ELIA DONSON
Después de subirme al autobús me senté en mi lugar asignado hasta que sentí que arrancamos y sabía que esto era el adiós definitivo.
Durante el trayecto del viaje estuve mirando a la ventana recordando todas las risas y momentos que pase con Jett y también de la promesa que le hice a su hermana Sara.
De verdad no quería lastimarlo pero era algo inevitable, también mientras lo recordaba sabía que me estaba haciendo daño a mi misma así que decidí dormirme un rato.
Me dormí casi todo el viaje pero cuando llegue a la parada de autobús, al bajar mis maletas conmigo vi a mi mejor amiga en pijama dando saltos de emoción y su chongo rebotando mientras parecía estallar de alegría.
—¡Elia! ¡Mi amiga del alma!—me recibió Rachel con los brazos abiertos corriendo hacia a mi hasta darme un abrazo fuerte.—¿Como te fue? Te vez cansada.. ¿Todo bien? Tienes que contarme todo, quiero detalles que no se te escape nada.
Mientras a Rachel le daba un ataque de emoción, mi mamá estaba detrás de ella con una sonrisa en su rostro y me soltó para ir con mi mamá.
—¡Mi amor! —me abrazo fuerte y me beso las mejillas a montónes.—Te extrañe tanto mi niña hermosa ¿Como te la pasaste?
Relativamente bien..
—Ay mi amor, no sabes el gusto que me da verte, te a seguro que a papá también le da mucho gusto.—dijo alegremente mi madre.
¿Papá? ¿Alegrarse por mi? En mis sueños yo creo.
—Si... Claro.. —lo dije con ironía poniendo los ojos en blanco. A ese hombre le daría más gusto que este en una cocina lavando platos que ver a su hija volver de un viaje.
—¡Bueno vámonos!—dijo Rachel emocionada pasando un brazo en cada una de nosotras.—Necesito detalles de cada cosa ¿eh? Recuerda un chisme no es bueno si no hay detalles.
—Rich...Sabes que no hubo nada interesante...
—¿ah no? ¿Y que tal ese chico Jett? Nunca me enviaste una foto de el... ¿Esta buenísimo, verdad?
—¡Rachel! —le espete mientras me ponía roja.
Osea obvio que si... Pero... No era el momento de recordar sus benditos músculos.
—¿Que? Mira amiga, solo vale la pena sufrir por ellos cuando la tienen grande, están riquísimos o... Son lindos pero imposibles.—justo mi mamá la miro un poco sería y Rachel solo cambio de tema.—Por eso... Digo que eso te diría una amiga un poco loca y con problemas. —sonrió inocentemente.
Mi mamá solo negó con la cabeza y se adelantó para darnos privacidad. La verdad me daba un gusto enorme ver a mis dos personas favoritas en todo el mundo, lo que me preocupaba era ver a Elías o a mi papá. Y tengo ese presentimiento de que hoy va a ver pelea, conociendo al jefe machista que esta en mi casa. Voltee para ver a Rachel que me agarraba del brazo con una gran sonrisa.
—Bueno ya que tu mami hermosa esta más lejos, ahora si... Cuéntame todo. —dijo emocionada.
—La verdad es que estoy muy cansada para contarte cosas, mejor tu.—la mire un poco sonriente.
—Pues primera noticia, tu ex novio, no deja de joder con que donde estas y blah, blah. —puso los ojos en blanco y después saco una sonrisa.—Segunda noticia, ¿te acuerdas de Dylan?
—Eh... —intente recordarlo.—¿El que va un año mayor que yo?
—Ese mero, además de que esta guapísimo, bueno ese chico lleva preguntando por ti hace dos días, quiere hablar contigo dice que «urgente».
—¿Que podrá ser eso?—pregunte curiosa.
—Ni idea amiga. Pero lo vamos a averiguar porque tu y yo somos como uña y mugre.
—Pregunta importante ¿Quien es la mugre? —la mire divertida con una ceja enarcada.
—Pues obviamente yo, ¿Que no vez que soy la que siempre quitas y vuelve siempre con el tiempo? Osea obvio yo.—me guiño un ojo y solo rei levemente.
Realmente extrañaba esto pero no puedo evitar que también lo voy a extrañar a el ¿Que estará haciendo ahora? Seguro que ha de estar hablando con su amiga Kelly. No lo se..
—Mi amor, bienvenida a casa... —dijo sin que yo me diera cuenta cuando ya habíamos llegado hasta la puerta de mi casa.
Mi madre abrió la puerta y las tres entramos a la casa donde por suerte mi papá no estaba, así que me alivie, era bueno saber que no lo iba a ver al menos no durante el día y es cuando escuche el maullido de mi gato. Sentí como la alegría inmensa venía a mi y comencé a buscarlo soltando mis maletas. Lo encontré en la cocina y lo cargue en mis brazos.
Mi precioso gato Cooky. Sus ojitos verdes y tan esponjado como siempre, pequeño y un poquito gordito, parecía que estaba comiendo más que bien. Sabía que estaba en buenas manos. Acerque a Cooky a mis mejillas y comencé a besarlo mientras el ronroneaba.
—¡Mi niño bonito! No sabes cuanto te extrañe mi hermoso gato precioso. Jamás volveré a dejarte solo, te lo prometo. —le hable al gato como si se tratase de un bebé.
—Le hablo más bonito al gato que a mí, yo que soy su mejor amiga. —dijo Rachel mientras se cruzaba de brazos con una sonrisa.
—Ni me lo digas, yo soy su madre, yo le di la vida.—mi madre sonrió
—Para empezar, hay prioridades, punto número uno, no es que no las quiera, número dos, el gato es como mi hijo y número tres las quiero a las dos y a el de una manera bastante diferente.—dije y baje a Cooky que se fue rápidamente a las escaleras subiendolas.
—Bueno, eso no importa Elia, ahora vamos a dejar tus cosas, descansa y mañana hay P. A. R. T. Y. —sonrió Rachel con picardía y emoción.
—Chicas se deletrear no intente disimular y si van a salir las quiero temprano o al menos a ti señorita.—me miro directamente sería.—En unos días inicias clases ¿no es así?
Asenti con la cabeza y Rachel solo estaba sonriente, sin embargo minutos después nos subimos a mi cuarto a lo cual solo lance la maleta al pequeño sofá morado que tenía cerca de la ventana y yo me heche en la cama agotada mientras que Rachel se veía como por décima vez en el espejo. Realmente no debería sorprenderme, ama verse en el espejo, dice que eso le sube el autoestima.