Debo dejar de escribirte cartas; debo dejar de dedicarte libros; debo dejar de escucharme en cada una de tus canciones pero sobre todo debo de dejar de mirar todo el tiempo mi anillo.
Siempre pensé que llegaría una linda chica de la cual me enamoraría; que bailaríamos al compás del felices para siempre después de casarme y tener hijos. Como una familia tradicional panista; pero entonces me sonreíste y no sabía sí las mariposas que despertaste en mi interior eran por asco o atracción; incluso me había llegado a desparasitar para ya no sentirlas.
Aún recuerdo cuando te conocí; un imbécil en el salón, hablando de Bolaño y Cortazar, que sacaba de quicio a la mitad del grupo; no sabía si prefería que te callarás o siguieras hablando para que el fan de Paz no volviera a abrir la boca. Pero entonces llegaron las chicas; el grupo se formó y creí que solo era una ilusión por las burlas de todas por pasarnos la vida juntos.
Creí que tenía el control de la situación; creí que los coqueteos baratos solo eran para seguir jodiendo y que cada caricia era para molestar. Pero entonces el primer beso apareció, dormir juntos se convirtió en una necesidad y en serio pensé que podía con todo esto.
¿Pero quién le dice a la chica que su novio se ha enamorado de su mejor amigo? ¿Quién le dice que acepto salir con ella aún cuando su novio tenía sentimientos confusos con alguien de su mismo sexo?
No fue justo para nadie, ni para los demás por involucrarnos, ni para mi por tu indiferencia; ni mucho menos para ti por mis indecisiones. Pero entiende, había sido hetero toda mi vida y de la noche a la mañana creaste un gran tornado que arrasó con todos mis secretos e ideales de lo que creía que era.
No sé si fue un error, un mal cálculo, una pintura abstracta, un partido empatado o una calificación inesperada. Pero sí sé que fuiste una mañana en la playa luego de un huracán; fuiste un arcoíris en medio de una tormenta; una luz al final del túnel y el dueño de todos mis escritos.
Tantas noches juntos con la luna como nuestro único testigo; tantas tardes de lluvia con la luz de los rayos como única compañía; tantos besos a escondidas y tantos llantos en público. Tantas palabras no dichas y tantas canciones no cantadas. Tanto que aprender y tanto que olvidar
Y a pesar de todo, sigo siendo tuyo. En esta y en mil vidas más.