Ancor estaba seguro de que no podría encontrarse un peor escenario que el de su mate a punto de matar a un miembro de su manada adoptiva.
Todos corrieron a auxiliar a la chica mientras él y su pareja se quedaban parados viéndose. La chica había ladeado la cabeza de un modo casi cómico y quería acercarse a ella y hablarle, pero sus deberes como Alfa eran arrestarla y juzgarla.
A falta de cerebro, se acercó rápidamente a su mate y la cargó sobre su hombro a pesar de su grito y pataleo.
—Quédate quieta —murmuró, apresurándose a entrar a la casa.
—¡Bájame! —con cuidado, la depositó en el suelo encontrándose con la mirada enfurecida de su mate. Vaya, la chica tenía carácter.
Le gustaba.
—¿Está algo mal con tu cabeza? —él la vio incrédulo.
—¿En serio estás preguntándome eso?
—¡Sí!
—¡Tú estabas ahorcando a esa chica antes de que yo llegara!
—Se lo merecía —refunfuñó desviando la mirada.
—Es una cría.
—Ya no es una adolescente y a los chicos como ella hay que educarlos con mano dura antes de que se vuelvan incorregibles.
Isis se odió apenas terminó de decir eso. ¿Desde cuándo repetía lo mismo que su padre?
—¿Así educarás a nuestros hijos?
Se ahogó con su propia saliva. —¿¡Qué!?
—Digo, ya sabes, somos mates.
—¡Te acabo de conocer!
—Detalles —dijo encogiéndose de hombros.
Los licántropos tienen una moral cuestionable.
Esperó la aprobación de su loba, sin embargo, la visualizó demasiado ocupada persiguiendo al lobo de su mate. No tenía remedio.
—Tierra llamando a... ¿Cuál es tu nombre? —el hombre frente a ella la observaba curioso, le pareció gracioso el brillo en sus ojos al mismo tiempo que adorable.
—Isis.
—Yo me llamo Ancor, soy el Alfa.
—Nooo ¿en serio?
—¡Sí! ¿No es genial?
—¿No conoces el sarcasmo? —Pasó un tiempo mientras procesaba información y realmente pareció decepcionado cuando la volvió a ver— ¿No tendrías que estar haciendo otra cosa, Alfa?
—Nah... ¡Cierto! Ahora eres mi prisionera —no pudo contener la risa cuando de pronto se quedó serio y cruzó los brazos—. Como mi prisionera, declaro que no te puedes alejar de mí hasta que sepamos el estado de salud de la chica.
Isis se preguntó si Ancor estaba tan confiado de que le obedecería o solo lo aparentaba. Igualmente no sabía que le pasaba por la cabeza para andar coqueteando descaradamente si tenía traumas de su última relación, pero tampoco quería analizarlo demasiado.
Se dijo que solo se quedaría por curiosidad, para ver de qué era capaz.
*
En este momento, Isis maldecía su curiosidad por hacerla quedarse en la manada.
—No podemos tener este tipo de comportamiento en la manada.
—Es inaceptable —coincidió otra señora.
—Alfa, queremos que la expulsen.
—Odio tener que intervenir, pero no pueden expulsar a alguien que ni siquiera forma parte de la manada —Isis tenía la cabeza apoyada en su mano izquierda mientras veía a los miembros de la manada de Ancor discutir que hacer con ella.
—Ella tiene razón.
—Entonces la podemos vetar...
—Ejem —Ancor carraspeó incómodo—. Sobre eso, hay un pequeño problema con su petición.
—¿Cuál, Alfa?
—Ella es su Luna —Isis ladeó la cabeza, el apelativo Luna no sonaba tan mal.
Las mujeres gritaron y la vieron horrorizadas, los hombres lo vieron impactado. Eran una manada curiosa a la cual le iba a dar un infarto.
—Esto no puede ser.
—¿¡Luna!?
Jamás se había sentido tan arrepentida de elegir a una pareja como en ese momento. Desde el último novio que tuvo, había jurado nunca volver a salir con alguien ni dejar que la usaran por quien era. Ahora, tenía que lidiar con las consecuencias de su curiosidad y la actitud de su mate que oscilaba entre seguro y nervioso. Sus ojos se movían entre los presentes como cervatillo asustado, pero su cuerpo musculoso y con buena forma, denotaba demasiada seguridad mientras se apoyaba en su escritorio.
El cabello de su mate estaba despeinado de un modo sexy por las veces que se había pasado la mano por él.
—Isis —salió de sus pensamientos luego de escuchar el llamado de su mate.
—¿Si?
—Mi consejo cree que es necesario que demuestres que no eres una amenaza para esta manada, después de lo que pasó con Geraldine.
—Cosa provocada por ella misma.
—Si... Habrá una sanción para ambas, pero, dado que tu eres la Luna...
Aún no acepto, lobo.