Un hijo para el rey León

➻ PRÓLOGO ➻

Su anhelo es tener un heredero que reine en su lugar , pero por más que ha buscado a la hembra correcta no ha podido dar con ella y ninguna ha cumplido con su objetivo de darle un hijo.

 

Un macho de su especie sólo puede aparearse con una sola hembra de su especie, por ello siempre buscan a la más fuerte, pero León, al ver que ninguna de las hembras de su manada podía concebir se llenó de frustración, frustración que lo llevó a ir a una taberna, donde sus ojos dorados quedaron impregnados a los de ella.

 

Como poseso se acercó a ella y no se despegó de ella en toda la noche, noche en la que compartieron más que besos, bailes y arrumacos, noche en la que él reclamó su cuerpo como suyo.

 

Ella solo había ido de visita a ese lugar, solo quería disfrutar de ese bello lugar al que perteneció una vez. Lo que no se imaginó fue que en una de sus salidas nocturnas terminaría con un completo desconocido.

 

Asustada y sin verle el rostro se vistió y se marchó, no podía creer que había perdido su inocencia con un desconocido, ahora qué le diría a aquel hombre que la esperaba para sellar su compromiso.

 

Lo único que recordaba de ese hombre eran sus ojos. Pero no podía decirle que había caído ante el hipnotismo de unos ojos dorados. 

 

Su preocupación se hizo más latente cuando días después se encontró frente a un hombre con la misma mirada penetrante y el mismo color de ojos.

 

Él se encontraba ahí de frente parado, sintiendo su olor envuelto con el de ella, pero ¿por qué su olor estaba combinado con el suyo? Hasta que lo recordó, ella había sido la mujer con la que había pasado hace unos días atrás y al parecer había dado fruto aquel encuentro pasional.

 

Lo había logrado, al fin su búsqueda había terminado, eso era lo que él creía.

 




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