Un estado de shock

Un estado de shock

Un estado de shock es algo que se conoce clínicamente, pero que pocos entienden verdaderamente. A menudo se utiliza como una expresión cotidiana, pero lo que realmente implica va mucho más allá de las palabras. El shock es un proceso doloroso que se desglosa en cinco etapas, cada una marcada por un sufrimiento profundo y una transformación emocional que pocos pueden describir con precisión.

Primera etapa: Este es el momento en que se desencadena la lucha por la supervivencia. Tu corazón comienza a latir desbocado y tu mente se sumerge en el instinto más primitivo. En lugar de procesar la situación de manera lógica, te enfrentas a una avalancha de respuestas instintivas. Este es el inicio de un viaje tortuoso hacia el abismo del dolor.

Segunda etapa: Después del impacto inicial, te sumerges en un abismo de silencio. Tu voz se apaga y te quedas atrapado en un torbellino de pensamientos desordenados. Aunque el suceso ha pasado, tu mente todavía está inmersa en un mar de confusión, asimilando de a poco las palabras y los fragmentos de lo ocurrido. El silencio se convierte en un refugio doloroso, una prisión donde te enfrentas a la realidad de forma fragmentada.

Tercera etapa: Conocida como la "luna de miel", esta fase es una cruel ilusión de fortaleza. Tu cerebro intenta protegerte, y te presentas al mundo con una fachada de invulnerabilidad. No solo estás tratando de aparentar que estás bien, sino que también intentas convencerte a ti mismo de que el dolor es un mal sueño del que has despertado. Quieres que tu vida siga adelante como si nada hubiera pasado, utilizando excusas como la presencia de familiares lejanos para mantener la apariencia. Pero en el fondo, tu armadura comienza a resquebrajarse, y el contacto con aquellos en quienes confías revela vulnerabilidades ocultas.

Cuarta etapa: Aquí la realidad golpea con una crudeza despiadada. Tu armadura ya está rota y el escudo protector ha desaparecido. La mente y el cuerpo están forzados a enfrentar el dolor en su forma más cruda. La agonía se manifiesta en pesadillas constantes, recuerdos desgarradores, lágrimas que fluyen sin consuelo, y temblores incontrolables. La protección se ha desmoronado, y te enfrentas al dolor de manera brutal e ininterrumpida. El sufrimiento es absoluto y el impacto es devastador.

Quinta etapa: Finalmente, en esta etapa de aceptación, empiezas a confrontar la realidad en su totalidad. Puedes intentar tomar el duelo de diversas formas: llorando, riendo, autodestruyéndote. Lo que no puedes evitar es que el dolor persiste, y cada noche, cuando te acuestas, tu inconsciente sigue enfrentando las verdades más profundas, sin descanso. No hay refugio en el olvido, solo un enfrentamiento constante con la realidad de lo que ha pasado.

No sé qué vendrá después. No puedo asegurar que esta sea la verdadera definición del shock ni si el proceso de superar o olvidar es posible. Las palabras a veces parecen vacías frente a tal dolor. Sin embargo, en este momento de profunda incertidumbre y sufrimiento, lo único que puedo ofrecerte es mi presencia. Estoy aquí para ti, para acompañarte en tu camino, en tu proceso, en tu dolor o en tu búsqueda de felicidad.

Con esta carta, dejo mis pensamientos en el papel. Con la misma delicadeza con la que las palabras salieron de mi boca, las coloco aquí, esperando que alguien las lea, las recuerde, o simplemente para no sentirme culpable por no haberlas dicho en voz alta.

Querido lector, no sé si eres un espectador o un actor en este escenario tan frágil y doloroso. No te cierres; las batallas más duras son las que enfrentamos con nosotros mismos. No tienes la culpa de este sufrimiento. Solo recuerda que, a pesar del dolor, no estás solo.

Atentamente,

L.M.G.S.



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En el texto hay: tristeza, soledad, shock

Editado: 02.08.2024

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