la había pensado todo el día.
Pero aquel día no lo puedo olvidar llegué a su casa más temprano de lo normal, siempre solía ir en la noche ya que los papás de Estrella eran muy celosos y no aceptaban que un chico de clase media fuese amigo de su hija y no los culpo estaban en todo el derecho de cuidar a su única hija. Llegué como a las tres de la tarde y fui lo más cauteloso posible para no ser descubierto, al lado de la casa de Estrella había un árbol grande y yo no dude en treparlo para esconderme entre las ramas, casi me caigo, pero el susto valía la pena, con tal de verla, cuando por fin trepé el árbol vi la imagen más tierna y graciosa que mis ojos habían visto. Ella traía puesto unos pantalones vaqueros holgados desteñidos, una camisa negra de su hermano y su cabello como siempre desordenado bailaba mientras tarareaba una canción.
Cada día me enamoraba más de mi Estrella de ojos marrones, ella era especial, era ese motor que necesitaba para enfrentarme a mi padre. Siempre me había gustado la poesía, pero nunca me atreví a escribir nada por el temor de que mi padre me descubriera y me mandara a un internado lejos de mi madre, nunca estuve de acuerdo con la manera de pensar de él, pero desde que ella se cruzó en mi camino fue el impulso que me faltaba para decidirme por lo que realmente me gustaba y no por lo que mi papá quería.
Mi musa, mi afrodita había llegado y yo estaba dispuesto adorarla ambos éramos unos adolescentes yo tenía 15 y ella 14 años. Nuestras citas antes de que le pidiera que fuese mi novia casi siempre fallaban, pero lo que nunca fallaba eran mis notas y mis cartas, pase dos meses yendo a su casa a escondidas dejándole mis notas hasta que un día su hermano Julián nos descubrió y como siempre lo arruinó todo.
Era un día jueves cuando le fui a dejar la nota, no sé cómo se enteró Julián pero ese día me había estado esperando con su perro suelto, que por cierto me tenía un amor claro está entre comillas, que al solo verme me ladraba y de no ser por la cadena y la cerca se me lanzaba a morderme. Yo confiado lancé la piedra esperando verla asomarse por la ventana y cuando volteo veo a ese perro grande suelto dispuesto a morderme, mis ojos se abrieron como plato y salí corriendo por mi vida, ese perro parecía poseído, cuando escucho las carcajadas de Julián. ¡Rayos! Odio a este tipo, algún día me las ha de pagar.
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Editado: 12.03.2019