Un eco ancestral

5 "El libro escarlata"

Entro al salón de la enorme y vacía mansión, lanzo los zapatos hacia un lado y me recuesto en el asiento mientras mi cabeza se llena de pensamientos. Ya he llamado a Ruth para informarle que puede venir antes a casa.

Estoy atormentada; es mucha información para unos pocos días. Mi abuela, mis padres, la casa... siento que todo esto es abrumador y presiento que descubrir el verdadero problema no me va a gustar. Por otro lado, este hombre que irrumpe en mi vida y ni siquiera sé por qué me produce esta sensación de terror, es como si sus ojos y todo su ser expresaran una maldad interior, pero también siento... ¿Atracción? ¡Ay, no, Emma, eso no!

James está jugando conmigo, pero lo que más me inquieta es no saber qué me preocupa más. Su presencia es inconstante, aparece y desaparece sin previo aviso. Y ahora habla de un pacto. Mi abuela había hecho un pacto, pero ¿con quién? Jamás he oído nada sobre eso en mi familia. ¿Y por qué me dijo que le pertenezco?

No soy propiedad de nadie, pero la seguridad con la que lo dijo me deja paralizada. Tengo que enfrentarme a la realidad o prolongar más este sufrimiento e incertidumbre. Necesito respuestas, no puedo dejar que esto me consuma.

Buscaré en los antiguos libros de la casa; tal vez encuentre alguna pista.Me dirijo al gran estante donde están los recuerdos familiares y documentos importantes, pero solo encuentro fotos antiguas y novelas.

-¡Ay!-grito cuando de repente una caja de madera cae sobre mi pie derecho. El dolor es insoportable. Me agacho para revisar su contenido.

Un montón de papeles se esparcen por el suelo. Pero algo llama mi atención de inmediato. Un libro escarlata empolvado se asoma ante mis ojos. Lo abro sacudiendo la gran capa de polvo que tiene; no puedo ver mucho, las páginas están rotas, como si las hubieran arrancado.

Algunas tienen extraños dibujos y letras que no logro entender. En el centro hay una hoja a la que le falta la mitad, pero es la única que se puede leer. Tiene un escrito con tinta muy negra que dice:

"Sangre por riqueza"

Al mencionar esas palabras unas náuseas suben a mi estómago. El ambiente se vuelve pesado, mi vista se nubla y no puedo ver más que oscuridad.

Es como si el salón de mi casa se hubiera transformado en un enorme túnel. La desesperación y el temor me abrazan de inmediato, pero las náuseas se hacen más intensas. De repente, una figura extraña aparece ante mis ojos, no puedo definir qué es ni su aspecto, está todo muy oscuro. Mientras la silueta se aproxima a mí, siento que mis fuerzas se debilitan.

Un duro golpe, como una bofetada, me hace caer de espaldas al suelo. El asco en mi estómago finalmente se convierte en un vómito de sangre oscura; los coágulos salen sin parar de mi garganta. Cada arcada me hace estremecer de dolor en mi estómago. No puedo moverme ni hacer nada más que vomitar mientras la siniestra figura sigue ahí.

Siento el timbre de la puerta, se escucha como un eco lejano. Pero de un momento a otro, ya no hay nada. El salón sigue como antes y no hay rastros de sangre ni de la aparición horrenda; solo el asco y el sabor metálico me recuerdan el desagradable momento.

Una vez más, siento el timbre y me levanto aturdida, presionando mi estómago hasta llegar a la puerta.

—¡Gordita!—grita Ruth.

—Pasa—digo conteniendo el asco en mi boca.

—Oye, no te ves bien—

—Solo son náuseas-contesto intentando ocultar mi tormento interno —iré al baño, vuelvo rápido.—

Corro al baño para lavarme la boca por el insoportable sabor.

¿Sangre por riqueza? Esto no pinta nada bien. Pero, y esta visión, está claro que fue real, aún tengo el sabor a sangre en la boca. Esto es más oscuro de lo que imaginé.

Entonces, recuerdo el libro antiguo escarlata; lo he dejado en el salón, de igual manera allí no se perderá y no quiero tocarlo nuevamente.

Recuerdo a Ruth y vuelvo junto al recibidor donde la he dejado. Ella conversa mucho, dando vueltas al tema disimuladamente; está claro que quiere saber más pero no se atreve a preguntarme directamente.

—A ver, Ruth, ¿qué quieres saber?—digo mirándola fijo mientras inclino mi cabeza.

—Bueno... lo que quieras contarme, solo quiero que hables un poco, no puedes guardarte todo, no hace bien— saca un cigarro y lo enciende.

—Aunque sí, ese extraño hombre de anoche, con el que cenaste hoy, ¿quién es?—se lleva el cigarro a la boca.

—Ruth, ya sabes lo difícil que es para mí hablar de mis problemas, pero bueno...—hago una pausa y respiro profundo. —Ese hombre es quien reclamó mi propiedad, es quien estará aquí sentado la próxima semana—

Ruth abre la boca y pone los ojos como platos.

—¡Amiga, ese hombre da miedo pero se ve muy bien! ¿Pertenece a la mafia o algo así?—Su comentario fuera de lugar me hace reír. Ella, como siempre, su capacidad para reírse de todo por más doloroso que sea.

—¡Ruth! Ponte seria, no comiences—le ordeno conteniendo la sonrisa. Ella hace magia, siempre alegra a todos.

—Bueno, tienes alguna forma de reclamar este lujo—dice mirando todo a su alrededor.

—Sí, pero es costoso. El hombre de ayer, James Audrey, es muy poderoso y yo no tengo dinero para eso—digo mientras cierro los ojos y paso una mano por mi cara.

—¡Si!—grita Ruth dando una fuerte palmada en el aire.

—Oye no grites— respondo asustada

—Te tengo un abogado y ya se que me dirás que no tienes dinero, pero se puede conversar al menos quizás te podrá orientar—dijo si parar una sola vez y apago su cigarro.

—¿Quién sería el ángel que no cobraría? Eso no existe Ruth—dije mirando al suelo

—¡Ryan!—dice sin más.

-¿Qué? ¿No estarás hablando del cantante alocado del bar, verdad?—digo asombrada.

—Sí, ese mismo—se pone seria.

—¿Ah, sí? ¿Canta de noche y de mañana se cubre su tatuaje con un traje y se quita el arete y se va a resolver asuntos legales?—digo bromeando con sarcasmo. Pero Ruth no sonríe y me dice seriamente.




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