Soleil ᯓᡣ𐭩
—Buenos días.
—Buenos días, querida. Parece que no tuviste buena noche.
Lleno de agua mi termo porque sin agua no hay vida.
—No dormí bien.
—¿Qué pasó?
—Resulta que tenías razón, parece que sí estoy —murmuro tocando disimuladamente mi barriga.
—Ah, verdad—se ríe —pero tu estabas necia de que no.
—Ah, Josephine. Tenía el barrunto pero me quería hacer la idea de que no era eso. —caminamos hacia el salón de maestros. Hoy hay reunión. —Y no tengo idea de que voy a hacer o cómo va a reaccionar.
—No te preocupes, lo tomará bien si quiere algo contigo.
—Creo que me ama —pone su mano sobre mi hombro.
—¿Qué más sabes de él? Debe contarte sobre su familia, sus gustos, absolutamente todo. No puedes darle un hijo a un desconocido. Imagina pobre bebé —chista—Ninguna persona merece vivir eso.
Bueno, Jax es un poco complejo pero no le quiero dar paso a la zozobra para que no me arruine el día.
Al entrar a la sala de reuniones hay una mujer que no había visto en los últimos seis meses. Es alta y de rasgos muy finos, está vestida muy recatada, ignora nuestros buenos días. Parece ser que éramos las últimas que faltabamos para dar inicio a la reunión, o eso pensaba hasta que alguien más hace acto de presencia.
Con solo su aroma se de quién se trata, me enloquece el corazón pensar que se sentará a mi lado pero no es así, mi emoción disminuye al verlo tomar asiento a lado de la desconocida. Ni siquiera me mira y yo estoy babeando, que vergonzoso.
—Buenos días a todos —dice el director. —Ya que estamos todos los presentes. Queremos informar de algunos cambios que habrá en la institución.
—¿Qué clase de cambios? —pregunta un colega.
—Buscamos un aprendizaje para los niños y jóvenes más efectivo, no se si me entiendan, pero en otras palabras queremos enfocarnos más en el acompañamiento del estudiante… —Dejo de escuchar al director por estar de ojo alegre con Jaxon, el problema es que él no me pela. —Señorita Soleil, permítame felicitarla. Ha hecho un excelente trabajo con los niños, ha logrado un muy alto rendimiento.
—Muchas gracias, director. Los niños son increíbles.
La reunión termina, y bajo ninguna circunstancia Jax me habla o intercambia una mirada conmigo. Al verlo salir después de la mujer desconocida, intento hablarle pero ella me gana llamando su atención.
—¿Sabes quién es ella? — le pregunto a Josephine.
—Ah, claro. Es la señorita Blanche. Es mano derecha de Jaxon en todos sus asuntos, todos —recalca la última palabra. —Pensé que ya la conocías.
—No, hasta ahora.
Parece que no le agrado.
—A ella no le agrada nadie, ni siquiera ella misma. ¿Piensas decirle ya al señor Jaxon?
—Si, entre más rápido mejor.
—Y dime— se cruza de brazos y me examina con cautela —Qué harás si te dice que no quiere tener hijos ahora.
Es de hecho, una muy buena pregunta porque ni siquiera yo lo sé.
—No lo sé —suspiro —Quiero creer que todo será color de rosa. Que me dirá que me ama y que se quiere casar conmigo, es muy apresurado ¿no? Pero cuando amas a alguien es lo primero en lo que piensas.
—Esperemos que sea así. Te veo en la hora de la comida.
Ella se va a su salón y yo al mío.
Los niños ya estaban esperando a su maestra, son un amor.
—Buenos días señorita Soleil.
—Hola, niños. ¿Cómo están?
—Muy bien señorita, y usted?
—Yo estoy muy bien y feliz de estar aquí con ustedes.
—¿Se va a quedar mucho tiempo con nosotros?
—Aún no lo sé, cariño.
—Claro que sí, tonto. No ves que es la luna —dice una niña de cabello blanco, preciosa por cierto. No parece que fuera real.
—¿Luna? —sonrió curiosa —¿Qué quieres decir con eso?
—Nada, señorita. Me confundí.
Continuo con mi clase y a la hora de la comida hago todo lo posible por ver a Jaxon, espero que la supuesta Blanche se vaya de la escuela para poder ir a buscarlo.
Lo veo hablar con una de mis compañeras, no logro escuchar bien pero es en relación con los niños de la escuela.
—Jaxon, ¿podemos hablar?
—Oh, Soleil. —se rasca la nuca. No tiene ni la cuarta parte del Jax que es cuando esta en mi casa. —Claro, de qué quieres hablar.
—No aquí, en casa. ¿Puedes llegar hoy por la tarde? Por favor, es algo muy serio.
Me muero de ganas de que me de un beso, pero eso no sucede.
—Bien, espérame en la noche. Ahora me tengo que ir, debo solucionar unos cuantos asuntos en el pueblo.
Me da un beso en la mejilla y se va. Solo queda su riquísimo aroma de macho, hasta a mí misma me sorprende lo rápido que caí enamorada de este hombre. Y un romántico empedernido no es.
Entro al baño y me arreglo el cabello y me retoco el labial, es brillo nada más, no pintura. Me veo en el espejo y por un leve instante siento un miedo al tiempo increible.
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Jaxon al verme salta sobre mí y me besa con pasión, con unas ganas retenidas que no había notado hasta ahora. No hay comparación a como fue de frío y lejano en la escuela.
Sé las intenciones que tiene, sus manos corroen por todo mi cuerpo, yo también tengo muchas ganas de estar con él. Siento el fuego en mi vientre bajo pero no puedo darle rienda suelta a la pasión cuando tenemos algo más importante de lo que hablar.
—Jaxon, escúchame.
—Te necesito —ronronea besando mi hombro. No, por favor, es mi punto débil. —Déjame hacerte mía
—Jax, iré directo al grano —murmuro —Estoy embarazada.
Automáticamente se aleja, en el instante. Sus acciones son rápidas como la energía.
—¿Qué dijiste?
—Dije que estoy embarazada —repito. También me frustra no saber qué hacer. Estoy asustada. No venía a esto al pueblo, venía a trabajar.
—¿Desde cuándo lo sabes?
—Me enteré ayer.
—¿Por qué no puedo sentirlo?
Lo miro raro.
—Porque no se siente, al menos no tú.
Cabecea y niega —Es decir ¿por qué no me lo dijiste ayer?