Un Misterio (para)normal

CAPÍTULO 3

— Camila ¿eres tú?

— Pues claro que soy yo ¿Quién sino?

— Vale, vale. Es que me ha pasado una cosa rara.

— ¿Tiene algo que ver con lo de tu “asunto”?

— Si. Pero en realidad no sé muy bien si está relacionado. Esta noche he soñado con tres chicos…

— ¡Uy madre! Que mente más sucia —interrumpe riéndose.

— No era ningún sueño erótico. No me interrumpas.

— Tranquila mujer. Sigue.

— Pues a ver, he soñado con tres chicos. Sé que eran espíritus, ya sabes que esos sueños son distintos a los normales. Lo raro es que, cinco minutos antes de dormir, les vi en Instagram.

— Esto refuerza mi teoría de que era un sueño erótico. —dice en broma.

— ¡Que no era ningún sueño erótico! —grito. Unos segundos después, me doy cuenta de que los transeúntes se me han quedado mirando asombrados. Bajando la cabeza, y con los carrillos colorados por la vergüenza, sigo andando y bajo el volumen de la conversación.

— Sé que esto tendría que ser normal, pero necesitaba hablar contigo y oír una perspectiva más cuerda.

— Vale, tranquilízate. Mándame las imágenes que viste en la aplicación y veré que encuentro. Con lo que descubra te llamo.

— ¡Vale! ¡Genial! ¿Qué haría sin ti?

— Pues nada, está claro.

— Pero oye, ¿No tienes clase, hoy?

— Sí, pero me aburro. Tengo tiempo de sobra, por eso no te preocupes.

— Que mala amiga eres. Te paso las imágenes. Luego quedamos. Un beso.

— Chao.

Conocí a Camila en el instituto. Nada más verla supe que se convertiría en un pilar esencial para mí. Era el primer día para ambas, y a nuestra manera, estábamos bastante perdidas. Por un golpe del destino —literalmente— ambas acabamos juntas. Todavía me acuerdo de aquellos años.

 

Iba por los pasillos del instituto Hastings. Mi vida no estaba en su mejor momento. Mi madre no había vuelto a preocuparse por mí desde que escapé y me fui con mi tía. Ese momento había marcado fuertemente mi personalidad, convirtiéndome en una persona tímida, introvertida, e insegura. Ver fantasmas tampoco me ayudó a ser más sociable. Mi aspecto y mi forma de vestir no distaban mucho de la actualidad. Siempre llevaba una capucha para esconderme; y mi larga melena rubia era perfecta para tapar mi rostro. Pensaba que de esta manera podría pasar desapercibida. Solo pensaba.

Con mi mochila negra a la espalda, la cabeza baja, y el archivador entre las manos, me dirigía hacía la clase que me habían asignado. Los pasillos estaban llenos de adolescentes, unos similares a mi edad, y otros mayores. Nos sabía muy bien hacía donde me dirigía, mis pies me llevaban solos. Todo esto era muy nuevo para mí, y no estaba acostumbrada a tanta gente. No molestaba a nadie, pero eso no impidió que un grupo de críos se metieran conmigo. Tal vez fue por mi forma de vestir, o porque me vieron indefensa. Sin embargo, me convertí en el objetivo perfecto de sus burlas.

Tobby Williams era vecino de mi tía. Vivía varias casas después, y solo le había visto un par de veces, en cambio, en esos pequeños encontronazos, había sido capaz de ver cómo era él de verdad. Era una especie de complemento, leer a las personas. Sabía que ese chico iba a ser un demonio conmigo, y no me equivoque.

Todavía quedaban cinco minutos para entrar en clase, y decidí aprovechar ese tiempo para ir al baño. Mala decisión. Cuando crucé la esquina del pasillo, Tobby y tres amigos suyos —igual de idiotas que él— me abordaron de repente. No sabía que hacer. No paraban de meterse conmigo, quitarme los libros, bajarme la capucha, tirarme del pelo… estaba a punto de llorar, y eso era lo que ellos quería ver. Intentaba ser fuerte, no quería darle ese placer. Entonces ella apareció. Creía que era uno de mis fantasmas, pero cuando Tobby y los demás se fijaron en ella, descarté esa idea. Una chica de mi edad, también rubia, guapa, segura de sí misma, y perfecta; se dirigía hacia nosotros. Con autoridad habló.

— ¿Se puede saber que estáis haciendo? —su voz todavía aniñada no impidió que los chicos retrocedieran asustados.

— ¿Por qué no os metéis con los mayores, si es que os creéis tan geniales? —a cada paso, se acercaba amenazante. Los chicos aprovecharon a salir corriendo.

— ¡Grupo de cobardes! ¡Corred y no volváis!

Yo también me vi tentada de huir y no volver, esa niña me dio miedo. Sin embargo, en cuanto me miró, su semblante cambió a uno más amable y feliz.

— ¿Estás bien? —preguntó preocupada

— Sí, gracias —respondí tímida.

— No tienes que dejar que te atemoricen, con enfrentarles se les baja los humos.

— Es fácil decirlo.

— No te preocupes, para eso estoy aquí.

Ambas inocentes, nos sonreíamos. Al igual que a Tobby, pude leer su personalidad, y me gustó lo que vi. Me ayudó a sentirme acogida e integrada. Desde ese momento nos convertimos en mejores amigas, y pocas semanas después, la conté sobre mi don. Pronto comprendí, que la confiaría mi vida.

 

— Perdone jovencita, ¿pero se va a subir al autobús? Está haciendo cola.

Agito la cabeza para eliminar aquellos recuerdos del pasado. Me encuentro en la parada del bus, con el chofer enfadado, y una larga cola de clientes impacientes esperando a que me decida a subir.

— Sí perdón, estaba despistada.

El autobús ha sido mi forma de moverme desde pequeña. Podría haber pedido a mi tía un coche cuando empecé la universidad, pero me pareció exigir demasiado. Me conformaba con que cuidase de mí. Eso ya era bastante regalo. De todas formas, adoro ir en autobús, a parte del mal olor, y de algún pasajero pesado, no esta tan mal. Es el tiempo del trayecto hasta la universidad donde aprovecho y me paro a pensar en todo lo que tengo que hacer, y me ha pasado. Es así, como un momento de descanso.

Diez minutos después estoy bajándome en la parada adecuada. La universidad está apenas dos minutos andando, y me quedan solo cinco minutos para entrar en clase. Así que sin distraerme, acelero el paso hasta llegar a la puerta. Sin entretenerme mirando a nadie, me dirijo a la primera clase del día. Cuando estoy sentada, y con las cosas listas, el móvil vibra. Una nueva notificación es el causante. Aun aprovechando que no está el maestro, miro de quien se trata. Cómo ya sabía, es un mensaje de Camila.



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En el texto hay: misterio, fantasmas, amor

Editado: 02.03.2021

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