Un lugar en el mundo ( Trilogía Destino #1) (2013)

CAPÍTULO 7

Cuando salió de la habitación de Lucía, se preguntó que serían aquellas marcas que tenía en su cuerpo y si tendría algunas más, igual eso tenía algo que ver con que no tuviera donde ir, a lo mejor se escapó de algún lugar o…«¿Pero a ti que te importa? No seas mezquino, ella te ha preguntado por Nerea y no le has respondido, ahora no hagas tu lo mismo»

Por fin se metió en el baño, se dio una ducha y se quitó de encima el día tan ajetreado que había tenido. Decidió que se comería lo que hubiera hecho Lucía ya que se había tomado la molestia, sacó el plato de la nevera y había otra nota:

«¿Cómo puede ser que un prestigiado doctor se alimente de comida basura? Créeme hasta yo sé que es esto y no me lo comería por mucha hambre que pudiera tener, que aproveche y ojalá te guste. Lucía»

No tuvo más remedio que sonreír, porque se la imaginaba echándole el sermón, por fin calentó la comida y se la comió toda. «Está bastante bien, pensé que estaría peor» Se dirigió al fregadero iba a dejar el plato y se encontró, con otra nota:

«Ni pienses que se va a quedar ahí el plato sucio ¿eh? Pobrecito él te sirve para comer y tú lo quieres dejar ahí solo abandonado a su suerte, no te cuesta nada lavarlo, venga hazlo por el pobre chaval. Espero que no me odies por mandarte tanto, al fin y al cabo es tu casa, pero lo hago por tu bien, no voy a estar siempre aquí para recordártelo, ya no hay más notas Doc, relájate y ve a dormir, buenas noches.         Lucía»

 

«Esta mujer acabará conmigo» pensó. Al final fregó el plato, vio que estaba todo recogido y por fin se fue a dormir, pero antes de entrar en su habitación, se paró en la de Lucía y sin pensarlo, entró. Allí estaba hecha una pequeña croqueta, con un pie por fuera de la colcha y una mano agarrada a la almohada. «Es adorable, ojalá que alguien la sepa valorar, vale mucho aunque ella no se de ese valor»

Se acercó para darle un beso en la frente como ya había hecho antes, pero entonces se percató de que estaba empapada en sudor y se movía mucho.

—Mierda, sabía que esto iba a pasar, después de la infección viene la fiebre—murmuró para sí mismo.

Salió de la habitación, fue a la cocina, cogió una cacerola con agua fría y unos cuantos paños y se los fue poniendo sobre la frente también le refrescaba los labios de vez en cuando con una gasa mojada. Pasó allí toda la noche con ella poniéndole el termómetro, refrescándola con los paños y con las gasas, cuando le bajo la fiebre, por fin se dio un respiro y se sentó en la cama. «Sólo un momento y luego me iré a dormir»

Pero no le dio tiempo, fue sentarse y cayó en un sueño muy pesado, había que tener en cuenta que llevaba un par de días despierto sin parar por las guardias del hospital.

Cuando amaneció, la primera en despertarse fue Lucía, abrió los ojos y pensó que estaba dormida aún. «Pero ¿qué hace él aquí, conmigo?»  Lo último que recordaba era lo de la herida y que se dieron las buenas noches y después nada más, o al menos eso esperaba.

Se incorporó un poco como pudo, le dolía bastante el cuerpo y tampoco quiso hacer movimientos bruscos, no quería despertarlo. Se quedó mirándolo un buen rato, grabó en su cabeza hasta el más mínimo de sus rasgos. Su pelo estaba todo revuelto, era de un color castaño claro, como el que ella tenía hasta el día anterior, no lo tenía ni liso ni rizado, pero se notaba que debía de ser muy suave y antes de darse cuenta ya lo estaba tocando con los dedos, tenía alguna que otra cana pero apenas se notaban, después se fijó en sus ojos, en aquel momento estaban cerrados, pero recordaba perfectamente, eran de color avellana con una beta verdosa, así era cuando estaba de buenas, porque cuando no lo estaba, sus ojos se oscurecían bastante. Se fijó en sus pestañas, eran bastante largas, y en las pequeñas líneas que se dibujaban a los lados de sus ojos, su nariz no era ni muy grande ni muy pequeña, era perfecta, eso es lo que a ella le pareció, y cuando llegó hasta su boca vio que tenía los labios más bonitos que había visto en su vida. Sólo su novia, que él decía que no lo era, podría deleitarse con semejante manjar, mientras que ella era como una niña enfrente de una pastelería «Se mira, pero no se toca»

Se fue a levantar, con cuidado lo hizo, cogió ropa limpia y se dispuso a darse una ducha, antes de salir de la habitación, no pudo resistir la tentación y le dio un beso en la sien. Lo único que salió de los labios de él fue un nombre «Nerea» y siguió durmiendo. Lucía salió de la habitación y empezó a recordarse que en cuanto pudiera salir de aquel sitio al que ella no pertenecía ni pertenecería nunca. «Al final has caído mira que te lo advertí, pero tú lo quisiste así, en menudo lío estamos, pero nunca saldrá por tu boca que estás enamorada de Álex como una idiota» Se dijo a sí misma y se metió al baño a darse una ducha y a despejarse.

Era la una de la tarde cuando Álex por fin abrió los ojos, al principio no sabía dónde se encontraba, pero en unos segundos le volvió a regar la sangre a su cerebro y recordó todo, se levantó y no vio a Lucía en la habitación, de un salto salió de la cama y se asomó a la sala de estar, allí estaba, hablando por teléfono, vio que estaba bien, tenía buen aspecto, y sin decir nada se metió en su habitación y se vistió, cuando salió, Lucía seguía al teléfono, y casi sin querer empezó a escuchar la conversación.

—Sí, ya me he instalado, la verdad es que me encanta todo, pero no sé por qué, no me hallo en este lugar, si es bonito y la verdad que él se ha portado conmigo muy bien, no tengo queja es muy buen hombre.




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