Un fantasma llamado Amor

Cuando menos te lo esperas

Salir del funeral de mi madre, había sido una de las cosas más dolorosas que había podido experimentar a mis 25 años de edad.

No estaba preparado para experimentar tan grande dolor, por demás está decir que fue una tarde bastante triste, sentía como si estuviera agonizando a causa de una terrible emfermedad que consumía cada parte de mi ser.

Caminé sin parar por las calles de Londres por la tarde, faltanto unas cuantas horas para anochecer, estaba pensando en cada recuerdo que pasaba como flashback por mi mente queriendo colapsar con cada paso que daba. No sé cuánto tiempo caminé por las calles, pero al parar mi caminar, me encontré frente a una cafetería no muy concurrida, perfecto para una persona como yo en el estado que me encontraba, no quería regresar a casa en ese instante por que seguramente golpearía con más ímpetu cada recuerdo de ella.

Entré con la cabeza agachada no queriendo que las poquísimas personas que se encontraban allí vieran mi estado tan lamentable, busqué el rincón menos iluminado con un café en la mano.

Habían pasado 3 horas sentado allí, solo habiendo probado aquel café no tan bueno que digamos, pero solo estaba allí para calmar mis sentimientos.

Ya de noche, quise regresar a mi casa, tirarme a la cama y dormir siquiera un poco; Al momento de recoger las pocas cosas que llevaba en mano, miré hacia la puerta y mis ojos chocaron con una chica bastante linda, su cabello era café oscuro y en su mano traía un violín, se notaba bastante alegre y de buen parecer.

En ese momento sentí como algo golpeó mi pecho, un sentimiento confunso, extraño en cierta manera, pero sin pensarlo una sonrisa estúpida se asomó en mi boca olvidando todo el dolor que hace un segundo sentía.

Deje mis cosas y volví a sentarme, observando con disimulo cada movimiento que ella hacía.

Pos supuesto que ella no me había visto ya que había ido directamente a sentarse. Por un momento pensé que tendría alguna cita con alguien, quizás su novio probablemente, pero pasaba los minutos y nadie aparecía. De pronto ella sacó de su maleta unas hojas que por la distancia no podía visualizar bien que eran, junto con las hojas, sacó un esferográfico e intentaba escribir algo, pero parecía que no funcionaba por que se golpeaba la frente a cada minuto.

Me recordó a todas las veces que intenté escribir pero que lamentablemente, todas esas hojas terminaban en el bote de la basura.

Así estuvo durante 20 minutos, hasta que tomó el violín y empezó a tocarlo, ya eran aproximadamente 9 de la noche y solo había 2 personas más aparte de mi y ella, además de que la cafetería estaba a punto de cerrar.

Mientras tocaba el violín, cantaba algo que no podía enterder debido a lo bajo de su voz, sin embargo, la melodía que creaba con el violín era un maravilla, cada acorde, cada melodía era un deleite para mis oídos. Me había concentrado tanto en ella que suena algo absurdo, pero yo moría de ganas por hablarle; sin ella saberlo, había hecho que por un largo rato yo estuviera en paz y olvidara el terrible suceso que había golpeado mi vida.




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