Capítulo 4
Sobreviviendo
Observé como casi todos los estudiantes parecían estar aburridos de estar ahí, algunos estaban cabeceando en sus bancas, otros simplemente miraban sus teléfonos como desesperados por irse.
—Bueno chicos por hoy no tendremos mucho que hacer, así que podrán retirarse en 5 minutos. —todos suspiraron aliviados, al parecer era lo único que necesitaban oír.
La mujer comenzó a guardar sus cosas, acomodó su portafolio, yo miraba lo que hacía, sin embargo, mis ojos seguían los movimientos de la mujer y mi mente procesaba cosas que salían por mi boca sin control.
—Vaya parece que la profesora se quiere deshacer de nosotros rápido —pensé en voz alta, pero por suerte solo Elizabeth me escucho.
—Je je je cuidado te escuchan, mira que por suerte estamos hasta el último. —habló la chica. Brinque del pasmo que me había causado.
Este momento es en el que quisiera decir: «ábrete tierra y escúpeme en París, o más bien regrésame a París. Quel mal ai-je fait ?»
—Si se me salió —contesto avergonzada.
Todos empiezan a salir de la clase, pero yo estoy tan impresionada como para moverme, Elizabeth se despide haciendo un gesto con su mano y se va, yo me levanto para irme y doy solo dos pasos cuando...
—Máster —dice una voz detrás de mí.
—¿Qué? —volteo hacia atrás para encontrarme a quien menos quiero ver, el rubio de ojos grises, Ross.
—Que se dice Máster, no profesora —me responde el muy arrogante.
Yo me lo quedo mirando y contesto: —yo digo como quiera— Ok, creo que en mi mente eso no sonaba tan mal, pero ya lo he dicho.
—Por lo visto quieres seguir en la ignorancia o más bien en la escuelita —hablo en tono muy burlón mientras hacía una mueca de fastidio.
Yo no sabía que decir, estaba enojada y sin pensarlo lo mire de muy mala manera mientras respondía —al menos yo no aparento algo que no soy.
—OK ya sé por dónde va esto.
—¿Ah sí?
—Si lo sé, piensas que no me acuerdo de ti, si eres la mesera del restaurante y si sé que piensas que soy una persona altanera, pero déjame decirte que no es cierto —llevo una mano hasta su pecho a modo de aflicción, pero en seguida su gesto cambio— o no más bien si lo es, ¿y sabes por qué? porque me acabas de declarar la guerra ¿o no?
—Yo no le he declarado la guerra a nadie —declare en tono firme, mientras me encogía de hombros con total desinterés— es más porque habría de darte importancia.
—Pero parece que, si lo haces, de hecho, lo has estado haciendo todo el rato, déjame decirte algo; sólo te quería pedir una sincera disculpa, pero veo que no quieres. —pone un gesto apenado, que cualquier otra crédula habría caído redondita a la primera oportunidad.
Las interrogantes habrían sido: ¿será verdad? ¿Estaba pidiendo disculpas sinceras? Pero y si solo busca hacer que me humille, como lo intento en el restaurante. Sin embargo, tales interrogantes estaban despejadas porque se veía a simple vista, pero aún así preferí probar.
—¿Te ibas a disculpar de verdad? —mi voz suena sorprendida.
—ja ja ja lo habría hecho, pero veo que no quisiste y en lo que mi concierne no me gusta insistir es más de ahora en adelante tú serás una piedra en el zapato para mí.
Pero qué tipo tan pesado como puede decir eso, me dejó con la palabra en la boca y comenzó a salir, pero antes de llegar a la puerta se giró y me miro de pies a cabeza diciéndome.
—ah por cierto... sí. Rossy, Rossan y Ross son muy parecidos, sé que te estas preguntando ¿por qué?, bueno la respuesta es simple somos hermanos, trillizos para ser exactos. ojalá eso te sirva para luego no andar husmeando en mi vida.
—¿qué?
Quise decir algo más, pero me quedé pensando qué demonios pasaba por su cabeza, —porque mira qué pensar que su vida me interesa— y todavía tenía más para agregar por lo visto, ya que hizo un gesto pensativo y volvió a mirarme dirigiéndose de nuevo hacia mí, pero esta vez con una expresión bastante sombría.
—Ah y algo más, parece que me has declarado la guerra y espero sepas sobrevivir a esto.
Pero que rayos he hecho yo para merecer esto, como se atreve a tratarme así pedazo de patán, y que fue eso de andar husmeando en su vida, yo solo lo pensé, al menos que él lea mentes lo cual explicaría lo doble cara que es ¡imbécil!
—Crois-moi, je le sais, espèce de merde arrogante —solté. Los idiomas se me mezclaban sobremanera a veces. Sobre todo, cuando estaba molesta.
«Bestia, se supone que no deben saber que se francés»
—Je l'espère, espèce d'horrible petite chose —respondió.
Pum doble ataque.
"Sobrevivir a esto", "la guerra" a que se refiere con eso, vaya parece que en mi primer día de clases ya gané un enemigo bastante odioso.
Llego a casa, parece que mamá ya está aquí ha llegado temprano hoy, qué sorpresa a qué se deberá esto. La busco en la sala, en la cocina, en el baño, pero no está, ¿qué raro? ¿se habrá metido alguien? Me dirijo a mi habitación y entonces me sorprendo al encontrarla ahí, pero no está sola.
—¡mamá! —no puedo creer lo que mis ojos están viendo
—mami, mami.