Un grito en el caos

Cap7: Colapso

 La frustración no es fácil de manejar, Lucifer lo sabía muy bien. Pero se han burlado en su cara; los coros superiores le han ordenado una misión prácticamente suicida. Aquel demonio al que destruyo su forma, no era la amenaza >>¿Perdí antes de empezar?<< La encarnación de la oscuridad siempre estuvo sobre sus espaldas. La luz debía ser redirigida y la oscuridad exterminada.

Tiene un ejército de 200 ángeles, guerreros leales a su ideal, sin embargo, no puede dirigirles ninguna orden. Desde su desobediencia, aquel corrupto sistema de coros celestial se burlaba de él, lo han mandado al campo de batalla con un ejército que no podía utilizar.

                Por otra parte, el miedo al potencial de peligrosidad del mundo humano empezó adquirir forma. La ciudad en la que se encontró a Ciel y en donde aquella pesadilla en forma de mujer interfirió que el joven Ismael revocará su condena, allí se encontraba en desarrollo el código que destruiría los límites entre el cielo y la tierra, en forma de espiral se erige lo que llamarían “La torre de Dios”. Una espiral que comprime la oscuridad original resguardada en los contenedores humanos. 

 La emergencia abrupta de esta torre vibro por todo el plano de existencia. Ismael despertó justo en el momento del comienzo de una catástrofe. La espiral del pensamiento ya ha atravesado la realidad y solo era cuestión de tiempo para corromper la conciencia.

 Ismael y Ciel observan como el color del cielo se expanden y se contraen sobre el centro de aquella abandonada ciudad. Las casas armadas de madera, cambian ligeramente a un material más compacto, variando entre materiales como rocas, cemento y hormigón. Todo parpadea de una forma a otra, una casa de madera y de repente una casa de dos pisos y otras como un edificio. Una gran espiral resplandece desde las profundidades hasta hacer contacto con los cielos; todo queda estático, una mezcla de casas y paisajes de épocas distintas. Todo aquí, se ha vuelto un caos.

 Ismael siente un molesto dolor de cabeza. Ciel se preocupa por èl, pero decide solo avanzar, había un lugar al que quería volver. La ciudad que abandonaron perdido su forma, pero la joven ángel se resiste al quebranto de querer regresar. La esencia de Ismael provoca un querer extraño en Ciel, como si sus energías se atrajeran.
  Atravesando un inquietante recorrido por una mezcla de realidades, fue complicado encontrar la ciudad del joven. Ahora tal ciudad era un pueblo, carente de edificios, y las casas parecían tener una arquitectura tallada en rocas. Antes las edades estaban divididas por sectores, nadie sabía que se podía encontrar, pero ahora todo está mezclado.

 

Ambos se detienen, era imposible orientarse. Instantes después dos ángeles de manera fugas descienden y se paran frente a ellos. Eran pequeños, su altura no era mayor al 1, 50 mts, pero sus alas radiaban gran cantidad de Luz. Uno de ellos tiene aspecto de mujer de cabello de tinte rojizo, el otro que tiene aspecto más varonil tiene un peculiar cabello corto y ondulado; ambos con atuendos blancos en forma de túnica.

—  Vendrán con nosotros - habla el ángel pelirrojo-.

—  Que alivio - Ciel suspira como si se quitara un gran peso de encima- Existen ángeles más pequeños que yo.

— ¿Cómo le haces para caer mal tan rápido? —  malhumorada se muerde los labios—  Alcyone Habla tú con ella.

Ismael observa a estos nuevos ángeles, las formas de sus alas son distintas a las que vio en lucifer, pero su luz genera la misma sensación. Como es de esperarse de él, les seguirá el juego y ver que puede aprender de ellos.

— Escuchen, tenemos ordenes de llevarlos con nosotros —Habla el otro ángel estando algo apenado- pueden resistirse, pero también nos dijeron que no aceptemos escusas.

 — ¿A dónde quiere llevarnos? - Interviene Ismael-.

— Ya estuviste allí... El señor Azrael quiere volverte a ver.

 

Aquellas palabras lo llenaron de interés, no podía negarse a tal oportunidad. En cambio, por el lado de Ciel, el nombre de Azrael resonó en su mente. Su nombre fue como una leyenda entre los ángeles, se rumorea que el mismo decidió exiliarse al mundo humano >>Me encantaría conocerlo<<. Es así como ambos deciden seguir a estos ángeles.

 Zigzaguean entre las paredes de tan tétrica ciudad, hasta encontrarse con personas, pero estos ignoran el hecho de que hay seres con alas frente de ellos y pasan de largo. Ciel se inquieta a verlos >>¿Por qué parecen marionetas? Los veo interactuar, pero no siento intención o motivación en su interior<< Necesita respuestas, y confía que Azrael se las dará.

                Los ángeles se detienen, trajeron a Ismael nuevamente al santuario de la eternidad. El lugar al que creyó jamás regresar, aquel lugar donde experimento los primeros atisbos del significado del temor y miedo, detrás de toda esa penumbra, allí detrás se escondían respuestas.

El santuario fue el único lugar que no ha cambiado de forma. Las puertas se abren y juntos a los ángeles ellos se adentran al santuario. Que sentimiento tan familiar se genera en Ismael al ingresar a ese lugar, las imágenes y estatuas están tal como las recordaba.  Las puertas se cierran, los ángeles se inclinan en reverencia y de la profundidad del pasillo aparece el señor de cabello negro que llevaba puerto un crucifijo sobre su pecho.

- Antes que nada, quiero que me disculpes. -  dirigiendo su mirada al joven Ismael-  no era mi intención asustarte.

—   El y sus malas costumbres - El ángel pelirrojo murmura-

— shh!! recuerda lo que nos hizo la última vez - Alcyone calla a la fuerza a su compañera-.

 Ismael no le dirige ninguna respuesta. El sujeto que atemoriza hasta los ángeles que trabajan con él, observa a la joven Ciel. El atuendo de la pequeña ángel está completamente arruinado, pero no solo su atuendo, su interior se encuentra totalmente fragmentado.

—  Bienvenida.  - redirige sus palabras hacia el ángel pelirrojo- Maia, llévala para que pueda arreglarse.




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