JETT MORRISON.
Han pasados unos días y la verdad es que no han estado mal, para ser sincero no vi a Elia unos días después de nuestro beso de aquella vez.
Supongo que los dos nos sentimos bien pero incómodos porque es claro que los amigos no se besan, a menos que sean amigos con beneficios. Y si soy aún más honesto conmigo, me encantó.
Si, me gusto besarla, tenerla cerca mío, fue algo que no puedo describir, pero fue increíble.
Además hoy como siempre mamá la había invitado a estar con nosotros en la piscina, mientras que Sara iba a ver a Clark, yo me quedaba con Elia, Kelly y mis padres.
Me gustaba la idea, ya de paso decir que hoy era nuestra último día para estar juntos.
Mientras tanto analizaba esto en mi cabeza también estaba disfrutando el día con kelly, también iba a ser la última vez que la fuera a ver así que era mejor aprovechar.
—¿Qué somos? —gritó alegremente Kelly.
—¡Equipo dinamita! —también grité emocionado, agarrándola fuertemente de la mano antes de mirarla—. ¿Lista?
—Lista —me miró sonriente.
Juntos nos lanzamos a la alberca, salpicando agua por todas partes. Me pasé la mano por el cabello mojado mientras las gotas caían sobre mi cuerpo y comencé a buscar a Elia con la mirada. No estaba, lo cual era extraño. Empecé a preocuparme hasta que la vi en la barra de bebidas.
Me sentí aliviado, pero Kelly apareció de repente detrás de mí.
—¡Booh! —notó que salté y sonrió—. Tranquilo, solo soy yo. ¿Todo bien?
—Sí, todo bien. Solo me asusté al no ver a Elia por un momento. Nada importante.
—Tranquilo, ella es una chica con carácter fuerte, créeme, lo he notado —la miré y sonrío tiernamente—. Se nota a simple vista que tienen una conexión increíble.
—Sí... Pero hoy es el último día que la voy a ver y, si te soy honesto, Kelly —me giré para ver a Elia, que estaba atendiendo una llamada—, la voy a extrañar mucho. Estoy seguro de que no voy a conocer a nadie como ella.
—Entonces, ¿qué haces aquí conmigo? Ve con ella —se relajó nadando a mi alrededor—. Aprovecha el tiempo que te queda para estar con ella. No todos los días encuentras a alguien así.
Kelly puso los ojos en blanco y me agarró de la mano, llevándome con Elia. ¿Qué estaba haciendo? Bueno, no debería sorprenderme; Kelly siempre es muy aventada. Al tenerla enfrente, Kelly no dudó en empujarme hacia ella, y choqué con la barra.
—Hola, princesa Mérida —intenté disimular mis nervios—. ¿Con quién hablabas? —pregunté curioso.
—Con mi mamá, está emocionada de verme mañana —dijo con una sonrisa—. También me emociona verla, y claro, también a mi mejor amiga y a mi gato.
—¿Y a tu papá? —pregunté. En el fondo, tal vez sí lo quería y lo extrañaba.
—No, a él no lo extraño. Fue una paz mental no verlo y no escucharlo —dijo un poco irritada.
Te equivocaste.
Corrección, nos equivocamos.
—¿Por que pareces odiarlo tanto? ¿Alguna vez te hizo algo? —pregunte curioso mirándola
Ella solo suspiro pesadamente mientras veía el vaso con odio y tristeza, parecía recordar cosas que la hacían sentir mal, entonces apretó los labios y después me miro triste.
—¿Sabes lo triste que es tener un papá que te reprocha todo lo que haces? ¿Tener un papá que solo te obliga a hacer cosas que tu no quieres? ¿Que no te deja ser libre? ¿Que...sea un maldito hijo de puta contigo!? —alzó la voz y golpeó la barra con fuerza a tal punto que el camarero la miro y ella se dio cuenta tratando de tranquilizarse.—Perdón...
Si pensé que su papá era un idiota pero no creí que tanto, no se como se debe de sentir, tal vez muy frustrada o enojada, no lo se. Es la desventaja de los que tienen una buena infancia, que al momento de encontrar a alguien dañado, por más que quieran entenderlo, jamás lo harán, porque nunca lo experimentaron ni lo experimentarán.
No se como estaba sintiéndose pero no quería que lo tuviera que cargar sola, se que puede, se que lo ha hecho durante muchos años pero... Hay veces en la vida en donde tienes que cargar ese peso con otra persona para que sea menor. Así que simplemente me acerque a ella y la agarre de la mano mirándola, ella alzó la mirada hacia a mi confusa mientras le dedicaba una sonrisa tranquilizadora, la jale hacia a mi y la abrace fuerte.
No quiero que pase más por esto sola, se que puede, pero espero que acepte mi ayuda.
No tenía palabras que decirle, no había palabras para tratar de animarla, a veces las palabras no sirven, a veces un simple abrazo lo cambia todo. En el momento en que la abrace ella se aferró a mi con fuerza y sentí como sus lágrimas caían sobre mi pecho y me abrazaba más fuerte. Así fue por unos minutos hasta que se alejó de mi con los ojos rojos e hinchados y con su mano quitándose las lágrimas.
—¿Mejor?—le di una leve sonrisa.
Ella solo asintió con la cabeza con una pequeña sonrisa triste. No quería verla así y tampoco quería que estuviera así menos en nuestra último día. Así que la agarre de la mano y la jale conmigo hacia la salida de la alberca donde había paso a la playa, bajamos las escaleras y seguimos caminando sobre la arena caliente y la húmeda, después la lleve al mar donde el agua tocó sus pies y la solté.
—¿Que estas haciendo? —dijo aún con esa pequeña sonrisa.
—¿Tu que creés?—pateé el agua hacia ella salpicandola de manera juguetona.
—¡Ey! ¡Jett!.—su sonrisa se ensanchó y se cubrió la cara para después verme.—¿Con que con esas estamos, eh?—sonrió de manera divertida.
Durante un rato pasamos jugando en la playa mientras nos reíamos. Hasta que llegó un momento donde nos cansamos y paramos sentandonos juntos mientras mirábamos el paisaje tan hermoso que estaba frente a nuestros ojos.
Ella solo miraba el mar y yo la miraba a ella.
Sus ojos color miel... Sus labios carnosos y ovalados tan bien cuidados, su cabello rizado... Su sonrisa, sus expresiones, su voz... Todo de ella me gustaba, podría mirarla durante horas y horas. Ella era mi atardecer favorito.