Un Diablo Encantador

CAPITULO 3

NATASHA 

Miro al tal Daryl Victorino conducir, no se que hacer... Bueno o como decirle que no tengo experiencia y que soy virgen... ¡MIERDA! ¿¡EN QUE DEJE QUE ME METIERA SCARLETT!?.

Llegamos a una enorme mansión, las rejas de la entrada se abren, ingresa como si nada. Estaciona su imponente auto en la entrada.

 

– Bajemos –dice y baja del auto. 

 

Acompaño sus movimientos y bajo del auto, miro por leves segundos la mansión, es enorme. Lo veo entrar al interior, temblorosa, lo sigo. Por dentro todo esta oscuro, apagado pero noto el increible orden y limpieza que abunda aquí. Es elegante y sofisticado, de nuevo lo encuentro apoyado en el marco de la puerta mirándome.

 

– ¿Por qué tienes esa cara? –se acerca a mí–. ¿Estás nerviosa?

 

– Lo siento –digo temblorosa–. Es que...

 

– ¿Eres nueva en esto? –me mira.

 

Observó a este hombre, sus ojos, sus facciones... Es tan guapo que no parece real, siento un extraño dolor en el vientre. Trago saliva nerviosa, siento mí garganta seca. 

 

– No es eso –digo–. Es que no es... No es en lo único que soy nueva. 

 

– ¿Cómo? –se acerca a mí–. Espera... ¿Eres virgen? 

 

– S-si... –digo avergonzada–. No tengo absolutamente nada de experiencia... Nada.

 

Su respiración se vuelve pesada, su pecho baja y sube, levanto la mirada hacia su rostro. Sus ojos son más oscuros... Solo queda un pequeño círculo azul. 

 

– ¿Y quieres hacer esto? –me pregunta a centímetros de mí–. ¿Lo quieres?

 

– Yo no... No tengo experiencia para satisfacer sus deseos –cierro los ojos–. Solo... Creo...

 

– Te pregunté si quieres hacerlo, no si tienes experiencia –me obliga a mirarlo–. ¿Quieres hacerlo?. 

 

– S-si... Quiero hacerlo –lo miro decidida–. ¿Usted quiere...? 

 

– Me gusta la idea de introducirte en este mundo –susurra cerca de mí boca.

 

Sus manos se adueñan de mí cintura y me pega a él, su boca toma la mía en un apasionado beso. Mí primer beso... ¡DIOS MIO! ¡MI PRIMER BESO!. 

Una descarga me recorre absolutamente todo el cuerpo, mis manos por voluntad propia van a su cuello. Siento sus manos deslizarse bajo mí blusa.

 

– Esto no está hecho para ti –me murmura–. Nada de está ropa. 

 

– ¿Tu que sabes? –pregunto agitada. 

 

– Lo se... Eres más que esto –levanta mí blusa–. Mucho más. 

 

Termina de quitarme la blusa y la lanza a algún lado de la sala. En sus viriles brazos me levanta sin mucha dificultad y bueno... Con mis 50kg no es muy difícil. 

Sube las escaleras besándome con tanta pasión que me marea, escucho una puerta abrirse y cerrarse. Me deja en el piso, entonces se aleja y me mira. Toma mis manos, tan pequeñas al lado de las suyas, y las lleva a su pecho. 

 

– Haz lo que quieras conmigo –me susurra con voz ronca. 

 

No dudo ni un segundo, voy al primer botón de su camisa y empiezo a desabotonarla, la cual temrina por quitarse. Trago saliva al verlo, su torso tan visiblemente perfecto, note la enorme serpiente tatuada a un lado de su cuello y que terminaba en su hombro.

Volvió a besarme, jamás sentí algo así. Deslizó sus labios a mí cuello al mismo tiempo que sus manos desabrocharon mí sostén, no pude evitar que una especie de jadeo saliera de mi boca, paso mí mano por su luca acariciando su cabello, suelta un gruñido ronco. 

 

– Dios... ¡Por favor! –suplico entre jadeos. 

 

Con sus manos en mí cintura me guía hasta la cama donde me deja en el suave colchón. Siento una humedad extraña en mí intimidad.

 

– Jesús, Daryl –gimo

 

Su boca toma mí pecho haciendo que me arquee contra su boca, baja por mí abdomen dejando besos húmedos por cada centímetro de mí piel. Baja el cierre de mí falda bajandola por mis piernas, mí braguita sigue el mismo camino. Mientras sube besa mis piernas hasta el interior de mis muslos, torturandome. Quedó exhausta después de lo que creo que es un orgasmo o eso me explicaron... ¿¡Que mierda voy a saber yo!? ¡Solo se que lo estoy disfrutando!.

 

– ¿Cómo te llamas?... –dice volviendo a mí boca–. ¿Cuál es tu nombre?.

 

– Gata... –digo mirándolo a los ojos–. Me dijeron que soy Gata. 

 

– Tu nombre... –besa mí cuello–. Tu verdadero nombre. 

 

Me arqueo cuando algo largo y duro rozando mí feminidad. 

 

– Dime tu nombre –me susurra oído. 

 

– Na... Natasha –digo con voz agitada–. Natasha, me llamo Natasha.

 

– Natasha –repite–. Natasha, mí Natasha... Mí Gata. ¿Estás lista?

 

Asiento nerviosa, vuelve a besarme con intensidad. Luego siento como, lentamente, va entrando en mí. Un fuerte dolor me invade y me tenso de inmediato, cierro los ojos con fuerza. 

Él se queda quieto dejando que mí cuerpo se adapte a su gran invasión, cuando mí cuerpo se mueve automáticamente junto a al suyo, dejando a un lado el dolor aún existente, comienzo a sentir placer y gozo. Guiada por un impulso beso su cuello, provocando que gruñidos de su boca y qué sus movimientos sean más rápido. 

Terminamos casi al mismo tiempo, él cae junto a mí. Ambos tratamos de controlar nuestras respiraciones. 

 

– ¿No vas a estar mañana cuando despierte? –dice mirándome–. ¿No es así? 

 

– No –niego–. No puedo... 

 

Rodea mí hombro con su brazo y me atrae hacia su torso. Me quedo helada sin saber que hacer, solo me deje llevar y apoye mi cabeza en su pecho escuchando los rápidos latidos de su corazón, late tan rápido como el mío. 

Siento como el sueño me invade, quizás ya deba irme, intento alejarme pero él me detiene.

 

– Quédate y duerme –me murmura al oído. 

 

– Pero... Nosotras no nos... –intento hablar

 

– Ssshh... Duerme –me susurra–. Descansa.

 

Mis ojos se cierran automaticamente, cómodamente entre sus brazos me duermo. 



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En el texto hay: trato, _romance__, _mafia_

Editado: 06.10.2021

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