Un fragmento de dolor

Capitulo tres

Hay veces que recuerdo los viejos tiempos, en donde todo giraba en el entorno de ser perfecto, en donde poco importaba el hecho de sentir el corazón roto, de no tener esperanzas a sobrevivir a la mañana siguiente. Ahora que me veo en este presente en donde tengo a una persona que se preocupa de mi bienestar , el saber que  está presente en lo bueno y lo malo, no puedo evitar agradecerle a la vida por haberme destrozado en aquel entonces.

Las semanas pasaron y la presencia en mi departamento de Isabella era inevitable, aunque no sé hasta qué punto en realidad. 

No hay muchas palabras en torno a nosotros más allá de un “hola que tal te va?” y no es que me preocupara tanto tan solo que era incómodo.

–hola alejandro– murmuró sentándose en el sillón  

–que tal vas –  murmure de vuelta 

–todo bien y tu–

–genial–

El silencio se presentó en la sala, podía escuchar nuestras respiraciones y antes de todo pronóstico ella se dio vuelta y me enfrentó.

–esto es incómodo, así que borrón y cuenta nueva? – estiró su mano a mi cuerpo y ladeo la cabeza

 –esta bien– le tomé su mano, las vibraciones en mi cuerpo me alertaron y la solté más brusco de lo que pretendía ser 

–genial– su sonrisa era tensa pero no por ello fue inevitable ver su hoyuelo

Me acomode en el sillón de vuelta y suspire, quería por primera vez fundirme con él y desaparecer de aquel plano terrenal, no tardó en aparecer luciano por la cocina, sonrío al ver a Isabella jugar con los cordones de su chaqueta. 



 

Era bastante hostigoso observarlos y en cada instante que pasaba me preguntaba si sería mejor dejarlos solo, pero leandro al notar mi intención de querer irme me comenzaba a conversar, supongo que no quería que me alejara; durante unas semanas pude soportarlo pero llegó un punto donde ya no podía verlos juntos y ni siquiera entendí el porqué.

Solo sentía un ruido abrumador en mi cabeza cada que veía sus manos juntas, cada que veía cómo sonreían y disfrutaban de sí mismos, la sensación de culpabilidad carcomía mi poca ganas de existir.

POR DIOS QUE ME PASA

–Ale–  Luciano asomo su cabeza detrás de la puerta 

–qué sucede–  me separe de la mesa de trabajo y lo mire 

–iré al supermercado ¿quieres algo? –

–me apetece un chocolate–

–¿amargo? –

–ya sabes–  le sonrío y vuelvo a los labores que estaba realizando antes de que entrara al cuarto

El silencio después del click de la puerta al cerrarse fue un tanto abrumador, el sonido del teclado resonaba por toda la habitación, un suspiro involuntario brotó de mi garganta.  

–Bien… será mejor tomar un descanso–

Apretó el reproductor de música y me estiro en la cama, mi cabeza comenzó a dar vueltas y el órgano que tengo instalado en el pecho comenzó a latir mucho más rápido de lo normal, 1 ... 2 ... 3… se repetía una y otra vez en mi subconsciente, los músculos de mi cuerpo se tensaron al sentir los espasmos, sentí un leve ardor en las palmas de las manos, al bajar la vista pude darme cuenta que estaba enterrando mis uñas en ellas.

Todo comenzo a tornarse negro, el aire en mis pulmones empezo a fallar entonces el timbre comenzo a sonar.




 

–entonces luciano no está– murmuró

–fue al supermercado–  murmure

–tiene sentido–

La incomodidad se podía sentir a kilómetros y era absurdo si lo pensamos bien si ya habíamos “olvidado” lo ocurrido.

–¿y cómo has estado? – quizás fue impresión mía pero desde lo del parque no nos habíamos mirado cara a cara 

–bien–  murmuré

–no te ves bien–  se acerco a mi cuerpo e inconscientemente me aleje -lo siento- murmuró

–creo que es mejor asi–

–si, es verdad–

Pese a eso ninguno se alejó más allá, entonces mi cabeza comenzó a reconocer  la fragancia a menta y los latidos que antes estaban disparados comenzaron a calmarse. 

–Alejandro, seguro que estás bien? –

No podía seguir el ritmo de lo que estaba sucediendo en la habitación y después todo comenzó a ser más lento, lo siguiente que vi fue a Isabella acercarse y sostenerme la mano y después nada.   

  








 

Mi primer instinto al abrir los ojos fue mirar a donde estaba, al notar las mantas encima de mi cuerpo y la oscuridad de la habitación comprendí que estaba en mi cuarto. 

El cuerpo me pesaba como si tuviera encima una roca y me costo mas de lo normal ponerme de pie, entonces sentí un ligero tirón en la manga de manga de mi polera, la cual provenía de la mano empuñada de Isabella, sin poder evitarlo me quedé mirando su respiración pausada debido que que se encontraba durmiendo y me pregunte porque, porque tenia que ser la pareja de mi mejor amigo y entonces comprendí todas aquellas abrumadoras emociones que sentía y las desgarradoras ganas de apartarla de al lado de luciano era mucho más fuertes cada que estaban juntos.

En mi pecho sentí el dolor de las punzadas fuertes que mi corazón daba. 

–Isabella–  murmure  

No despertó pero si se removió un poco, no tenía idea de la hora que era, pero dada a la oscuridad podría decir que son como las 9 de la noche.

–Isabella–  esta vez la sacudí y entonces sus ojos comenzaron a abrirse despacio 

–Alejandro–  balbuceo 

Para ser sincero no esperaba que me abrazara y mucho menos que inspeccionara mi rostro con tanta delicadeza.

–I-Isabella– mi corazón reaccionó ante su contacto

Ella pareció darse cuenta y el color comenzó a teñir sus mejillas. 

–Lo siento, solo que te desmayaste y me preocupé, no despertabas y no sabia que hacer asi que…– comenzó a balbucear y me pareció tan tierno que no pude evitar reírme. 

–está bien, muchas gracias por tu preocupación–  le sonreí y por un segundo no pensé en nada, solo en su presencia en mi cuarto oscuro que inconscientemente era iluminado por ella… 




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