—Mejor ve a atender las mesas, yo me encargo de esto —me quitó el trapo con el que estaba limpiando.
Hoy era un día muy concurrido, lleno de todo tipo de personas. Desde aquellos que van solos a disfrutar de su propia compañía, hasta aquellos que van a estudiar o familias repletas de niños revoltosos. Me encantan los niños, pero a veces siento que me gustaría salir de la escuela y no encontrarme con ellos en otro sitio.
—Maestra Sofí —escuché que me gritaba una diminuta voz, la pequeña Camila.
—Hola, Cami —le di un pequeño abrazo y saludé a sus padres, quienes se veían bastante contentos.
La puerta de repente se abre y me preparo para atender al próximo cliente, porque las únicas mesas vacías estaban en mi parte del restaurante. No suelo atender las mesas, pero cuando el día está tan ajetreado como hoy, mi madre suele preferir que no me acerque tanto a la cocina. A veces trabajo ahí y otras acá, dependiendo cómo está mi nivel de torpeza.
—Sofí —giró la cabeza, era Lucas. Me saluda con la mano y luego va a sentarse con sus hermanas a la mesa.
—¿Qué van a comer hoy? —pregunté sacando la pequeña libreta que siempre uso, porque mi memoria es bastante mala.
—Lo de siempre —contestó Analia y yo asentí.
—¿Estás ocupada hoy? —miré al que pronto sería mi vecino.
—Sí, tengo que mudarme al departamento.
—Claro, entonces nos estaremos viendo.
—Sí —dije y me encaminé a la cocina para que tomen su orden.
Conocí a Lucas hace una semana, cuando fui a conocer el departamento al que pensaba mudarme. Estaba emocionada por finalmente poder conocer el lugar en el que planeaba vivir. A mi edad estaba lista para tomar esta nueva etapa y quise buscar el lugar perfecto, un lugar que llenara mi vida y mi corazón de cosas buenas. Sabía que no sería algo fácil, pero estaba preparada para tomar las riendas de mi vida, por lo que me puse manos a la obra.
Apenas llegué al lugar y vi el edificio por fuera, quedé fascinada. Según me dijeron, tenía una sala principal donde estarían el guardia y administración, el asesor con varios pisos y diferentes departamentos en ellos. También había un gimnasio, una lavandería y mi parte favorita, una biblioteca. Muchos de los residentes son estudiantes universitarios y tener un lugar para estudiar era perfecto, porque en esa misma biblioteca había un pequeño estudio y podías estudiar o trabajar ahí. Me encantaba todo.
En la entrada había un chico con destellos dorados y ojos vibrantes y una sonrisa encantadora. Cargaba una bolsa de basura, que depositó en el enorme tarro,,, y tras saludar a unos vecinos, se dispuso a ingresar en el edificio. Yo entré detrás de él y lo vi por un momento hablar en administración. Yo también me acerqué, porque quería ver el departamento antes de hacer el arreglo de alquiler.
El chico se volteó y al verme me dedicó una sonrisa amable. Se veía bastante simpático y al mismo tiempo daba miedo. En las películas los más simpáticos son los más peligrosos, porque acaban siendo psicópatas asesinos. Él no se veía como un asesino. Le devolví la sonrisa y él se acercó para tenderme la mano.
—Hola, soy Lucas.
—Hola, es un placer. Soy Sofía.
—¿Vienes a ver el departamento? —se llevó la mano al cabello y se lo revolvió.
—Sí, quiero ver si es lo que busco. Probablemente, me mude la semana que viene.
—¿Qué departamento?
—El catorce —mis palabras lo hicieron removerse incómodo.
—Yo estoy en el trece, parece que seremos vecinos.
Algo estaba mal en él, pude ver incomodidad y hasta algo de miedo cuando mencioné el número del departamento. Él no dijo nada más del tema y yo preferí dejarlo ahí, pero había algo que no estaba del todo bien. Me despedí de él y subí a conocer mi futuro departamento. El conserje fue el encargado, un hombre torpe y algo nervioso. Dejó caer las llaves un par de veces antes de abrir la puerta, pero finalmente lo consiguió.
El departamento era pequeño, tenía una sala de estar con una televisión, un sofá muy cómodo y junto estaba la mesa con las cuatro sillas a juego. No había división, junto a la sala se veía la cocina. Estaban todos los electrodomésticos y una mesada grande con banquitos, para que pudieras sentarte a comer ahí sin problemas. Un pequeño pasillo y una puerta, al abrirla te lleva directo a otro pasillo más largo con muchas puertas. Dos de ellas te llevan al cuarto principal con una cama matrimonial y otro con una cama pequeña. Me gustó bastante, porque podía quitar todo y hacer de esa pequeña habitación mi estudio de grabación.
Al fondo estaba el baño, y al otro lado otras dos puertas, justo en frente de los cuartos. Uno era la lavandería, porque tienes una en el edificio para todos y otra pequeña para ti. La otra puerta lleva a una biblioteca bastante empolvada y vacía, no tenía libros, pero podías llenarla de ellos. Me iba a asegurar de que eso sucediera. Todo el lugar era encantador y a un precio excelente, lo podría pagar perfectamente con mi trabajo.
Tomé unas pequeñas fotos del lugar y las subí a mi Instagram. Apenas llego a los mil seguidores, pero los pocos que tengo me apoyan mucho y eso me llena más que cualquier cantidad. Todos estaban de acuerdo con que el lugar era perfecto, nada podía salir mal y decidí cerrar el trato. Me despedí y me fui a la administración a terminar el proceso. En una semana ya podría mudarme y comenzar mi vida en ese lugar precioso.
Editado: 31.10.2024