Un día para recordar

Capítulo III

Estrella y yo estábamos tristes porque su hermano había ido de soplón con sus padres y le habían prohibido verme.

-Estrella otra vez estás con este –ella lo quedó viendo con coraje, Julián se había convertido en un serio problema para nosotros y había que buscar una manera para que él dejara de molestar. Cuando escucho una voz que reconocería en cualquier lado –Este tiene nombre y apellido –era la voz de mi hermana quien estaba tronando de coraje y su mirada amenazaba con asesinar a Julián, Estrella y yo teníamos unas ganas inmensas de reírnos, pero fuimos discretos, parecía una guerra campal entre nuestros hermanos mayores.

-Yo solo estoy cuidando a mi hermana –dijo Julián tratando de sonar intimidante ante mi hermana, pero pobre de él, no sabía que la chica que tenía en frente era experta en karate y su especialidad eran las llaves, solo en ese momento sentí compasión por mi futuro cuñado. –Repite lo que dijiste –mi hermana se acercó peligrosamente a él, ¡oh no! Esto se iba a poner muy feo. –Dije que solo estoy cuidando a mi hermana –Lorena volteó a vernos, Estrella y yo la miramos con cara de ¡haz lo que quieras! Y ella sonrió, ¡no por Dios! Yo conozco esa sonrisa maliciosa de mi hermana.

Lorena vio a Julián que seguía con su postura arrogante y en un instante le aplicó una llave maestra, Estrella y yo abrimos los como platos, pero bien merecido se lo tenía por entrometido y soplón mientras Lorena comenzaba con su repertorio defendiéndome, ella siempre es muy sobreprotectora con su hermano menor.

-Mi hermano no está solo, ni es un delincuente para que tú hijo de mami vayas de soplón a chismear como niña que mi hermano se ve con tu hermana –Lorena no estaba teniendo compasión y sería un grave error si me meto a defenderlo, además sigo pensando que se lo merece. –yo solo protejo a mi hermana –bufo Julián con su voz adolorida –yo también protejo a mi hermano. –suéltame.

–no lo voy hacer hasta que te disculpes con mi hermano.

–eso nunca –respondió -¡Estrella dile que me suelte está loca! –ordenó a su hermana pero Estrella le hizo una mueca.

-Te lo mereces por haber soltado a Boby para que muerda a Alex –yo la quedé viendo sorprendido y ya sonaba tan segura y mi hermana sonrió complacida. ¡oh no! Ellas dos juntas serian un peligro andante. –ya escuchaste a tu hermana Juliancito –mi hermana hablaba burlándose de la mala suerte de Julián. y él nos quería matar a todos, si su mirada hubiese sido balas en este momento estaríamos muertos.

-Está bien, discúlpame Alex –lo dijo en tono sarcástico –Que dijiste que no escuché –mi hermana estaba como un verdadero verdugo –Que me disculpes –gritó de dolor mientras mi hermana presionaba más su brazo.

-Ya vez, no te cuesta nada ser amable –dijo y lo soltó, la mirada de odio se dirigió hacia mi hermana y le dijo amenazante –No dejaré que mi hermana se vea a solas con… con Alex. –mi hermana lo vio y nos volteo a ver –en eso estoy de acuerdo, entonces de aquí en adelante cuando ustedes dos se citen pues yo también iré.

-¡Lorena! –exclame disgustado –no me hables así, lo toman o lo dejan –ambos nos miramos y aceptamos resignados sin si quiera imaginar que sería una de las experiencias más bonitas convivir con nuestros hermanos mayores.

-Voy a tener que verte de nuevo – bufo de nuevo Julián

-Sí, Juliancito, creo que he descubierto un nuevo pasatiempo y ahora que estoy en vacaciones de hacer algo para no aburrirme. –era evidente su nuevo pasatiempo era Julián –Chicos mañana es el clásico del astillero y adivinen que.

-¡Qué! –dijimos emocionados.

- ¡Tengo entradas! –dijo emocionada y todos gritamos de la emoción. -¿Qué equipo eres? –preguntó Estrella emocionada.

-Barcelonista –Estrella la vio y ambas gritaron, parecían dos niñas, Julián y yo nos quedamos viendo con cara de ¡ash mujeres!

-Prepárate porque mañana vamos a gritar mucho –¡Qué emoción! –Julián y yo sonamos nuestras gargantas y ellas recordaron que estábamos ahí.

-¿Cuántas entradas tienes? –preguntó serio Julián.

-Tengo tres ósea que tu no vas –si no voy yo no va mi hermana –dijo tajante volteando la cara.

-Consigue la otra entrada.

-¡Qué!

-No pensaras que voy a conseguirte una entrada después de la manera en la que has tratado a mi hermano.




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